Solo unas horas antes, Michelle Stephanie Flores Machado le había enviado un mensaje de voz confirmando un depósito. Yudexi y su hijo de trece años iban a migrar al Perú en unas semanas más para vivir con ella.
A diferencia de muchos, Yudexi y Hever (padre de Michelle) llegaron al Perú con una dolorosa misión: recoger los restos de su hija asesinada, y exigir justicia.
Yudexi y Hever recuerdan que lo primero que hicieron al llegar a Lima fue preguntar dónde quedaba el jirón Cangallo 818, en el Cercado de Lima.
“No pude verla porque su cédula se perdió el día de los hechos junto al celular y su cartera. No pude hacer nada”.
Cuando me mostraron las fotos pensé: esto solo puede haberlo hecho el odio. Odio hacia las mujeres y migrantes. Allí estaba mi niña. Después reunieron dinero para los gastos del funeral y la cremación. Repatriar el cuerpo de su hija les costaba 4 mil dólares, pero apenas reunieron 60.
Sobre el ataúd reposaba una bandera venezolana. La patria abandonaba.
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Luego llevaron el cuerpo al crematorio El Ángel y, finalmente,Yudexi y Hever recibieron a su hija hecha cenizas. Así la repatriaron.