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La temida cárcel de Ecuador cuya “celda de Lucifer” albergó a los criminales más atroces

En el pabellón B habitaban los peores violadores, asesinos y autores de otros delitos graves, quienes estaban recluidos en 114 celdas superpobladas con 15 o 20 personas.

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Interior del ex penal García Moreno, en Quito (Ecuador). Foto: EFE

Desde renombrados políticos hasta los criminales más atroces de la historia de Ecuador pasaron sus días en el ex penal García Moreno, una antigua prisión de estructura panóptica, cuyo objetivo era permitir a su guardián, guarecido en una torre central, observar a todos los prisioneros, sin que estos se dieran cuenta.

La antigua prisión recibió el nombre del expresidente ecuatoriano Gabriel García Moreno, quien ordenó la construcción de la cárcel diseñada por el danés Thomas Reed. Fue inaugurado en 1875 y clausurado en 2014, informa Infobae.

García Moreno, como los mandatarios de su época, estaba obsesionado con una prisión que concentrara a todos los presos. Algunos historiadores cuentan que el presidente quería que las celdas fueran pintadas de negro para que los presos no recibieran la luz del sol.

El expenal fue construido en 1875 por el arquitecto danés Thomas Reed y se encuentra ubicado en el casco histórico de la ciudad, en el barrio San Roque. Foto: EFE

En diciembre de 1869, se legalizó el contrato para la construcción del penal con un presupuesto de 222.149 pesos y un plazo de 5 años. La obra fue entregada el 20 de agosto de 1874 y aunque fue construida para 200 personas, llegó a albergar hasta 1.600 presos.

Cada celda tiene 7,6 metros cuadrados de dimensión y capacidad para dos personas. Sin embargo, el hacinamiento provocó que en una sola celda vivieran 18 prisioneros.

Tras 139 años de funcionamiento, el penal cerró y los presos fueron reubicados. Luego fue abierto durante poco tiempo al público en condición de museo. Desde su cierre en abril de 2014, los guardias de la cárcel han declarado que en el lugar se escuchan alaridos y golpes, incluso se ha registrado la presencia de visitantes misteriosos.

La obra fue entregada el 20 de agosto de 1874 y aunque fue concebida para 200 personas, llegó a albergar hasta 1.600 presos. Foto: Ministerio de Justicia

La prisión estaba dividida en cinco pabellones que albergaban a distintos tipos de criminales de acuerdo a su peligrosidad.

El pabellón A

En esta aérea de 28 celdas vivían los políticos, líderes de narcotráfico y banqueros, que contaban con biblioteca, gimnasio y otros beneficios. Uno de los reclusos fue el famoso narcotraficante Óscar Caranqui, quien organizó una fiesta en honor al “Niño Jesús”. Para el festejo, contrató artistas ecuatorianos; además, no faltó alcohol, drogas y trabajadoras sexuales en su celda.

El pabellón C, D y E

Estos pabellones estaban destinados a presos recluidos por crímenes menores, drogadictos y reclusos con estudios superiores o primaria incompleta.

El pabellón B

Los peores violadores, asesinos y autores de otros delitos graves estaban recluidos en 114 celdas superpobladas con 15 o 20 personas por celda. En ese pabellón vivió Pedro Alonso López, también conocido como el “Monstruo de los Andes”, que confesó haber abusado y matado a más de 300 niñas y jóvenes entre Colombia, Ecuador y Perú.

Otro que habitó en el pabellón B fue Daniel Camargo Barbosa, condenado a 16 años de prisión por ser el autor de más de 70 violaciones y asesinatos en Ecuador. El preso fue asesinado por uno de sus compañeros, identificado como Giovanny Arcesio Noguera Jaramillo.

El 13 de noviembre de 1994, Noguera entró a la celda de Camargo, lo sometió y lo degolló tras enterarse que una de las víctimas del violador era un familiar suyo. Como trofeo, el homicida le cortó la oreja al abusador y la veló durante un año, según contaron los antiguos guardianes de la prisión.

El estafador más famoso de Ecuador, conocido como el “cuentero de Muisne” también pasó sus días en el penal. El sujeto que vendió la Torre del Reloj de Guayaquil y que se hizo pasar por el hijo del presidente de Costa Rica, se fugó de la prisión en tres ocasiones, en una de estas se fue vestido de monja.

Vista de los pasillos del antiguo Penal Gabriel García Moreno. Foto: Ministerio de Justicia

“La celda de Lucifer”

En el pabellón B se encontraba la “celda de Lucifer”, llamada así por sus olores fétidos e inexplicables alaridos. Quienes conocieron el penal durante su funcionamiento, aseguran que allí se realizaban ritos satánicos y se usaba la ouija para invocar al Príncipe de las Tinieblas.

En alguna ocasión, se encontraron a cinco presos que se sacudían tirados en el piso, escupiendo espuma por la boca. Ellos aseguraban que, durante la celebración de una misa negra, Lucifer se presentó en forma espectral.

La celda es oscura, sus paredes están rayadas y ennegrecidas. Los visitantes aseguran que luego de estar en el lugar sufrieron vómitos sin razón. Otros testifican la sensación de que el tiempo se detiene o como si estuvieran por llegar al mismísimo infierno.

Ingreso al Pabellón B, considerado el más peligros del Penal Gabriel García Moreno. Foto: Gisela Veliz

Por ello, el exPenal se ha convertido en un atractivo para los investigadores cuyos testimonios coinciden en que había sombras que se cruzaban delante de ellos son explicación.

Asimismo, relataron que existen celdas cuyas puertas no se abren, aunque no tienen ningún tipo de seguro. Luego, esas mismas puertas aparecen abiertas sin explicación. Portazos e incluso alaridos humanos han sido escuchados por los visitantes del expenal.