Antonio Maldonado: “Me sorprende hasta dónde ha llegado el equipo Lava Jato sin apoyo institucional”
El exprocurador analiza la decisión tomada por el Poder Judicial de prescindir de las declaraciones de Marcelo Odebrecht y otros directivos en el juicio contra Ollanta Humala y Nadie Heredia. “No porque lo decidió la Corte Suprema de Brasil, el Poder Judicial peruano está obligado a acatarlo de manera estricta. Todo tiene que ser debatido”.
La decisión de que Marcelo Odebrecht y otros cuatro exdirectivos de la constructora brasileña Odebrecht ya no participen como testigos en el juicio seguido en el Perú contra el expresidente Ollanta Humala y su esposa, Nadine Heredia, es analizada por el exprocurador Antonio Maldonado.
—¿Cuál es el efecto que puede tener la decisión de prescindir de las declaraciones de Marcelo Odebrecht y otros en el juicio contra Ollanta Humala y Nadine Heredia?
—Hay un impacto estrictamente judicial y otro político. Sobre el primero, es un obstáculo más de los muchos que ha enfrentado el Equipo Especial Lava Jato y no será el último. Desde un comienzo se preveía una alta probabilidad de impunidad porque este es un caso de delincuencia de poder asociada a la corrupción empresarial. Lo que ha hecho la Corte Suprema de Brasil es emitir una decisión que se suma a una corriente de impunidad que ha venido marcando. Se ha traducido en hechos concretos como que el señor Lula se encuentra excluido de los procesos cuando, materialmente, estuvo muy involucrado en todos ellos. Se ha dicho que no procede el testimonio de Odebrecht, pero no se ha pronunciado sobre Jorge Barata.
—Quien tiene firmado un acuerdo de colaboración eficaz.
—Es correcto.
—Justamente, el Poder Judicial anunció que en el juicio oral contra Humala se resolvió convocar como testigo a Barata para el 10 de octubre.
—Es que una de las pruebas importantes del caso Lava Jato es la colaboración eficaz de Barata.
—¿Qué pasaría si Barata decidiera no asistir?
—Por el acuerdo, está obligado. Si no cumple, tendrá que asumir las consecuencias: ningún beneficio y procesamiento como imputado.
—¿Basta lo de Barata para construir el caso?
—Lo que yo creo es que el equipo especial tiene una teoría del caso verídica. Es decir, no es un caso construido artificialmente, no es algo imaginado con el afán de perseguir a la expareja presidencial y a los demás involucrados en las investigaciones. Los hechos son ciertos. Pero claro, apenas salió la decisión de la Corte Suprema de Brasil aparecieron estos pregoneros de la impunidad que salieron a decir que el caso Humala-Heredia se iba a perder y que estaba irremediablemente condenado al fracaso. Eso dista mucho de ser verdad.
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—¿El caso Humala-Heredia está lejos del fracaso?
Quiero decir que está lejos de esa narrativa, impulsada, entre otros, por los abogados de Humala y otros vinculados con casos parecidos.
—Justo sobre eso, ¿es posible que otros investigados por el caso Lava Jato puedan recurrir al mismo argumento que la defensa de Humala-Heredia?
—Sin duda va a ser así, y el caso más próximo es el de Keiko Fujimori, me parece. Pero habrá que ver hasta qué punto el argumento que viene de Brasil sobre la supuesta invalidez de la información derivada de los sistemas Drousys y MyWebDay es correcto. Acá hay un tema de soberanía judicial. No porque lo decidió la Corte Suprema de Brasil, el Poder Judicial peruano está obligado a acatarlo de manera estricta. Todo tiene que ser sometido a debate, a una evaluación.
—De acuerdo, pero por lo pronto la consecuencia es la que conocemos. Por eso le consultaba si otros investigados podrían recurrir a esta misma argumentación.
—Es probable que así sea. De hecho, me sorprendería que no fuera así. La consecuencia de este tipo de argucias de la defensa solo se verá reflejada en el momento de la sentencia. Por eso, desde lo jurídico se necesita un debate. Y desde lo político, la consecuencia, como le digo, es la aparición de los heraldos de la impunidad, que vienen señalando que el equipo Lava Jato ha fracasado y que no ha hecho nada. Eso también es falso. Hay que decirlo.
—Este es un punto interesante. Porque sí hay una crítica ante el trabajo de los fiscales, que consiste en que el impulso inicial —que estuvo marcado por prisiones preventivas, aunque algunos expertos han advertido que se abusó de esta figura— se ha ido perdiendo con el tiempo. ¿Qué piensa usted?
—Mire, las valoraciones que han hecho muchos expertos son desde fuera de los casos. Se les imputa a los fiscales esto que usted dice, lo de las prisiones preventivas y lo de los avances del caso, que no hay resultados. Pero se obvian dos temas.
—¿Cuáles?
—Primero, que el Poder Judicial ha desactivado, desde hace tiempo, este subsistema especial de jueces anticorrupción que fue creado por la magistrada Susana Castañeda. Ya no hay jueces especiales anticorrupción. Y a pesar de que la Procuraduría pidió que se restablezca este sistema, no se hizo. El caso es que la carga procesal es enorme. No hay un juez dedicado a tiempo completo. Lo segundo, es la actividad procesal obstruccionista de la defensa. Porque en el Perú los abogados sobre todo de los estudios grandes pueden hacer lo que les dé la gana. Tan es así que pueden amenazar o boicotear la política criminal del Estado en materia de lavado de activos. Eso pasó con la casación de Arequipa, un complot generado desde la abogacía. Hace muchos años se quiso traer al Perú los estándares del comportamiento de los abogados de Estados Unidos y los colegios de abogados, empezando con el de Lima, se negaron de manera sistemática. La estrategia no es el debate jurídico, sino demorar los casos todo lo que pueden. Me sorprende hasta dónde ha llegado el Equipo Especial Lava Jato sin apoyo institucional interno. Habría que preguntarle a la señora fiscal de la Nación (Patricia Benavides) qué apoyo ella le está dando a ese equipo de fiscales. Lo que yo sé es que no solo no les da apoyo, sino que usa al órgano de control interno del Ministerio Público para acosarlos. Y el apoyo de los antecesores de Benavides fue muy tenue.