El terrible caso del 'Apostol de la muerte': el peruano que asesino a 25 personas en Huaral alegando ser un ‘enviado de Dios’
Pedro Pablo Nakada Ludeña, apodado el 'Apóstol de la muerte', confesó haber asesinado a más de 25 personas entre 2005 y 2006 en Lima, bajo delirios religiosos.
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Pedro Pablo Nakada Ludeña, conocido como el 'Apóstol de la muerte', confesó haber asesinado a más de 25 personas entre 2005 y 2006 en la zona norte de Lima. Según declaró a las autoridades, ejecutó los homicidios al aducir de que cumplía las órdenes de Dios para eliminar a drogadictos, delincuentes, trabajadoras sexuales y personas homosexuales.
El criminal, de origen limeño, utilizaba pistolas de calibre 9 milímetros y silenciadores artesanales elaborados con goma de zapatillas. Sus ataques se concentraron en Huaral, Chancay y Huacho, donde disparaba a sus víctimas, la mayoría de las veces en la cabeza. En algunos casos, enterró los cuerpos tras orar brevemente sobre ellos, reforzando la imagen de un asesino motivado por delirios religiosos.
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Pedro Pablo, 'El Apóstol de la muerte': el origen de un asesino en serie
Nakada nació en 1973 bajo el nombre de Pedro Pablo Mesías. En 2003, mediante un proceso de adopción legal, cambió su identidad para llevar un apellido japonés, aunque nunca viajó a Japón. Su primer asesinato ocurrió el 1 de enero de 2005, cuando atacó a Carlos Edilberto Merino en una playa de Chancay. Desde entonces, desarrolló un patrón sistemático: seleccionaba a sus objetivos, los emboscaba y ejecutaba disparos certeros, casi siempre en la nuca.
Aunque afirmaba tener un “criterio moral” para decidir a quién matar, entre las víctimas hubo personas sin antecedentes delictivos. Entre los casos más recordados se encuentran el de un taxista que trasladaba pasajeros y el de una adolescente a la que asesinó para robarle su bicicleta. Estos hechos evidenciaron la contradicción entre su supuesto propósito y la naturaleza indiscriminada de su violencia.
Captura y condena de Pedro Pablo Nakada
El 28 de diciembre de 2006, agentes de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri) lo ubicaron en un taller mecánico. Durante la intervención, Nakada intercambió disparos con los policías y, tras ser reducido, confesó una veintena de asesinatos.
En un primer momento, el Poder Judicial lo condenó a 35 años de prisión. Sin embargo, en 2011, la Sala Penal de Apelaciones de Huaura revocó la sentencia al determinar que padecía esquizofrenia paranoide durante la comisión de los crímenes. En su lugar, se ordenó su internación por 35 años en el pabellón psiquiátrico del penal de Lurigancho, donde continúa bajo custodia. El caso tomó alcance internacional cuando se conoció que su hermano menor, Vayron Nakada Ludeña, fue condenado en Japón por asesinar a seis personas en 2015.

























