Trump no logra la paz: la guerra entre Rusia y Ucrania persiste y las víctimas se multiplican tras casi 4 años
El 20 de noviembre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump aprobó un plan de paz de 28 puntos para intentar poner fin a la guerra. Posteriormente, este fue reducido a 19 puntos.
- Trump asegura que a Putin "le gustaría que terminara" la guerra con Ucrania tras conversaciones en Moscú
- Putin rechazó algunas propuestas de Estados Unidos sobre la paz en Ucrania, pero está dispuesto a seguir negociando

La invasión rusa de febrero de 2022 abrió un conflicto que transformó el mapa geopolítico europeo, desencadenó sanciones, provocó desplazamientos masivos y generó un profundo desgaste para Ucrania. Casi cuatro años después, surgió lo que parecía una nueva ventana de oportunidad: el 20 de noviembre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó un plan de paz de 28 puntos elaborado por figuras cercanas a su administración. Sin embargo, pese al despliegue diplomático, los resultados tangibles siguen siendo nulos, y la promesa de Trump de poner fin rápidamente a la guerra continúa sin cumplirse.
El 23 de noviembre, Estados Unidos y Ucrania celebraron su primera reunión en Ginebra, la cual fue descrita por el portavoz ucraniano Andriy Yermak como “muy productiva”. La Unión Europea exigió participar en el proceso; sin embargo, Rusia rechazó de inmediato sus aportes, lo que reafirmó su escasa disposición a un enfoque multilateral. Días después, Ucrania redujo el plan de 28 a 19 puntos tras eliminar algunas de las demandas más ambiciosas atribuidas al Kremlin, aunque asuntos centrales, como las concesiones territoriales, quedaron postergados. Moscú, por su parte, anunció que intentaría reelaborar partes del documento.
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Mucho diálogo, pocas soluciones
Posteriormente, Washington y Kiev sostuvieron otro diálogo en Florida, aunque la dinámica bilateral continuó siendo frágil y no se alcanzaron acuerdos concretos. Marco Rubio, secretario de Estado de EE.UU., declaró que la sesión fue “productiva” pero “difícil”, y que aún quedaba “mucho trabajo por hacer”. Agregó que cualquier solución requería también la participación de Moscú.
El 2 de diciembre, Putin recibió durante cinco horas a los enviados de la Casa Blanca. A pesar de la extensión del encuentro, el Kremlin admitió la existencia de discrepancias en los puntos esenciales del plan de paz. "La parte estadounidense ha enunciado sus propuestas, pero no estamos más cerca de resolver la crisis en Ucrania y queda mucho trabajo por hacer", reconoció Rusia.
Luego, Trump sorprendió al asegurar que, según lo observado por sus enviados, el presidente ruso “deseaba que la guerra terminara” y que quería “volver a una vida más normal”. En contraste, la postura de Moscú expresada en otras declaraciones, como su insistencia en tomar la región del Donbás —una de las principales exigencias del Kremlin—, evidenció la falta de un compromiso genuino con ceder en los temas centrales del conflicto.
Putin parece decidido a no ceder en la guerra
La analista rusa Tatiana Stanovaya señaló a The Guardian que la reunión con los enviados estadounidenses “nunca fue una negociación”, sino una presentación unilateral de las condiciones de Rusia.
Para el internacionalista Juan Velit, en declaraciones a La República, es evidente que algunos puntos del plan inicial de Trump, que califica como " excesivamente ambicioso", fue consultado con Putin sin considerar a Zelenski. "Él más que la paz busca salir airoso para mostrar pruebas de su labor pacificadora. Es posible que sus negociadores busquen lograr acuerdos privados", señaló.
Por su parte, Steve Rosenberg, de la BBC, añadió que el presidente ruso intenta proyectar la imagen de que nada podrá obligarlo a modificar su rumbo, ni la presión europea ni una eventual administración de Trump.
A ello se suma la fragmentación internacional: la Unión Europea exige participar en las negociaciones, Ucrania respalda el proceso por una necesidad estratégica, Rusia lo tolera mientras lo utiliza como herramienta de presión y Estados Unidos intenta presentarlo como un avance.
Un conflicto que no parece tener fin
Al mismo tiempo, los bombardeos continúan. A finales de noviembre, Zelenski reportó una ofensiva rusa con 36 misiles y cerca de 600 drones, que dejó heridos y muertos en Kiev, además de nuevos ataques sobre Jersón y Odesa, donde miles de personas quedaron sin electricidad ni calefacción. Desde el inicio del conflicto hasta la fecha, se estima que las bajas —entre muertos y heridos— oscilan entre 400.000 y 1,5 millones.
Todo este panorama revela un contraste doloroso entre la intensa actividad diplomática y la realidad en el frente. Las reuniones en Ginebra o Moscú no se traducen en avances sustanciales mientras no exista un marco multilateral sólido y persistan exigencias irreconciliables. En ese contexto, la promesa de Trump de detener la guerra se debilita ante la falta de resultados y la ausencia de un plan con garantías y compromisos verificables que transformen un borrador en un proceso de paz creíble.
Mientras los líderes continúan discutiendo las condiciones para poner fin al conflicto, los civiles siguen viviendo bajo el sonido de las sirenas y la incertidumbre. La esperanza persiste, pero solo se concretará cuando las conversaciones se traduzcan en un alto al fuego tangible y en un compromiso genuino para aliviar el sufrimiento de quienes aún permanecen atrapados en una guerra que, hasta ahora, no tiene fin.






















