
Este 14 de julio se cumple medio siglo desde la muerte de Víctor Alberto Gil Mallma, el recordado Picaflor de los Andes, quien convirtió el huayno en una forma de resistencia, memoria y afirmación cultural. Su canto, profundamente ligado al migrante, al obrero y al campesino, se volvió himno para quienes buscaban consuelo y dignidad en medio de la adversidad. Temas como 'El obrero', 'Aguas del río Rímac', 'Yo soy huancaíno por algo' y 'Por las rutas del recuerdo' no solo lo consagraron como el 'Genio del Huaytapallana', sino que trazaron un mapa emocional del Perú profundo. Artistas del género no dudaron en dedicar mensajes en su honor.
A cinco décadas de su partida, el legado del cantante Picaflor de los Andes se mantiene vivo como parte esencial de la identidad peruana. "Para mantener viva su imagen y su música, debemos continuar unidos como hermanos y orgullosos del legado que ha dejado este maravilloso compositor", expresa Karina Benites, líder de Amaranta.
Víctor Alberto Gil Mallma, más conocido como Picaflor de los Andes, nació el 8 de abril de 1928. Aunque existen debates sobre su lugar de nacimiento, se identificó profundamente con Huancayo. Su infancia estuvo marcada por la pobreza y el trabajo duro: fue ayudante de camioneros, estibador, sembrador y minero. Estas vivencias moldearon su sensibilidad artística y social. Desde joven mostró un talento innato para el canto, que lo llevó a presentarse en coliseos limeños y escenarios populares, donde conectó con miles de migrantes andinos que se veían reflejados en sus letras.
A lo largo de su carrera, grabó más de 100 discos sencillos y 12 álbumes de larga duración. Su estilo, profundamente ligado al huayno, huaylarsh y muliza, lo convirtió en un ícono de la música vernacular. Fue conocido como el 'Genio del Huaytapallana' y su obra fue reconocida oficialmente como Patrimonio Cultural de la Nación, además de recibir el título de Personalidad Meritoria de la Cultura en 2022.
El 14 de julio de 1975, Picaflor de los Andes falleció a los 47 años en el Hospital General Chulec de La Oroya, víctima de mielitis e infarto agudo de miocardio. Su muerte ocurrió en plena gira artística, luego de presentarse en silla de ruedas ante un público que lo ovacionó hasta el final. El impacto fue inmediato: más de 100.000 personas asistieron a su entierro en el Cementerio El Ángel de Lima, en uno de los homenajes más multitudinarios que se recuerdan en la historia cultural del país.
Su partida dejó un vacío en la música andina, pero también consolidó su figura como símbolo de lucha, identidad y resistencia. Desde entonces, cada aniversario de su muerte se convierte en una oportunidad para rendirle tributo y mantener viva su memoria.
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El repertorio de Picaflor de los Andes es extenso y profundamente representativo. Entre sus temas más icónicos destacan:
Su música no solo entretuvo: educó, denunció y acompañó a generaciones enteras. Hoy, a medio siglo de su partida, Picaflor de los Andes sigue siendo el cantor del pueblo, el artista que convirtió el dolor en canto y la memoria en himno. Por eso, su hijo ha organizado un gran homenaje póstumo en el Teatro Municipal de Lima este 14 de julio

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