Brasil fue el primer país de Latinoamérica al cual llegó el nuevo coronavirus y desde entonces ha tomado una dirección polémica para combatirlo, escenificado en la disputa entre el presidente Jair Bolsonaro y el ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta.
En un principio Bolsonaro desestimó la capacidad del virus SARS-CoV2-, causante de la enfermedad COVID-19. Y aunque la cantidad de muertos e infectados subía cada semana, mantuvo una posición contraria a la comunidad internacional.
Bolsonaro se ha negado repetidamente a declarar cuarentena total e incluso ha criticado a los gobernadores y alcaldes que sí decidieron decretarla, como medida para frenar el brote.
Este viernes 10 de abril, el mandatario salió de su residencia oficial y visitó un acomodado barrio de Brasilia (capital), donde recibió aplausos pero también el estruendo de cacerolas.
En las únicas palabras que concedió a la prensa, se limitó a decir que ejercía "el derecho constitucional de ir y venir libremente".
“El protagonismo del ministro Mandetta es parte de una situación de alto conflicto interno de la alianza que accedió al poder en Brasil en las últimas elecciones”, afirmó el politólogo Sergio Morresi.
En conversación con La República por correo indicó que la “puja de poder” en el Ejecutivo es entre dos grupos: el primero conformado por militares de alto rango, como el vicepresidente Hamilton Mourao (general retirado), y otro más cercano a Bolsonaro, que incluye a sus hijos y varios ministros.
“El protagonismo de Mandetta se disparó con la pandemia (como sucedió con otros ministros de Salud en el resto del mundo), pero se agudizó aún más en la medida en que sus recomendaciones fueron tornándose cada vez más contrarias a las declaraciones de Bolsonaro”, dijo.
Morresi, quien lidera un proyecto de investigación sobre la política brasileña en la Universidad Nacional del Litoral de Argentina, narró los posibles motivos para la renuencia de Bolsonaro.
Primero la “puja de poder”, luego el factor financiero —el propio jefe de Estado refirió que la cuarentena sería “mucho peor” que el propio coronavirus para la economía— o no estar dispuesto a rectificar.
“Retroceder ahora en su posición de que el COVID-19 es ‘nada más que una gripecita’ sería reconocer un error garrafal y perder espacio frente a quienes se le plantaron. Sería además una señal de debilidad frente a su núcleo duro de seguidores”, destacó.
Por último, mencionó la “cuestión ideológica, una concepción autoritaria del poder y la sociedad que comparten Bolsonaro, el ‘grupo ideológico’ y buena parte de los asesores presidenciales”.
Al igual que Morresi, el politólogo de la argentina Universidad de Buenos Aires (UBA), Ignacio Pirotta, subrayó el elemento doctrinario en el accionar del ultraderechista.
Según el experto, su paranoia frente al protagonismo de Mandetta, quien ofrece una rueda de prensa diaria sobre la COVID-19, está vinculada con un ideario símil al que maneja el jefe de la Casa Blanca, Donald Trump.
“Pensamiento anticientífico, escepticismo de todo lo que aparezca en los grandes medios lo condujo a menospreciar el problema y poco a poco se fue perfilando una estrategia de responsabilizar a los gobernadores por las medidas que ellos estaban tomando de cuarentena”, añadió.
Pirotta recordó que cerca del 75% de los brasileños respalda las medidas de Mandetta contra el coronavirus, de acuerdo a diversas encuestas, mientras que en términos generales la aprobación de Bolsonaro a su gestión está por debajo del 30%.
“Mandetta adopta cierto protagonismo con sus ruedas de prensa diaria, y sus medidas tienen más consonancia con la gente (...) apoyó el aislamiento, dijo que había que reforzarlo, y claramente eso juega en contra de la imagen de Bolsonaro”, opinó.
En su reporte más reciente, el Ministerio de Salud informó que la cantidad de fallecidos por coronavirus en Brasil ascendió a 1056 y de contagiados a 19 638, estadísticas que lo colocan a la cabeza en la región.
En medio de esta emergencia sanitaria, Pirotta indicó en diálogo con este diario por WhastApp que en el país latinoamericano se denota una falta de liderazgo para afrontar el virus SARS-CoV-2.
“Hay una necesidad frente a esta crisis de buscar líderes, que nos orienten en esta coyuntura (...) Bolsonaro está fallando, porque va en dirección contraria a lo que quieren la mayoría de los brasileños”, expresó.
Ambos especialistas arguyeron que la situación es compleja y probablemente los militares convenzan al presidente Bolsonaro de ser más “permeable” a la cuarentena..
Mientras tanto Mandetta, médico ortopedista de 55 años, repite como una especie de mantra: “Vamos a guiarnos por la ciencia”.