Sociedad

Coronavirus en Perú: planta de vacuna rusa contra la COVID-19 estaría lista en el 2023

Ciencia made in Perú. Ministro Cevallos señala que tratativas serán de gobierno a gobierno con Rusia. Según expertos, la tecnología de la farmacéutica Gamaleya podría ser usada para producir antídotos contra otras enfermedades endémicas.

Dosis. La vacuna Sputnik V tiene una alta efi cacia contra el Covid-19. Se requieren 2 dosis. Foto: difusión
Dosis. La vacuna Sputnik V tiene una alta efi cacia contra el Covid-19. Se requieren 2 dosis. Foto: difusión

La planta de producción de vacunas contra el Covid-19 anunciada el lunes como un tema prioritario por el Gobierno podría concretarse en el 2023, estimó el ministro de Salud, Hernando Cevallos.

Según dijo, hay un interés del Gobierno ruso por llevar a cabo los tratados comerciales y realizar la transferencia de tecnología al Perú.

Aunque no se sabe la inversión, Cevallos señaló que el desarrollo de esta planta es un tema necesario y que las negociaciones con Rusia serán de gobierno a gobierno.

Al respecto, el exministro de Salud Óscar Ugarte refirió que es poco probable que la planta se concrete el 2023 porque “esto toma tiempo” y “más bien lo que se debe exigir a Rusia es la llegada de las vacunas programadas para setiembre”.

Según el virólogo Juan More, la tecnología de la vacuna rusa es vectorizada, es decir, usa dos componentes para generar inmunidad. Y esta tecnología se puede emplear para vacunas de otras enfermedades, no solo Covid-19. “Puede servir para el virus de la influenza y se puede ir modificando el objetivo para el dengue y el chikungunya”.

“Se debe incluir en el acuerdo que la tecnología y el conocimiento que se transfiera al Perú no solo sirva para diseñar la vacuna Sputnik V, sino también permita diseñar y preparar otras vacunas de importancia para el país”, refirió.

Vacunas made in Perú

Ahora bien, el Perú no es ajeno a las vacunas. En la década de los 70 se producía una contra la viruela y se la exportaba a Canadá, Ecuador y Bolivia. Esta era liofilizada (en polvo) y no necesitaba una gran cadena de frío. Sin embargo, se dejó de hacer porque la enfermedad fue erradicada en el mundo.

Pero no todo quedó ahí. El Instituto Nacional de Salud (INS) desarrolló una vacuna contra la rabia canina y eso permitió controlar la enfermedad y a la fecha tenemos la capacidad de seguir fabricándola.

Otra vacuna que se elaboraba en el país hasta 2014 era contra la rabia en humanos, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió cambiar la tecnología que se usaba en ese entonces (cultivos en cerebro de ratón) tras reportarse algunos efectos adversos.

Luego, en ese año, hubo una iniciativa para producir una vacuna contra la fiebre amarilla. El doctor César Cabezas, exjefe del INS, lideró una asociación con el Instituto Pasteur de Francia para la transferencia de tecnología. Se firmó un convenio, pero no hubo políticas de Estado que dieran continuidad, y el proyecto quedó en el olvido.

Actualmente, el INS produce solo la vacuna contra la rabia canina y sueros antiofídicos como antídoto contra mordeduras de serpientes y arañas.

INS

Avance. El INS elabora vacunas contra la rabia canina

Por ello, dependemos de otros países como Brasil para obtener vacunas contra la fiebre amarilla, contra la rabia en humanos y contra la mordedura de murciélagos.

En ese contexto, se necesita tener autonomía para responder a enfermedades autóctonas, porque los grandes laboratorios no fabrican estas vacunas al no ser rentable para ellos, explica Cabezas.

El experto agrega que se requiere infraestructura, equipamiento, insumos, recurso humano capacitado y también transferencia tecnológica.

Y en ese espacio, la Organización Panamericana de Salud (OPS) busca mitigar el impacto de la pandemia a través del fortalecimiento de capacidades entre los países y abre la posibilidad de fabricar vacunas en Latinoamérica, dice Cabezas.

Por su parte, el especialista en Salud Pública, Ernesto Gozzer, señala que es estratégico tener una planta de producción de vacunas en el Perú porque existe la probabilidad de que surjan nuevas pandemias.

Según anota, sería importante apostar por una planta de producción de vacunas con tecnología ARN mensajero, como la de Pfizer y Moderna, pues esta tiene muchas posibilidades para otras vacunas. El paso siguiente, dice Gozzer, sería armar una plataforma entre el Estado, la academia y la empresa privada con el fin de crear un ecosistema para la investigación y producción de vacunas.

“Esto no es un trabajo que se hace de la noche a la mañana, requiere de esfuerzo colaborativo en el que estén el Estado, la academia y la empresa, tanto nacional como internacional”.

Y el exministro Víctor Zamora coincide en que se necesita inversión pública y privada para la infraestructura, los equipos y la formación del recurso humano y su continua actualización.

“Lo que construyas, entrenes o equipes, si no se sostiene con la plata pública, va a quedar en desuso. Estas tecnologías se renuevan a una velocidad impresionante”, asegura.

Dos países en Latinoamérica tienen acuerdos para producir vacuna rusa

Argentina y Brasil son los únicos países en Sudamérica que tienen acuerdos para producir la vacuna rusa Sputnik V. Ahora, se sumará el Perú a la lista.

Esta vacuna ha sido autorizada en 70 países. Sin embargo, la demanda ha sido mucho más alta que la oferta, y la mayoría de los países que firmaron acuerdos están en problemas por falta de dosis.

El virólogo Juan More Bayona refiere que la vacuna rusa tiene una efectividad de entre el 91% y 95% contra el Covid-19.

Por otro lado, Chile firmó un acuerdo con la empresa china Sinovac para la fabricación y la producción de vacunas. Para este fin se anunció la instalación de dos plantas de Sinovac.

Brasil también producirá vacuna de Pfizer para distribuirla en Latinoamérica. El acuerdo prevé la transferencia técnica, desarrollo local e instalación de equipos; acciones que comenzarán para iniciar la fabricación en gran escala a partir del 2022.

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