Quechua y aymara son incluidos en Google Translate
Inclusión. Perú celebra la incorporación del quechua y el aymara en el traductor de Google. Al menos 1 de cada 10 personas habla estas lenguas originarias en la actualidad, afirma especialista.
En “La entrevista”, Paola Ugaz conversó con Américo Mendoza, literato y docente en lenguas andinas, sobre la llegada del quechua y el aymara al mundo digital, luego de que Google anunciara la incorporación de ambos idiomas originarios del Perú.
- ¿Cómo se ha logrado esto? ¿Por qué no se hizo antes?
El quechua tiene una gran tradición oral. Desde los 70, han habido esfuerzos para que tenga una presencia en los medios. Una pionera fue Rosa Palomino, que lamentablemente falleció hace algunos meses. Ella fue pionera de la radiodifusión en quechua y aymara. Asimismo, al inicio del año 2000, Irma Álvarez Ccoscco, activista quechua, trabajó con videojuegos y diccionarios digitales.
Lo que vemos con Google es un paso más en iniciativas que han comenzado desde el año en mención. Nos da más perspectiva. El gran reto es que el quechua se encuentra principalmente en el espacio oral, pero ha habido gente que ha venido trabajando para este gran momento, es una gran noticia.
- ¿Cómo hacer que esta herramienta se expanda?
Al menos 1 de cada 10 personas habla quechua; sin embargo, ¿realmente nuestra sociedad refleja eso? La respuesta simple es que no. Creo que la existencia de una herramienta como la de Google Translate es una invitación para que nosotros mismos tengamos este ánimo intercultural.
Siempre a los quechuahablantes e aymarahablantes se les pide ser interculturales, que entiendan al resto de la sociedad, cuando cada uno de nosotros también tenemos esta responsabilidad.
Con Google Translate creo que se va a lograr reconocer en nuestra vida cotidiana la presencia del quechua, porque muchas veces se piensa que es una lengua muerta. Sin embargo, no nos damos cuenta que palabras que usamos todos los días, como papa, cancha, palta, tienen un origen en el quechua.
- Cuando pasó el conflicto armado interno, según la Comisión de la Verdad, el 75% de las víctimas tenían al quechua u otras lenguas originarias como idioma materno. Tener este idioma se volvió parte del estigma, eras tildado de ‘terruco’ ¿Cómo se podría cambiar esta mirada con esta herramienta?
Algunas personas pueden decir: ‘¿Para qué invertir en el quechua? ¿Para qué esforzarnos si es una lengua que no tiene futuro?’ En realidad, no es que no tenga oportunidades solo porque sí; sino que ha habido una supresión de manera sistemática. Hace 100 años, a inicios del siglo XX, se calcula que casi el 70% del Perú hablaba una lengua distinta al español.
En el 70, un 25% lo hablaba, y ahora es un 13%. Esto no ha pasado de casualidad. El quechua significó ser sospechoso, foráneo en tu propio país, ser un peligro. Tenemos que ver cómo romper ese estigma, y no solo para preservar la lengua; sino para servir a la población.
A veces el debate está en ‘¿cuál es el futuro del quechua?’, pero la pregunta en realidad es ‘¿cuál es el presente del quechua?’ y, si el Estado, los Gobiernos, las empresas están sirviendo a estos ciudadanas y ciudadanos.
- Américo, ¿cómo llegas a Harvard? ¿cómo es que difundes la cultura andina?
Soy peruano. Estudié en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; cuando estudiaba literatura, en esa época, sentía que esta era solo lo publicado en libros, y eso dejaba de lado muchas tradiciones orales, muchos bailes que ahora consideramos literatura viva. Afortunadamente, habían profesores interesados en la tradición oral y, además, San Marcos es la universidad que tiene la cátedra de quechua más antigua del mundo. Para graduarse de San Marcos, en el siglo 16, 17, era necesario saber quechua y, por eso, ofrece las clases hasta el día de hoy. Tuve la oportunidad de estudiarlo. Luego continué mis estudios con profesores y viviendo un tiempo en Cuso.
Para mi doctorado, decidí incluir el tema del quechua. Luego trabajé en la Universidad de Pensilvania, donde pude comenzar un programa de quechua y cultura andina, pero no solo ofrecemos clases; sino intercambio académico. Los hablantes tienen que venir y compartir su conocimiento. Hay una beca donde una persona cada año viene a Estados Unidos y enseña quechua con todo pagado.