Política

Javier Azpur: “Boluarte no es consciente de sus errores; el diálogo llega tarde y no asume responsabilidad”

El analista Javier Azpur considera que el Gobierno no logrará tranquilizar a la población que protesta.

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El analista Javier Azpur considera que el Gobierno no logrará tranquilizar a la población que protesta porque la búsqueda de diálogo llega tarde, con casi 30 muertos, calificaciones de vándalos a los manifestantes y sin reconocer responsabilidad. Destaca el factor identitario respecto al expresidente Pedro Castillo en los ciudadanos que se movilizan.

—Boluarte busca aminorar protestas en regiones diciéndoles que ella no complotó contra Castillo. ¿Servirá eso para una reducción significativa?

—No es consciente de sus serios errores. Gobierno y Congreso manejaron muy mal el escenario posvacancia. Este inicio de diálogos en regiones llega tarde, luego de casi tres decenas de asesinados y que catalogaron de terroristas y vándalos a una ciudadanía indignada. Boluarte le dice que no tiene responsabilidad. ¿De dónde salió el estado de emergencia? Y dice que no pueden abordar lo que plantea la población, como elecciones en 2023. Si no tiene responsabilidad, no reconoce errores y no puede dialogar sobre demandas centrales de la población, ¿cómo entiende un diálogo?

—Ella menciona demandas de obras y servicios para resolver problemas de la población...

—Detrás de esta reacción ciudadana, hay problemas estructurales de marginación y desigualdad que nuestras élites se han negado a entender y resolver. Con Pedro Castillo en el gobierno tuvieron un discurso de menosprecio y racista que la población andina, especialmente la campesina y comunera, sentía como afectaciones directas contra ellos. Sobre eso no hay una palabra de parte de Boluarte. Piensa que ofreciendo obras responderá a esta expresión ciudadana que refleja indignación, rabia acumulada y problemas que deben ser abordados. No se resuelven regalando dinero.

—¿Qué alimenta principalmente estas protestas?

—La gente tenía profunda identificación con la presidencia de Castillo. La estrategia del fraude, desconocer la votación de lugares de marcada población campesina, decir que era engaño o ignorancia continuó: en redes sociales y medios, Castillo era burro, ignorante... ¿Cómo lo toman quienes siempre han sido marginados? Eso ha generado una explosión social que no entienden el Gobierno ni la clase política. Hay que reconocer que somos una sociedad que ha vivido de espaldas a un amplio sector de la ciudadanía y nuestras élites no han desarrollado iniciativas capaces de resolver eso. Ese es el debate de fondo y Boluarte no lo entiende, aunque proviene de una región con alta población campesina, rural, indígena. El discurso del terruqueo y que esto es algo de agitadores y vándalos profundiza el resentimiento. Esto no se resuelve por anunciar elecciones para el 2024 o reformas. La gente tiene preocupación de qué cambios quiere hacer el Congreso. Vemos que le interesa reelección, bicameralidad: generar condiciones para ellos.

—¿La ineficiencia de Castillo no llegó a romper esa identificación de esa población?

—No. Ese factor identitario era “somos excluidos y menospreciados” y uno de ellos llegó al Gobierno. Esa identidad es muy fuerte y trascendió la mediocridad de Castillo, que abandonó propuestas de cambio y repitió prácticas de patrimonialismo y corrupción. Pese a eso, la gente mantiene una identificación y siente que hubo gobiernos tan o más corruptos y nunca se actuó como con Castillo porque es rural y andino. Reconocer eso no es perdonarle sus barbaridades y corrupción, sino ver cómo plantear el diálogo con esa población andina y campesina.

—¿Cómo ves el uso que hace Boluarte del quechua?

—Hablar en quechua no es sinónimo de entender a la población campesina. Puedes hablarlo, pero si tu discurso es de menosprecio, terruqueo, llamados al diálogo con presencia militar y reuniones selectivas... En Cusco fue con cámaras de comercio, turismo, colegios profesionales. No hay estrategia para que organizaciones movilizadas encuentren canales para expresarse y avanzar acuerdos.

—¿Hay azuzadores con agenda detrás que se aprovechan del descontento de la gente?

—Es un elemento innegable. Casi tres cuartas partes de la población está en la informalidad. Actividades de minería ilegal o informal o tala ilegal son parte de la población excluida. ¿Hay expresiones de vandalismo y violencia? Sí, pero calificar eso como una maniobra de terrorista es desproporcionado. Hay problema serio también de nuestro servicio de inteligencia.

—¿Hay financiamiento de sectores ilegales, como narcotráfico y minería ilegal?

—No lo sé. Si están identificados esos financistas, narcotraficantes, ¿por qué no se actúa sobre ellos? ¿Por qué se generaliza? No sé si el temor, si este escenario de muerte y de violencia con que ha sido respondida la movilización evite que las protestas continúen; lo dudo, pero se está generando que este resentimiento se profundice.

—Boluarte dice ser de izquierda, pero no de la radical que quiere destrozar la patria...

—La composición de su gobierno no habla ni de una izquierda radical ni siquiera de una corriente centrista o socialdemócrata. Como jefe de DINI puso a alguien formado en el servicio de inteligencia de Montesinos y que tiene discurso de derecha extrema. En Educación, alguien que defiende la contrarreforma universitaria y que designa funcionarios enfrentados a la reforma educativa y la generación de valores de equidad e inclusión. Uno se pregunta qué entiende Boluarte por ser de izquierda democrática. Está haciendo un gobierno respaldado por los sectores más de derecha del Congreso y sustentado en la acción de las fuerzas armadas. Es la realidad.

—¿Qué debe hacer Boluarte?

—Señalar que hay que repensar los plazos que ha puesto por el Congreso. Debería de manera inmediata levantar el estado de emergencia. No es posible hablar de diálogo y paz cuando les has quitado derechos a la población y abierto puertas a una represión indiscriminada. Debe desarrollar mecanismos para que estas organizaciones movilizadas puedan realmente ser referentes de un diálogo, en una conversación, no solo hablar con algunos seleccionados.