Gran cantidad de pota varada en playas de Lima sería insalubre y ocasionaría caída de precios
La aparición masiva de pota en el litoral peruano ha sorprendido a la ciudadanía. Expertos advierten que, si bien su presencia no es inusual, la sobreoferta podría generar efectos adversos en los consumidores.
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Durante todo el mes de junio, la presencia de varazones de pota en distintas partes del litoral costero peruano ha sorprendido a diversos pescadores artesanales del país. El Instituto del Mar del Perú (Imarpe) confirmó a través de sus redes sociales que en zonas como Matarani, provincia de Islay, en Arequipa, aproximadamente 130 metros lineales de litoral se llenaron con la aparición inusualmente del calamar gigante. En Lima, en las playas de Pucusana, Punta Negra, San Bartolo también se ha hecho presente de esta especie; y en ciudades como Paita y Marcona la situación ha sido similar.
Ante ello, el Imarpe ha afirmado que este evento no representa una amenaza para el ecosistema, sino un recordatorio de lo "viva y dinámica que es la naturaleza". No obstante, para los pescadores artesanales que viven de este insumo, bajos precios ofertados sí podría considerarse un factor preocupante.
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La República confirmó que, en el muelle de Pucusana, algunos comerciantes vienen ofreciendo la pota a solo S/0.50 por kilo. En contraste, en las empresas congeladoras —conocidas como plantas, dedicadas a exportar el producto— según detalla, Elsa Vega, presidenta de la Sociedad Nacional de la Pesca Artesanal (Sonapescal), el precio de la pota se encuentra actualmente entre S/2.60 y S/3.00.
Aunque el bajo costo del insumo puede resultar atractivo para el ciudadano de a pie, Miguel Ángel Camacho Huamán, pescador del puerto mencionado, advierte que esta sobreoferta afecta "no solo a los pescadores, sino a toda la población que, en general, vive y mantiene la canasta familiar a través de la pesca". "Se está pagando lo más mínimo, lo cual no va en relación con el trabajo sacrificado del pescador artesanal", declara.
Para Juan Carlos Sueiro, Director de Pesquerías Personal de la ONG Oceana, "el hecho de que la pota esté más cerca de la costa ha permitido que embarcaciones pequeñas, que normalmente no salen a alta mar, accedan a este recurso. Eso ha generado una sobreoferta que ha saturado las plantas de procesamiento y provocado una caída en los precios".
Por su parte, Elsa Vega considera que este exceso del insumo debería ser supervisado por las entidades del Estado, ya que podría estar en riesgo la salud de los consumidores. “Ahora hay un descontrol. Hay embarcaciones informales, como las chalanitas, que recogen la pesca varada, pero no cumplen condiciones mínimas sanitarias. Esa pesca no puede ir a planta”, declaró para La República.
Pota en orillas de litoral peruano podría no cumplir con las condiciones mínimas de salubridad
La pota es una especie migratoria que, en el Perú, según el Ministerio de la Producción (Produce), involucra a 4,475 embarcaciones artesanales y genera empleo directo para más de 14,000 pescadores, beneficiando a una población estimada en 70,000 personas. Se trata de una de las pesquerías más activas del país, consolidándose como la principal actividad del sector artesanal y como uno de los pilares de la industria de productos hidrobiológicos congelados para exportación.
Desde Imarpe, se ha advertido que la presencia de este calamar en el litoral durante el mes de junio podría deberse a que “los movimientos de masas de agua cálida y salina, combinados con mar agitado, probablemente empujaron a sus presas hacia zonas costeras, siendo seguidas por la pota. Algunas terminaron varadas, un desenlace poco común, pero natural”, señaló la entidad en un comunicado de prensa.
Si bien no se trata de un fenómeno inusual, su aparición ha provocado una caída en los precios en los mercados locales de la capital en vísperas del Día del Pescador. En esa línea, Elsa Vega alerta que "si su presencia en altamar persiste, considerando su naturaleza depredadora, podría afectar la disponibilidad de especies marinas que son capturadas por pescadores de orilla, impactando directamente en su economía".
Por su parte, Javier Bustamante, pescador artesanal de Pucusana, también expresó su preocupación ante la presencia de gran cantidad de pota en la orilla. "La pota es un animal depredador. Cuando pase este fenómeno la vamos a pasar mal. Todo va a quedar limpio porque la pota se come todo a su paso. [Sumado a que] por estos días no hay pesca ni descarga de pota por motivo de la fiesta patronal de San Pedro”, acotó.
"Mi padre, quien tiene años de experiencia en el puerto de Pucusana y es un referente de la pesca artesanal de aquí, me comenta que esto ya ha pasado en otros tiempos. Después de esta varada de pota viene una escasez a mayor escala, ya que está acabando con todos los animales de nuestro puerto", sentencia Camacho Huamán.
En ese sentido, Renato Gozzer Wuest, ingeniero pesquero y miembro de la organización Innovations for Ocean Action Foundation, nos confirma que este tipo de fenómenos si bien no son anómalos, deberían alertar a entidades como Autoridad Nacional de Sanidad e Inocuidad en Pesca y Acuicultura (Sanipes) sobre está en las condiciones salubres para el consumo del insumo. "Habría que preguntarse si existe alguna condición que impida su consumo. De ser así, simplemente no debería comercializarse como materia prima aprovechable", declara para este medio.
El ordenamiento de la pesca sostenible de la pota: norma que aún falta regular
El año pasado, según denunciaron pescadores artesanales y gremios del norte del país, la presencia de embarcaciones chinas fue la causante del drástico incremento en los precios de la pota. En algunas regiones, como Piura, el kilo de pota congelada llegó a venderse hasta en S/22, cuando usualmente no superaba los S/4.
A inicios del 2025, a través de la Resolución Ministerial N.° 00051-2025-PRODUCE, el Ministerio de la Producción aprobó el nuevo Reglamento de Ordenamiento Pesquero (ROP), el cual demoró más de 15 años en ser modificado, con el objetivo de asegurar el aprovechamiento sostenible del calamar gigante o pota (Dosidicus gigas). "Este nuevo ordenamiento representa un paso importante para consolidar la pesquería de pota como una actividad sostenible y competitiva, asegurando el bienestar de miles de pescadores artesanales y fortaleciendo el desarrollo económico del país y la seguridad alimentaria", aseguró en marzo el viceministro de Pesca y Acuicultura, Jesús Barrientos.
Con la regulación anterior se permitía, como arte de pesca, el uso de la red de cerco mecanizado, la cual era criticada por aumentar el riesgo de afectar a otras especies. En cambio, la línea potera consiste en capturar una a una las presas mediante un cordel con un señuelo y un anzuelo, y es considerada un método ambientalmente más seguro.
En la práctica, la pota es un recurso capturado exclusivamente por el sector artesanal. Actualmente, 3.404 embarcaciones artesanales han sido formalizadas; no obstante, solo el 53% de ellas ha implementado el Sisesat, un mecanismo diseñado para localizar, seguir y supervisar las actividades de las embarcaciones pesqueras, con el fin de asegurar el cumplimiento efectivo de la normativa legal vigente en materia de pesca.
No obstante, pese a que la modificación del reglamento ha sido bien recibida por el sector, Elsa Vega asegura que, si bien este año la presencia del recurso y la nueva norma permitieron recuperar pérdidas pasadas, la abundancia del recurso y la pesca excesiva han generado que el precio de la pota se desplome a valores que “ya no son económicamente viables (…) De nada sirve que haya abundancia si el precio es tan bajo que, cuando salimos a pescar, perdemos”, sostiene.
"Todo se resume en que el Estado debe ordenar este sector, incrementando la fiscalización en los muelles, verificando que solo los barcos legales descarguen el producto y erradicando cualquier intento de formalizar embarcaciones construidas en la ilegalidad. Todo esto nos afecta directamente y también perjudica a miles de familias. Mientras no ordenemos este sector, estaremos expuestos a estos eventos que generan pérdidas para los pescadores, los exportadores, el propio Estado y el recurso en sí", finalizó Vega.
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