Las elecciones más controversiales en la historia reciente de Nicaragua se efectúan hoy 7 de noviembre. Daniel Ortega, en el poder por segunda vez desde 2007, tiene el camino allanado a la reelección con las principales figuras de la oposición tras las rejas.
A nivel internacional tanto Estados Unidos como la Unión Europea han anticipado que no reconocerán el resultado, en el cual se espera que Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo se impongan ante unos rivales calificados como “colaboracionistas” por sus detractores.
“En el mediano plazo, las elecciones son el cierre definitivo de los espacios democráticos en el país y marcan la instauración total de un régimen autoritario dinástico liderado por la pareja presidencial”, declaró Tiziano Breda, analista para América Central del International Crisis Group.
Una encuesta de Cid-Gallup sostiene que el 65% de la población en Nicaragua habría votado por un candidato opositor y un 19% por Ortega.
El sábado trabajadores del Estado revelaron en condición de anonimato al medio local Confidencial que los “están obligando a salir a votar por Ortega”.
“Al que no vaya a votar lo irán a traer en vehículos de la institución, porque cada una de las instituciones estatales tiene que garantizar que todos sus trabajadores hayan ido a votar”, señaló un hombre sobre esta táctica, aplicada durante años en la Venezuela chavista.
Pareja dictatorial. Rosario Murillo (izquierda) y su esposo el exguerrillero sandinista Daniel Ortega pretenden perennizarse en el poder por quinta vez.
Georgina De la Fuente, de la Red de Politólogas, descarta la opción de un aislamiento internacional, a pesar de las resoluciones en contra de Nicaragua de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
“La estrategia que ha seguido Ortega en los últimos años ha sido exitosa, se ha despojado de las voces opositoras que pudieran frenar la concentración de poder. Al menos que enfrente presión seria de la comunidad internacional, particularmente en el plano regional, no observo que pueda cambiar esa estrategia que le ha resultado exitosa hasta el momento”, dijo.
Breda coincide que en el corto plazo ya consiguió su objetivo: “Perpetuarse en el poder y asegurar su reelección” en el país centroamericano. “Y para ello demostró que estaba dispuesto a todo, incluido arruinar lo que quedaba de su reputación internacional”.
En ese sentido, el experto señaló que el exguerrillero “ha dejado a la oposición desbaratada, descabezada, porque básicamente la ha privado de sus voces más relevantes”, como la periodista Cristiana Chamorro. Así el camino está allanado.
Kitty Monterrey, presidenta del ilegalizado partido Ciudadanos por la Libertad, es una de las personas en el exilio.
Y desde Costa Rica atendió a La República. “La oposición nicaragüense, que somos más del 70% de los ciudadanos, rechazamos la farsa electoral (...). En este proceso están el FSLN y pequeños partidos que han sido históricamente aliados del régimen”.
Infografía-La República