En 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, Reino Unido desplegó toda su fuerza militar y científica para evitar, a toda costa, una posible invasión por parte de la Alemania Nazi y la utilización de un arma biológica contra los británicos. Ante la amenaza, el primer ministro de ese entonces, el emblemático Sir Winston Churchill, ordenó a los científicos de una instalación inglesa secreta llamada Porton Down trabajar en una ofensiva contra los alemanes: así nació la Operación Vegetariana.
La táctica, ideada por los científicos tras estudiar el gas venenoso usado en la Primera Guerra Mundial, consistía en utilizar una cepa virulenta de bacillus anthracis -conocida también como ántrax- contra la población alemana.
Una vez ideado el plan, las autoridades británicas buscaron un lugar aislado, deshabitado, pero de fácil acceso para poner a prueba la estrategia. Es así como se seleccionó a la isla de Gruinard, al noroeste de Escocia, como el sitio ideal para utilizar el arma de destrucción masiva.
Fue comprada a sus propietarios, Molly Dunphie y su marido, el coronel Peter Dunphie, confidente de Churchill, por 500 libras esterlinas en 1942. Una vez allí, los científicos de Porton Down transportaron 80 ovejas a la isla, las pusieron en fila y en cajas individuales y bombardearon el sitio con una nube de ántrax.
El experimento fue efectivo y las ovejas murieron en los tres días siguientes.
No obstante, el alcance fue tal que tras realizar varias pruebas, los científicos comprobaron que la mayor parte del suelo de la isla estaba contaminado y que la polución había traspasado hacia la costa escocesa; lo que produjo la muerte de entre 30 y 50 ovejas, siete vacas, dos caballos y tres gatos en seis meses.
Pese al fallo, no se supo lo que en realidad había pasado en la isla hasta años después. “Enviaron agentes al norte para analizar todo y pagaron compensaciones a los granjeros, pero tenían una tapadera para lo sucedido. Les dijeron que las compensaciones venían del Gobierno griego, porque el ántrax procedía de un barco griego que pasó cerca de ahí y que infectó la zona, en lugar de decir que fue un experimento del Gobierno británico. De esta manera podían eludir la responsabilidad por lo sucedido”, señaló el historiador Rory Scothorne a la BBC.
En 1944 se prohibió el ingreso a la isla de Gruinard, sin mencionar el motivo. Foto: PA Media
En 1944 se prohibió el ingreso a la isla, y recién 24 años después, los carteles comenzaron a señalar el motivo detrás de aquella medida, mientras que la zona fue puesta en estricta cuarentena.
“La gente sabía que la isla estaba contaminada, pero no se contaba en los medios. Hubo un momento en el que el Gobierno se planteó descontaminar la isla. Fue en 1971 y lo investigaron, pero llegaron a la conclusión de que era demasiado caro y no había suficiente presión para hacerlo”, continúa Scothorne.
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Esa presión “extra” apareció en 1981, cuando una célula clandestina, conocida como los “Dark Harvest Commandos” enviaron tierra contaminada de la isla de Gruinard a Porton Down. La tensión aumentó cuando se efectuó una segunda encomienda al congreso del Partido Conservador en la ciudad de Blackpool.
Tras la aparición del comando, y la realización de nuevas pesquisas, se comprobó que gracias a los avances tecnológico se podía descontaminar la isla por “tan solo” 500.000 libras. La tierra fue tratada con una solución de agua salada y el compuesto químico formaldehído hasta que en 1990, el Ministerio de Defensa británico declaró al territorio “libre de ántrax”.
La isla volvió a ser adquirida por los herederos del propietario original y en la actualidad luce estéril y sirve como recordatorio de las consecuencias que puede causar la guerra química y biológica.