La trágica razón por la que Japón tiene muy pocos tachos de basura en sus calles
Aunque algunos pueden creer que la nación japonesa no requiere de papeleras por su cultura de limpieza, la verdadera razón surge en 1995. Esta es la historia.
La cultura del orden y la limpieza que poseen los japoneses impactó a muchos en el último Mundial de futbol de Qatar 2022, cuando demostraron sus buenas costumbres al dejar completamente pulcros los estadios en los que jugaba su selección. Sin embargo, estas prácticas no son tan inusuales en Japón, donde las calles lucen impecables a pesar de contar con muy pocos tachos.
Esto lleva a que muchos turistas sufran de un gran choque cultural cuando visitan el país, ya que allí los ciudadanos suelen guardar sus propios desechos hasta cuando llegan a su casa, donde clasifican sus residuos para reciclarlos. Pero, aunque muchos pensarían que esto se debe a la idiosincrasia de su sociedad, también tiene como antecedente un trágico hecho que marcó a esta nación.
En 1995, más de mil personas resultaron afectadas por un atentado con gas sarín en los tacho de basura del tren de Tokio. Foto: Clarín
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El ataque de los Aum Shinrikyo
En la década de los 80, surgió en Japón un grupo espiritual que unía las creencias hindúes y budistas, incluyendo algunas profecías cristianas apocalípticas. Esta se hacía llamar Aum Shinrikyo o “verdad suprema”, y reunía a miles de jóvenes que, con el tiempo, pasaron a estar convencidos de que el mundo iba a terminar en una Tercera Guerra Mundial y de la cual solo ellos sobrevivirían.
Así, este culto se tonó cada vez más violentos, secuestrando, hiriendo y hasta matando a personas con agentes químicos y biológicos, tal y como lo hicieron aquel fatídico 20 de marzo de 1995.
Las autoridades tuvieron que limpiar todos los vagones del tren para disipar el gas sarín. Foto: captura Jornal Conectado/YouTube
Aquel día, en plena hora punta, la secta ingresó a distintas estaciones del metro de Tokio provisto de bolsas llenas de gas sarín que dejaron en los botes de basura. Tras destruir las bolsas, liberaron el tóxico elemento que bloquea la transmisión de los impulsos nerviosos, y cuyo efecto le causó la muerte a 12 personas e hirió a, al menos, otras 1.000.
Este atentado dejó una fuerte marca en el pueblo nipón, quienes hasta ese entonces creían que gozaban de una seguridad inigualable. Por ello, las autoridades optaron por retirar los contenedores de basura y papeleras de muchas áreas públicas, sobre todo de las estaciones de trenes.
Aunque aún hay uno que otro contender, estos permanecen bajo constante resguardo policial. Incluso, ciudades como París y Londres optaron por medidas similares, aunque no en el mismo nivel.