¿Quién cuida a las bodegas? 3.000 cerraron pese a que mueven el 75% de las compras
El canal tradicional aporta 0,2% del PBI y concentra tres de cada cuatro compras de consumo masivo en el país, pero la inseguridad, los costos municipales y la falta de financiamiento amenazan. Gremios advierten que en 2026 la Ley Seca podría profundizar la caída de ingresos.
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En Perú, las bodegas siguen siendo el corazón del consumo cotidiano: el 75% de las compras de productos de consumo masivo aún se realiza en este canal, de acuerdo con datos de la Asociación de Bodegueros. Esto ocurre a la par del avance de las tiendas de conveniencia y los formatos hard discounter —como Mass y Oxxo—, cuya expansión es de doble dígito en zonas urbanas.
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“Su permanencia no se debe a nostalgia, sino a su capacidad de resolver necesidades reales con flexibilidad, conocimiento del cliente y una lógica de proximidad que ningún otro formato ha logrado replicar”, explicó Willard Manrique, CEO del Grupo Crosland.
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La inflación cambió la preferencia de compra y muchas empresas redujeron el tamaño/cantidad de los productos para ajustarse al bolsillo (shrinkflation). En paralelo, el avance hard discounter —acelerado, según mediciones del mercado— ofrece ahorro inmediato con surtido estandarizado; allí, las bodegas destacan por su flexibilidad y conocimiento del cliente local.
Motor barrial bajo amenaza de inseguridad y costos
En el país funcionan casi 350.000 bodegas formales y unas 150.000 informales, de acuerdo con la Asociación de Mujeres Bodegueras del Perú (AGREMUB). En conjunto, el sector da empleo a cerca de 870.000 personas, aunque en 2021 la cifra bordeaba el millón.
Detrás de estas cifras hay un rostro social: el 65% de las bodegas está administrado por mujeres y, para miles de jóvenes, trabajar en ellas representa su primera experiencia laboral. Durante la pandemia, además, se convirtieron en un eslabón clave para sostener el abastecimiento diario de las familias.
El aporte a la economía nacional también es evidente: las bodegas generan alrededor del 0,2% del PBI. Su proyección a futuro dependerá de que el consumo se recupere y de que la clase media, golpeada por una caída del 7% desde 2020, logre estabilizarse.
Sin embargo, la inseguridad es hoy el mayor detonante de cierres. En 2024, casi 3.000 bodegas bajaron la reja definitivamente por robos, extorsiones y préstamos “gota a gota”. Para las que siguen operando, la factura es elevada: se calcula que la inversión en rejas, cámaras y, en los negocios más grandes, vigilancia privada, equivale a hasta el 12% de sus ingresos anuales, lo que representa varios millones de soles para el sector.
A este escenario se suman restricciones municipales, como la limitación de horarios y el aumento de tasas para renovar el certificado ITSE. Las tablas de sanciones, consideradas confiscatorias por los gremios, agravan aún más la situación.
Por ello, desde AGREMUB plantean la creación de un régimen tributario municipal diferenciado, con el objetivo de evitar que estas cargas se conviertan en un nuevo factor de cierre para miles de negocios de barrio.
Los tres grandes problemas de las bodegas
Uno de los principales problemas para los bodegueros es conseguir financiamiento para abastecerse. Aunque bancos y cajas intentan llegar al sector, el proceso sigue siendo lento y burocrático. Desde AGREMUB se promueven estrategias digitales no solo para impulsar ventas, sino también para reforzar la seguridad en los negocios.
En el ámbito tributario, la mayoría de bodegas opera bajo el RUS, lo que facilita mantenerse en la formalidad y cumplir con el pago de impuestos. Las más grandes migran al Régimen Mype Tributario. Sin embargo, el verdadero obstáculo está en las municipalidades: el alza de tasas, las renovaciones del certificado ITSE y las sanciones consideradas excesivas terminan empujando a muchos al cierre de negocios.
La digitalización avanza con fuerza. Entre el 60% y el 70% de las bodegas en Lima ya utilizan billeteras digitales como Yape y Plin para cobrar a sus clientes. En provincias, el avance es más lento por problemas de conectividad y cierta resistencia a la tecnología.
A esto se suma un temor creciente: una eventual fiscalización de SUNAT sobre los ingresos que pasan por estas plataformas, ya que la mayoría se maneja con cuentas personales donde se mezclan transferencias familiares y gastos propios, lo que eleva los montos y puede complicar a los pequeños negocios.
Crisis y retos de las bodegas en Perú hacia 2026
Los gremios anticipan que 2025 no será alentador: el canal tradicional probablemente seguirá liderando los cierres de negocios en el país, por la inseguridad, la competencia y una reactivación que llega lenta a los estratos de menores ingresos.
Para 2026, año electoral (nacionales y regionales), la Ley Seca con 8 días de restricciones al comercio podría profundizar la caída de ingresos en bodegas. En este tablero, la convivencia entre canales —tradicional, conveniencia y hard discount— será la regla, no la excepción.























