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Crean centro de salud en Argentina que busca concientizar sobre la violencia obstétrica

AlMatriz es un proyecto para desnaturalizar las agresiones por parte del personal de salud hacia las personas gestantes.

larepublica.pe
“La importancia de visibilizar esto es enorme porque estas violencias tienen consecuencias en la vida y salud de las mujeres y también en el desarrollo de la persona recién nacida”, explica Paula Quevedo, una de las fundadoras de la iniciativa. Foto: Instituto colombiano de bienestar familiar

Laura y Paula Quevedo son dos hermanas nacidas en Argentina que crearon a inicios del 2021 un centro de salud llamado AlMatriz, un espacio para combatir y desnaturalizar la violencia obstétrica, un tipo de agresión por razones de género que suele ser invisibilizada.

“La violencia obstétrica se manifiesta de muchas formas. Es el hecho de sufrir en el parto, por ejemplo, y todo lo que tiene que ver con la salud sexual y reproductiva. Creemos que hay que empezar a derribar y a poner en cuestión la naturalización de este tipo de violencia. Empezar a decir: no, estos procesos no son dolorosos”, explica Paula Quevedo, trabajadora social que también se ha volcado a luchar por los derechos de las mujeres.

Tras años de trabajar en el sector público, las dos argentinas decidieron crear en Mendoza un proyecto para comunicar y compartir sus conocimientos con organizaciones y mujeres de la provincia donde nacieron.

“Hemos sentido que había esta necesidad de parte de las mujeres, principalmente de Mendoza, pero también en el país y fuera de él, de recibir información clara y menos contaminada”, precisa Laura. Una necesidad que se intensificó tras la llegada de la pandemia. “El contexto de pandemia hizo que aumentaran muchas de las situaciones de violencia y de retrocesos en el reconocimiento de derechos. Y eso impulsó la creación de AlMatriz”, agrega Paula.

Desnaturalizar la violencia obstétrica

Paula es la encargada de los proyectos de prevención de la violencia obstétrica de la Dirección de Género y Diversidad. En tanto, Laura trabaja como obstetra en un hospital público. Ambas, desde sus espacios, se han dado cuenta de que existe una gran normalización de este tipo de violencia.

“La importancia de visibilizar esto es enorme porque estas violencias tienen consecuencias en la vida y salud de las mujeres y también en el desarrollo de la persona recién nacida”, explica Paula.

Las directoras de AlMatriz cuentan que cuando preguntan a mujeres que han dado a luz si han sufrido violencia obstétrica, les dicen que no. Sin embargo, inician a “indagar un poco” y “se empiezan a notar pequeñas, entre comillas, prácticas que sí configuran violencia obstétrica, pero que no son consideradas como tal porque se naturaliza que tienen que suceder en el nacimiento”.

Hay algunas más sutiles como impedir que la mujer se mueva libremente en el trabajo de parto, que no tome agua u otros líquidos o se le administra medicamentos sin su conocimiento. Pero existen otras más invasivas, aseguran las hermanas Quevedo, como realizar prácticas sin consentimiento.

“Hay mujeres que están viendo a otras mujeres parir. O son observadas por personas extrañas y tocadas reiteradamente por diferentes personas. Son prácticas que están naturalizadas porque creemos que así es como debemos parir”, menciona Laura.

“Ni hablar de la separación entre la mamá y el bebé en cuanto nace, las episiotomías, las cesáreas sin explicación o la maniobra de Kristeller. Son muchas las intervenciones que se realizan de manera sistemática y sin ninguna justificación”, asevera.