La derrota política de Milei en Buenos Aires, ¿premonición de lo que se viene?
La caída de Milei en Buenos Aires reveló la pérdida de apoyo de sus votantes, la incertidumbre económica y un horizonte incierto para octubre.
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Las elecciones provinciales del 7 de septiembre en Buenos Aires, lejos de ser un simple evento limitado a la política local, se convirtió en un termómetro político de alcance nacional. La caída de Javier Milei en la provincia más poblada del país no solo sorprendió por su magnitud, sino que reveló grietas en su estrategia y anticipó un escenario más complejo de cara a las elecciones legislativas del 26 de octubre, donde se renovará la mitad del Congreso.
Lo ocurrido el pasado domingo puede entenderse como un cambio de clima político, ya que muchos argentinos dejaron de apoyar a Milei, la confianza en las encuestas se debilitó, la economía reaccionó con un dólar en alza y Axel Kicillof, representante del peronismo, apareció fortalecido como una figura importante que podría tener más peso en las próximas elecciones nacionales.
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El peso de Buenos Aires y la sorpresa de la derrota
Buenos Aires concentra cerca del 38% del padrón electoral argentino. En consecuencia, lo que ocurre allí no solo tiene impacto simbólico, sino también matemático y otorga impulso político. En este caso, lo que se eligió fueron cargos legislativos provinciales, pero el oficialismo de La Libertad Avanza (LLA) decidió nacionalizar la contienda. El propio Milei se involucró en la campaña, entendiendo que un triunfo allí sería la plataforma ideal para llegar con fuerza a octubre.
Sin embargo, el resultado fue todo lo contrario. La politóloga Ana Matalucci en una entrevista para La República, resaltó que “las elecciones del 7 de septiembre fueron un golpe duro para las aspiraciones de Milei en el gobierno, puesto que no solo perdió por un porcentaje muy alto en una provincia que es muy importante en términos económicos, sino que además representa casi el 40% del padrón electoral”.
La alianza LLA-PRO, formada por el partido de Milei y el Propuesta Republicana de Mauricio Macri, perdió por 14 puntos frente al peronismo, una diferencia mucho mayor a la pronosticada por las encuestas, que hablaban de apenas cinco puntos de distancia. Esa brecha abrió interrogantes inmediatas: si el sondeo erró con semejante magnitud en la provincia más grande del país, ¿qué grado de fiabilidad tienen sus proyecciones para las legislativas nacionales?
Aunque las elecciones del 7 de septiembre no definieron bancas nacionales, el resultado dejó un mensaje claro. La fortaleza política de Milei atraviesa un momento crítico. “Se abre una gran incógnita respecto del resultado en octubre, que es el que, en todo caso, al gobierno le interesa”, advirtió el economista y experto Hernán Letcher.
Uno de los datos más relevantes de aquella jornada fue el salto en la abstención y en el voto en blanco o anulado. Dos millones de personas más que en 2021 decidieron no acudir a las urnas, y más de 400.000 optaron por expresarse anulando su voto.
El análisis posterior mostró que una porción considerable de esos ausentes y anuladores provenía del electorado libertario. Es decir, el desencanto no se tradujo en un intento de esquivar hacia el peronismo ni hacia terceras fuerzas, sino en la decisión de no participar.
Este fenómeno puso en evidencia una debilidad estructural del oficialismo, la cual se traduce en la incapacidad de fidelizar a su base electoral. La irrupción de Milei en 2021 atrajo a sectores populares y medios-bajos, históricamente refractarios al liberalismo económico, dándole un piso de legitimidad inesperado. Sin embargo, muchos votantes comenzaron a retirarle su apoyo a Milei porque percibieron que las condiciones de vida y la economía no mejoraba como se esperaba, lo que generó desilusión respecto a su proyecto político; además, la exposición a errores de gestión y las recientes acusaciones de corrupción en contra de su hermana. Como señala Hernán Letcher, “el eje principal sigue siendo… cómo vive la gente, el común de la gente, que claramente está peor en términos de poder adquisitivo y sus condiciones de vida”.
Este desencanto silencioso se tradujo en la pérdida de apoyo y en una mayor abstención y si esa tendencia se repite en octubre, la magnitud del retroceso podría ser aún mayor.
Economía en crisis y discurso en duda
La reacción de los mercados tras la derrota del 7 de septiembre fue inmediata. El dólar se disparó $45 en un solo día. No se trató únicamente de la magnitud del revés electoral, sino de lo que implicaba en términos de expectativas: si Milei pierde apoyo popular, la viabilidad de su programa económico queda en entredicho.
Hernán Letcher lo resumió con crudeza: “Más allá de lo que diga el oficialismo, es claramente un duro revés a su política económica y a su implementación de la política en términos generales”.
Las razones del retroceso tienen raíces en la vida cotidiana. “El eje principal reside en dos cuestiones. Una es el franco deterioro socioeconómico en las condiciones de vida de la población. El gobierno sostuvo que había sacado a 12 millones de personas de la pobreza, un dato con escaso rigor metodológico, pero el resultado electoral da cuenta con mucha contundencia de que efectivamente no era así”, explicó el economista.
A este malestar se sumó el impacto de un escándalo sensible: “Los casos de corrupción vinculados a la plata de los medicamentos de los discapacitados tuvieron un impacto significativo. Hicieron caer la valoración positiva del gobierno en alrededor de seis a ocho puntos y significaron un golpe en la credibilidad”, sostuvo Letcher.
El mandato debilitado de Milei
Una de las promesas centrales del libertarismo era regenerar la política con planes para reducir la abstención, devolverle sentido al voto y romper con la desafección ciudadana. Sin embargo, lo que mostró Buenos Aires fue exactamente lo contrario.
De cara a octubre, lo que realmente está en juego es la capacidad de Milei de asegurar gobernabilidad. Letcher planteó que “lo que vale son los diputados y senadores que vos tengas en octubre, así que la película está corriendo. Aquí en Argentina, un decreto del Ejecutivo necesita del rechazo de las dos cámaras para ser efectivamente rechazado. Si el gobierno se garantiza un tercio de alguna de las dos, podría lograr gobernar por decreto. Ese es el objetivo y van a intentar mantenerlo”.
En esa línea, Ana Matalucci advirtió: “Si esta tendencia se mantuviera el 26 de octubre, el gobierno seguiría en minoría, porque La Libertad Avanza tiene un bloque muy reducido y depende de acuerdos con el PRO o con algunos gobernadores del PJ”.
La politóloga agregó que el escenario parlamentario ya refleja un reacomodamiento: “Algunos gobernadores ya están pensando en una crisis de otro tipo y estarían menos dispuestos a negociar y a votar leyes. De hecho, la semana pasada el Senado le vetó dos decretos al Ejecutivo, ratificando leyes que el gobierno no quería que se aprobaran, lo que evidencia un reacomodamiento en el Congreso”.
Las internas libertarias y el desgaste del poder
La tensión dentro del oficialismo también fue un factor determinante. Las peleas entre Karina Milei, Santiago Caputo, asesor del presidente Javier Milei y los Menem, sumadas al rol ambiguo de Patricia Bullrich, Ministra de Seguridad de la Nación Argentina y al desgaste de figuras como Guillermo Francos, Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación Argentina, hacen visible una fractura interna que se traslada al electorado.
El intento de Milei de ordenar esas tensiones mediante una “mesa política” no produjo resultados concretos. La sensación de caos interno se ha convertido en un problema de imagen, reforzando la percepción de que el gobierno no tiene un rumbo claro.
El 7 de septiembre funcionó como un espejo que mostró esas fragilidades. Octubre será la prueba de fuego para determinar si esas disputas internas se consolidan como un factor electoral de peso.
Axel Kicillof: el emergente inesperado
Uno de los datos políticos más significativos de la elección bonaerense fue la consolidación de Axel Kicillof. El gobernador desafió la estrategia de Cristina Kirchner, que le había aconsejado no adelantar los comicios, y obtuvo una victoria contundente.
Ese resultado no solo le dio aire en la provincia, sino que lo posicionó como una figura con proyección nacional. Kicillof logró lo que pocos habían imaginado: eclipsar, aunque sea momentáneamente, el liderazgo histórico de Cristina y Máximo Kirchner dentro del peronismo.
En un escenario de debilidad oficialista, el triunfo bonaerense del peronismo abre la puerta a un nuevo ciclo de liderazgos, con Kicillof a la cabeza. Octubre será el terreno donde se pondrá a prueba si esta tendencia se confirma y si el peronismo logra traducir esa fortaleza provincial en músculo nacional.
Octubre ya no es lo que parecía
Antes del 7 de septiembre, las encuestas en Argentina pronosticaban que Milei rondaría el 42% en las elecciones nacionales de octubre. La derrota bonaerense cambió esas expectativas.
Lo que parecía una elección de trámite se transformó en un punto de inflexión. El laboratorio bonaerense mostró la fórmula: caída libertaria, abstención creciente, presión cambiaria, ascenso peronista y, ahora también, el cuestionamiento económico expuesto por los especialistas. Octubre será el escenario donde se compruebe si esa ecuación se reproduce a nivel nacional.
Las recientes elecciones en Buenos Aires no fueron un episodio aislado, sino un espejo a escala de lo que los argentinos podrían vivir en octubre. Milei comprobó que su principal adversario no era el kirchnerismo, sino la desafección de sus propios votantes. La economía mostró que no puede sostenerse una estrategia política sin respaldo social. Y el peronismo, de la mano de Kicillof, encontró en la provincia una plataforma para proyectarse nacionalmente.
En definitiva, en la política argentina, los laboratorios provinciales siguen siendo, más que nunca, la llave para entender lo que ocurre en la escena nacional.























