Por: Agencias
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) en China retrocedió en julio -0,3% y la segunda economía más importante del mundo volvió a caer en el terreno de la deflación, luego de que hace unos días se reportara que las exportaciones de ese país bajaron 9,2% frente al mismo mes del año anterior, situándose en unos 2,02 billones de yuanes (US$280.010 millones, 255.863 millones de euros).
Aunque esta caída de los precios puede parecer beneficiosa para el poder adquisitivo, a largo plazo es una amenaza macroeconómica porque los consumidores tienden a retrasar las compras a la espera de caídas mayores en el precio.
Los datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) confirman el retorno de China a un contexto que ya había superado a principios del año 2021, en el cual la baja demanda interna y externa empuja los precios a la baja. Si los productos chinos a precios reducidos inundan los mercados globales, podrían tener un impacto negativo en los fabricantes de otros países.
Anteriormente, el Gobierno chino había intentado impulsar el consumo interno de sus ciudadanos mediante la flexibilización de algunos créditos, por lo que diversos especialistas no descartan que pueda recurrir nuevamente a los recortes.
Carne de cerdo. La deflación en China anticipa la necesidad de nuevos estímulos para impulsar la demanda. Foto: EFE
Es una situación inusual en el contexto global, donde la mayoría de bancos centrales congelan o endurecen sus políticas monetarias para evitar que los datos de inflación se mantengan por un tiempo más prolongado.
En el desagregado, los precios de los alimentos en China lastraron 1,7% en julio, apalancados por una caída en el orden del 14% para los valores de la carne, sobre todo porcina (-26%), un producto esencial en la canasta básica de ese país.
Los servicios del gigante asiático, por el contrario, se encarecieron 1,2% al séptimo mes del año, con lo cual la inflación subyacente pasó de 0,4% a 0,8%, el nivel más alto desde enero pasado.
Certezas. La inestabilidad de la economía de China ha perjudicado también la cotización de algunos commodities internacionales, como el cobre y el petróleo.