Oposición repudia farsa electoral en Nicaragua: “Ortega cerró la oportunidad a transición democrática”
Kitty Monterrey, presidenta del ilegalizado partido Ciudadanos por la Libertad, relató a este diario el panorama de Nicaragua desde el exilio. “Ortega solamente reafirmará la falta de legitimidad del régimen y se agravará la crisis”.
El próximo domingo 7 de noviembre en Nicaragua se llevarán a cabo unas controversiales elecciones, en las que el grueso de la oposición no piensa participar. Y aunque pudiera, tampoco podría presentar sus mejores cartas. Daniel Ortega tiene garantizada la reelección con sus principales rivales privados de libertad o en el exilio.
Kitty Monterrey es fiel reflejo de ello. Está exiliada desde agosto pasado en Costa Rica, con su pasaporte anulado por el Ministerio de Gobernación, y con su partido político Ciudadanos por la Libertad (CxL) ilegalizado por el Poder Electoral.
La alianza CxL iba a los comicios con Arturo Cruz, de 67 años, como precandidato presidencial. Pero hace tres meses fue detenido por agentes de la Policía Nacional en el Aeropuerto Internacional de Managua cuando regresaba de una gira por Estados Unidos.
Como Cruz, la lideresa opositora Cristiana Chamorro también fue arrestada. “(Ortega) le tiene miedo al pueblo de Nicaragua”, había declarado antes de ser acusada de los delitos de lavado de dinero, bienes y activos, apropiación y retención indebida, y falsedad ideológica.
En total son siete las personas que aspiraban a medirse contra Ortega —en el poder por segunda vez desde 2007— este domingo 7 de noviembre. En cambio, competirán Walter Espinoza, Mauricio Orúe, Marcelo Montiel, Gerson Gutiérrez y Guillermo Osorno.
A estos cinco hombres los han señalado, desde la oposición y ciertos medios, de ser colaboracionistas del régimen de Ortega. Sobre esto y más conversó brevemente Monterrey con La República desde Costa Rica.
¿Cuál es la postura de la Alianza sobre las llamadas elecciones del domingo?
La oposición nicaragüense, que somos más del 70% de los ciudadanos, rechazamos la farsa electoral del próximo domingo, que no constituye una verdadera elección porque se ha eliminado a la oposición política y con ello la posibilidad de elegir. El régimen, además de mantener un Estado policial y más de 160 presos políticos, tiene encarcelados desde junio a los siete principales aspirantes presidenciales opositores, en agosto canceló tres partidos políticos, entre ellos Ciudadanos por la Libertad que encabezaba la única alianza opositora que estaba legalmente inscrita, aprobó un conjunto de leyes represivas que criminalizan a los opositores y anulan la libertad de expresión y en los últimos días ha seguido persiguiendo y encarcelando. En consecuencia, en este proceso están el FSLN [Frente Sandinista de Liberación Nacional] y pequeños partidos que han sido históricamente aliados del régimen a cambio de unas cuantas diputaciones.
¿Qué se puede esperar en Nicaragua a partir del 8 de noviembre?
Con el encarcelamiento de sus posibles competidores y la disolución de los partidos opositores, Ortega cerró la oportunidad de que estas elecciones marcaran el inicio de una transición hacia la democracia y solamente se reafirmará la falta de legitimidad del régimen y se agravará la crisis política y de derechos humanos que vive el país. Aunque este es el panorama en el futuro inmediato, estamos convencidos de que esta situación no puede prolongarse indefinidamente porque la falta de libertades está deteriorando rápidamente la economía y empobreciendo a la gente, lo cual no es sostenible ni para los partidarios del régimen.
¿Cómo está actualmente el ambiente en el país? ¿Hay resignación ahora que Ortega está a las puertas de una nueva reelección?
Hay un ambiente de temor y de rechazo, pero no de resignación, porque todo el mundo está claro de que Ortega no va a ganar una elección, sino que prolongará su permanencia en el poder por la fuerza de la represión, como lo ha venido haciendo. Aunque los nicaragüenses dentro del país están silenciados por un Estado represivo, su forma de expresar rechazo será no ir a votar o votar nulo cuando sean obligados a ir para evitar represalias.
Usted está exiliada, su partido (CxL) ilegalizado, así como el grueso de la oposición, ¿qué salidas constitucionales tienen ante este régimen político?
La única solución a la crisis nicaragüense es el inicio de una transición democrática que comienza por permitir elecciones libres. Como es característico en una dictadura, esta decisión depende únicamente de la voluntad de quien gobierna. Por eso los nicaragüenses dentro y fuera del país estamos empeñados en forzar pacíficamente esa voluntad totalitaria, denunciando y expresando nuestro rechazo al régimen en todas las formas posibles.
Se habla de la Ley Renacer de Estados Unidos como medida de respuesta, ¿acaso la única opción que queda para Nicaragua son foráneas?
Desde hace años, especialmente después de la represión brutal a las protestas de 2018, la comunidad internacional ha expresado de forma bilateral y multilateral su rechazo al régimen de Ortega, que ha quedado internacionalmente aislado. Sin embargo, la experiencia de otros países nos ha enseñado que la comunidad internacional tiene un ámbito de acción limitado y, aunque su respaldo es muy importante y debe ser continuo, la solución a esta crisis debe surgir de los propios nicaragüenses, quienes debemos continuar dentro y fuera del país la lucha cívica para exigir el restablecimiento de la democracia.