Gerda Cole, una mujer judía de 98 años y sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, sabía muy poco sobre su única hija, a la que había dado en adopción durante el conflicto bélico que azotó Europa de 1939 a 1945. Precisamente, en 1942, la nonagenaria, originaria de Austria, dio a su bebe a una pareja de alemanes que vivían en Inglaterra, país donde Cole se refugiaba.
“Sentí que era lo justo para ella. Fue difícil. Si hubiera estado en una mejor posición, habría intentado quedarme con ella”, relató Cole, que no tenía dinero ni trabajo para mantener a su pequeña en los años más críticos del asedio nazi.
A lo largo de los años, Gerda se preguntó en varias ocasiones qué sería de la vida de su hija, a quien dio por nombre Sonya, pero no podía comunicarse con ella ni buscarla, pues esta era una de las condiciones del contrato de adopción. No obstante, ya instalada en una casa de retiro ubicada en Toronto, Canadá, la mujer recibió una grata sorpresa.
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Casi ocho décadas después de haberla dado en adopción, Gerda Cole recibió la visita de su hija, Sonya Grist, de 79 años, quien viajó desde Inglaterra hasta Canadá solo para encontrarse con su madre perdida. Así lo informó The Washington Post.
La reunión pudo ser posible gracias al nieto de Cole, Stephen, que había intentado verificar sus raíces austriacas para obtener la ciudadanía. Para ello necesitaba los datos de sus abuelos. En su búsqueda encontró el certificado de defunción de Hans Kessler, padre biológico de Sonya.
Al tratar de ubicar la partida de fallecimiento de Gerda, se llevó una grata sorpresa. “No vas a encontrar su certificado de defunción porque todavía está viva”, le comentó uno de los hijastros de Cole, con quién Stephen se había contactado a través de las redes sociales.
La reacción inmediata de su madre al enterarse de la noticia fueron sus ganas de conocer a su progenitora. Finalmente, ambas pudieron reunirse en la fiesta de cumpleaños número 98 de Cole, en la que pudieron reencontrarse y pasar tiempo juntas.