El Salar de Uyuni, el mayor desierto salado del mundo y el más grande yacimiento de litio del mundo, tiene toda la atención de las potencias internacionales por su increíble potencial energético. A pesar de que gran parte de sus yacimientos aún no se han explotado, este recurso podría convertir a Bolivia y Sudamérica en uno de los mayores productores de litio a nivel mundial.
Ubicado en el suroeste de Bolivia, en pleno Triángulo del Litio, el Salar de Uyuni se extiende sobre una superficie de 10.500 kilómetros cuadrados. Situado a una altitud de 3.650 metros sobre el nivel del mar, este inmenso salar se formó hace millones de años debido a la evaporación de antiguos lagos que cubrían la región, lo que dejó capas de sedimentos y sal que hoy conforman su característica costra.
Una alianza entre Bolivia y Rusia posicionará al país altiplánico en el mapa de la industria del litio y a toda Sudamérica. Foto: AFP
A diferencia de otros salares en la región, como el Salar de Atacama en Chile, la costra del Salar de Uyuni es relativamente delgada, con un espesor de entre 3 y 10 metros. Sin embargo, lo realmente valioso está justo debajo de esa corteza de sal: la mayor reserva de litio del planeta. Se estima que contiene alrededor de 21 millones de toneladas de litio, lo que representa aproximadamente el 50% de las reservas mundiales de este mineral esencial para la fabricación de baterías y dispositivos electrónicos como teléfonos y computadoras portátiles, si no también para la creciente industria de los vehículos eléctricos.
Bolivia ha enfrentado numerosos obstáculos para la explotación de su litio. A nivel técnico, el país carece de la infraestructura y tecnología necesarias para la extracción y procesamiento de este mineral, lo que ha frenado su desarrollo. Además, los problemas económicos y las políticas públicas han generado incertidumbre tanto dentro como fuera del país.
Desde hace más de una década, el gobierno boliviano ha buscado asegurarse de que la extracción del litio beneficie directamente a la población local, estableciendo que los recursos del Salar de Uyuni serían "cien por cien estatales", una política que ha desalentado a muchos inversores extranjeros.
Bolivia ha enfrentado numerosos obstáculos para la explotación de su litio. Foto: AFP
En 2008, el entonces vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, declaró que la explotación del litio podría aliviar la pobreza de gran parte de la población boliviana, afirmando que "este recurso natural aliviaría al 40% de los ciudadanos que viven en extrema pobreza". Sin embargo, las tensiones entre las aspiraciones estatales y la necesidad de inversión extranjera han complicado el panorama.
A pesar de los desafíos, Bolivia ha comenzado a establecer alianzas internacionales para la explotación de sus recursos. En 2018, el gobierno boliviano firmó un acuerdo con la empresa alemana ACI Systems, con la que se proyectó una inversión de 1.300 millones de dólares para desarrollar la infraestructura necesaria. No obstante, la verdadera movida estratégica llegó con el reciente acuerdo firmado con Uranium One, una empresa controlada por el Kremlin a través de la compañía estatal rusa Rosatom.
Este acuerdo con Rusia representa un paso significativo en los esfuerzos de Bolivia por posicionarse como un actor clave en el mercado mundial del litio. El proyecto, que implica la construcción de una planta de producción de carbonato de litio con una inversión cercana a los 980 millones de dólares, prevé una producción anual de 14.000 toneladas de litio destinadas principalmente a baterías para dispositivos electrónicos y vehículos eléctricos.
Se estima que Uyuni contiene alrededor de 21 millones de toneladas de litio, lo que representa aproximadamente el 50% de las reservas mundiales de este mineral. Foto: AFP
Esta alianza posicionará a Bolivia en el mapa de la industria del litio y a toda Sudamérica y también le dará a Rusia una posición estratégica en la cadena de suministro de este recurso vital para la transición energética global.
Si bien Bolivia aún enfrenta importantes desafíos, el Salar de Uyuni sigue siendo una de las reservas de litio más prometedoras del mundo. Con la colaboración de empresas extranjeras como Uranium One, el país tiene la posibilidad de convertirse en el tercer mayor productor de litio, después de Australia y Chile, e incluso podría aspirar a superar a Chile en un futuro no muy lejano.
El desarrollo de esta industria podría cambiar radicalmente la economía de Bolivia, permitiendo al país aprovechar una de las mayores revoluciones industriales de la actualidad: la transición hacia las energías limpias y la electromovilidad.
El litio es esencial para la fabricación de baterías y dispositivos electrónicos como teléfonos y computadoras portátiles, si no también para la creciente industria de los vehículos eléctricos. Foto: AFP
Sin embargo, la clave del éxito dependerá en gran medida de cómo Bolivia gestione las relaciones con los inversores internacionales y de su capacidad para superar las barreras tecnológicas y económicas que hasta ahora han limitado la explotación de su inmenso potencial.