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Sociedad

Así fue la emotiva carta de Miguel Grau a la viuda del capitán chileno Arturo Prat

“Su digno y valeroso esposo (…) fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria”, así se expresó Grau del capitán de la Esmeralda, la corbeta que se hundió en el combate de Iquique.

Así fue la emotiva carta de Miguel Grau a la viuda del capitán chileno Arturo Prat

Durante la campaña naval en la Guerra del Pacífico, el almirante Miguel Grau estuvo al mando del monitor Huáscar. Es así que en mayo de 1879 luchó contra la flota chilena en el combate de Iquique.

En aquel combate, el monitor peruano Huáscar, al mando de Miguel Grau Seminario, se enfrentó a la corbeta chilena Esmeralda, del capitán de fragata Arturo Prat Chacón.

La Esmeralda era una corbeta construida de madera en 1855 y su tripulación estaba conformada por 201 marinos. A pesar de que el enfrentamiento era desigual, ya que el Huáscar era un buque de acero blindado, los soldados chilenos lucharon hasta el hundimiento de la Esmeralda.

En esta batalla no solo se reveló la valentía de los marinos chilenos, sino también el honor y la humanidad de Miguel Grau, quien, al ver a la tripulación de la Esmeralda ahogándose en el mar del pacífico, ordenó rescatar a todos los náufragos chilenos.

Durante el combate de Iquique, el capitán de fragata Arturo Prat fue abatido por un marino peruano, durante el primer espolonazo del Huáscar contra la Esmeralda. Tras su muerte y el hundimiento de la corbeta chilena, Miguel Grau recogió las pertenencias de Prat y ordenó que todos los objetos fueran enviados a su viuda, Carmela Carvajal, junto a una conmovedora carta.

La Guerra del Pacífico fue principalmente marítima. Tras el combate de Angamos y la muerte de Miguel Grau, el paso de Chile a la invasión era casi inevitable. Foto: Historiando.org

Carta de Miguel Grau a la viuda de Prat

“Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, como usted no lo ignorara ya, fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle a usted las inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.

Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.”

En conversaciones con La República, el historiador peruano José Ragas, catedrático en la Universidad Católica de Chile, afirmó que la carta de Grau refleja una “situación un tanto paradójica”. “Es cierto que hay un tono respetuoso y de reconocimiento hacia Arturo Prat, pero es una suerte de reconocimiento a la cercanía que hay entre los dos países porque no es la primera vez que se enfrentan”, explicó.

Chile y Perú se habían enfrentado antes en la guerra de la confederación Perú-boliviana, refirió Ragas, pero después de eso, en 1866, “tanto Perú como Chile habían luchado conjuntamente contra un enemigo común, que era España”. Entonces, “hay esta cuestión un poco compleja de tener que enfrentarse a un país cercano como era Chile”, agregó el historiador.

Foto: wikimedia

“Lo que ocurre con Prat, así como el gesto de Grau, no solo queda entre él, Prat y la viuda, sino que ha trascendido. No solo Prat, en Chile, es uno de los héroes máximos de las glorias navales, sino que también Miguel Grau es un personaje muy respetado”, contó Ragas.

El historiador concluye que “la carta condensa y ejemplifica la situación dramática y trágica de lo que significó enfrentar a dos países que tenían una relación muy profunda, hasta ese momento, con los inmigrantes de comunidades chilenas en Lima y comunidades peruanas en Santiago”.

¿Cuáles eran las pertenencias de Prat que Grau devolvió?

  • Una espada sin vaina, pero con sus respectivos tiros.
  • Un anillo de oro de matrimonio.
  • Un par de gemelos y dos botones de pechera de camisa, todos de nácar.
  • Tres copias fotográficas, una de su señora y las otras dos probablemente de sus niños.
  • Una reliquia del Corazón de Jesús, escapulario de la Virgen del Carmen y medalla de la Purísima. Un par de guantes de preville.
  • Un pañuelo de hilo blanco, sin marca.
  • Un libro memorándum.
  • Una carta cerrada y con el siguiente escrito: “Señor Lassero. Gobernación Marítima de Valparaíso. Para entregar a don Lorenzo Paredes”.

La respuesta de Carmela Carvajal de Prat a la carta de Grau

El gesto y respeto que Miguel Grau mostró ante Carmela Carvajal fue recibido con nobleza y devuelto con otra carta llena de respeto y agradecimiento:

“Recibí su fina y estimada carta fechada a bordo del “Huáscar” en 2 de junio del corriente año. En ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se digna usted acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo, y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraban sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí de un valor inestimable por ser, o consagradas por su afecto, como los retratos, o consagradas por su martirio como la espada que lleva su adorado nombre.

Al proferir la palabra martirio no crea usted señor, que sea mi intento inculpar al jefe del “Huáscar” la muerte de mi esposo. Por el contrario, tengo la conciencia de que el distinguido jefe que, arrostrando el furor de innobles pasiones sobreexcitadas por la guerra, tiene hoy el valor, cuando aún palpitan los recuerdos de Iquique, de asociarse a mi duelo y de poner muy alto el nombre y la conducta de mi esposo en esa jornada, y que tiene aún el más raro valor de desprenderse de un valioso trofeo poniendo en mis manos una espada que ha cobrado un precio extraordinario por el hecho mismo de no haber sido jamás rendida; un jefe semejante, un corazón tan noble, se habría, estoy cierta, interpuesto, de haberla podido, entre el matador y su víctima, y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para su patria como desastroso para mi corazón.

A este propósito, no puedo menos de expresar a usted que es altamente consolador, en medio de las calamidades que origina la guerra, presenciar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua.

Profundamente reconocida por la caballerosidad de su procedimiento hacia mi persona y por las nobles palabras con que se digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco muy respetuosamente de usted atenta y afma. S.S.”.

¿Qué pasó con el Huáscar luego del Combate de Angamos?

Luego de que Miguel Grau muriera en el Combate de Angamos, las riendas del Huáscar cayeron en manos del teniente Pedro Garezón, quien ordenó hundirlo para evitar el buque peruano cayera en posesión de Chile.

Sin embargo, la tripulación del país sureño lograron capturar la embarcación a tiempo y detener el sumergimiento, por lo que el monitor Huáscar fue finalmente llevado a territorio chileno como trofeo de guerra.