Paramilitares en Sudán agravan la crisis humanitaria con su expansión hacia nuevas regiones del país
Las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) en Sudán continúan dañando a la población civil, a pesar de los intentos de Egipto y Estados Unidos por alcanzar un alto al fuego.
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Las Fuerzas de Apoyo Rápido intensifican su avance en Sudán tras la toma de El Fasher, en Darfur, un ataque que dejó aproximadamente 2.000 muertos y marcó un punto crítico para el conflicto. El dominio paramilitar se extiende hacia Kordofán y agrava una crisis humanitaria que arrastra dos años de guerra abierta.
El ejército sudanés intenta mantener el control de ciudades clave como Babanusa, Dalang y El Obeid, aunque su capacidad militar disminuye. La ONU y distintas potencias internacionales advierten que las atrocidades contra la población civil aumentan a un ritmo alarmante.
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Una crisis humanitaria que se agrava
Babanusa, en Kordofán Oeste, se convirtió en el principal foco de la ofensiva paramilitar. La ciudad funcionaba como el último bastión del ejército sudanés en esa región. De acuerdo con activistas locales, las RSF sometieron a los soldados a ataques constantes y obligaron a casi toda la población —unas 177.000 personas— a abandonar sus hogares después de dos años de asedio. El ejército reabastecía a sus tropas por aire y lanzaba ataques con drones para frenar el avance rebelde.
Dalang, la segunda ciudad más grande de Kordofán Sur, enfrenta una situación similar. Las RSF operan junto al Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán-Norte y avanzan hacia la urbe desde finales de 2023. La Organización Mundial de la Salud confirmó que un ataque de artillería impactó el hospital principal y dejó seis muertos el viernes pasado. La escasez de medicamentos y alimentos empeora la emergencia. Kadugli, la capital estatal, declaró una hambruna en noviembre y las autoridades temen que la crisis alcance a Dalang.
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El Obeid, en Kordofán Norte, se mantiene como un punto estratégico para el ejército sudanés. En las últimas semanas, las Fuerzas de Apoyo Rápido atacaron localidades cercanas y un dron paramilitar detonó en un funeral, donde murieron al menos 40 personas. Las autoridades respondieron con una movilización general y reforzaron las defensas de la ciudad, considerada esencial para contener un posible avance hacia Jartum.
La ONU alertó sobre nuevas atrocidades en Kordofán Norte. Volker Türk, alto comisionado para los Derechos Humanos, afirmó: “Todas las señales están ahí: bombardeos, bloqueos, familias obligadas a huir, un desprecio absoluto por la vida civil”. Türk advirtió que Kordofán podría replicar la violencia documentada en Darfur. Bara, una ciudad al norte de El Obeid, registró decenas de asesinatos y múltiples casos de violencia sexual. Un miembro de Abogados de Emergencia sostuvo: “En Bara ejecutaron a cientos de personas después de tomar la ciudad y también saquearon el mercado de Um Haj Ahmed”. El grupo denuncia desplazamientos masivos provocados por ataques indiscriminados.
El rol de los demócratas
El conflicto en Sudán también mueve la diplomacia internacional. Estados Unidos y Egipto impulsan un alto el fuego humanitario y buscan reabrir un canal político entre las RSF y el ejército sudanés. Sin embargo, las treguas previas no llegaron a cumplirse. Los rebeldes aseguran que aceptarían el plan, mientras los militares dudan de su viabilidad. Washington acelera la presión tras constatar que los avances insurgentes impiden cualquier recuperación territorial del ejército sudanés.
Massad Boulos, asesor para asuntos africanos del presidente Donald Trump, reveló el miércoles que presentaron “un texto firme para una tregua” e instó a adoptar la propuesta “de inmediato”. La postura demócrata en el Congreso estadounidense también se endurece. Legisladores del partido exigen mayor claridad sobre la intervención regional y solicitan restringir el flujo de armas hacia las RSF. El secretario de Estado, Marco Rubio, pidió cortar el apoyo militar extranjero a los rebeldes. “Sabemos quiénes participan”, declaró, aunque evitó mencionar directamente a Emiratos Árabes Unidos, señalado como el principal respaldo exterior de los paramilitares.
El cuarteto formado por Estados Unidos, Egipto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos perdió cohesión por el rechazo del Gobierno sudanés a la participación de Abu Dabi. La tensión diplomática refleja el impacto regional del conflicto y la disputa sobre el suministro de armas para los rebeldes.





















