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¿Cómo es La Pista, el aeropuerto abandonado de Colombia donde se refugian miles de familias venezolanas?

Muchas de las familias que viven en La Pista, considerado uno de los mayores asentamientos informales de América Latina, tienen como líder a una mujer. Conoce AQUÍ cómo son sus condiciones de vida.

En La Pista,  se refugian entre 12.000 y 15.000 niños, adultos y ancianos. Foto: composición LR/BBC News Mundo - Video: Canal 26 Noticias
En La Pista, se refugian entre 12.000 y 15.000 niños, adultos y ancianos. Foto: composición LR/BBC News Mundo - Video: Canal 26 Noticias

La Pista no solo es uno de los aeropuertos abandonados en Colombia, sino que se ha convertido en uno de los más de 40 asentamientos de migrantes venezolanos que hay en Maicao. Ahí se refugian entre 12.000 y 15.000 niños, adultos y ancianos que, con plásticos, costales u otros productos básicos, han hecho sus campamentos.

De los siete millones de venezolanos que salieron del país tras la crisis humanitaria originada por el régimen de Nicolás Maduro, alrededor de tres millones están en Colombia. Las cifras oficiales datan que 200.000 se encuentran en La Guajira y la mitad de ellos en Maicao. Además, en Uribia, un municipio cercano, también hay un refugio con 10.000 migrantes en un aeropuerto con las condiciones de La Pista.

¿Cómo viven los migrantes en uno de los mayores asentamientos informales de América Latina?

En La Pista, más de la mitad de los migrantes son indígenas wayuu, el otro grupo pertenece a una influyente comunidad árabe y la gran mayoría son binacionales.

Tanto para Colombia como para Venezuela, se trata de la región más pobre y con precarias condiciones de vida, pues no hay acceso a agua potable, luz y cobertura. Por si no fuera suficiente, deben lidiar también con los grupos armados en la frontera donde trafican drogas.

No hay otra opción, "los migrantes se quedan en Maicao porque no tienen la posibilidad de moverse más", señala Alejandra Castellanos, jefa de la oficina en Maicao de Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados.

Asimismo, Castellanos argumenta que otra razón para que los refugiados se queden en La Pista es porque "están cerca de su gente que quedó en Venezuela. Muchos van y vienen, porque las condiciones estructurales son difíciles en ambos países. La pregunta es dónde sobrevivir y la respuesta está en un lugar distinto cada vez. La migración sigue aumentando".

Un aeropuerto de la década 50 en Colombia

Este espacio fue inaugurado en la década 50 de Colombia, pero a finales de siglo se prohibieron los vuelos y terminó siendo abandonado.

Desde hace 7 años, una comunidad se refugió en la torre de control, la cual llamaron “Torre de la Majayura”. Actualmente, es la manzana 1 de La Pista, asentamiento al que en los últimos cuatro años han llegado miles de familias venezolanas. "La Pista es como un obstáculo más que vamos a pasar en nuestras vidas y que nosotros podemos atravesar porque nosotros somos guerreros, somos luchadores", asegura una joven de 18 años llamada Gelimar del Carmen Palmar, pero conocida como Dulce. "Acá todos somos hermanos y eso es lo chévere", resalta.

 La Pista es un asentamiento ubicado en al antiguo aeropuerto de Maicao, en Colombia. Foto: composición LR/BBC/Diario Criterio<br>

La Pista es un asentamiento ubicado en al antiguo aeropuerto de Maicao, en Colombia. Foto: composición LR/BBC/Diario Criterio

Su “hogar” fue hecho con bolsas plásticas y comparte su cama con dos de sus hermanas. "Pero no por vivir acá me siento menos. Yo me siento orgullosa de mí misma, porque nunca pensé que fuera a vivir así y fuera capaz de soportar tanto", dijo.

Tal y como señala BBC News Mundo, muchas de las familias que viven en La Pista tienen como líder a una mujer, quienes trabajan como recicladoras de basura, venden café y artesanías, y recolectan agua salada para bañarse y lavar los servicios.

Con respecto a los niños, son considerados la población en mayor riesgo en La Pista. Yusmelina Ávila es líder de la comunidad en la manzana 4, donde gestiona un centro de formación para menores llamado Aldeas. De acuerdo a la “profe Yusme”, como la llaman sus alumnos, la clave para protegerlos es mantenerlos ocupados. “Acá se pierden rápido, así que hay que darles qué hacer”, señaló.