Clemens von Galen, el obispo que desafió a Hitler, arriesgó su vida y alzó la voz contra la eutanasia nazi
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Obispo Von Galen alzó su voz contra las atrocidades del nazismo y, tras su caída, también denunció los abusos de los aliados, en la cual lo llevó a ser declarado beato.
- Tren con 100 pasajeros a bordo se descarrila en Alemania: autoridades reportan al menos 3 muertos
- Esta es la excavadora minera más grande y pesada del mundo: realiza el trabajo de 10.000 camiones y cuesta al menos US$ 100 millones

Clemens August Graf Von Galen fue, en los años más oscuros de Alemania, una voz solitaria pero atronadora. Como obispo de Münster, en la católica región de Westfalia, vivió el ascenso de Adolf Hitler y la consolidación del régimen nazi con una mezcla de preocupación y determinación. Si bien en un principio pareció simpatizar con la ofensiva alemana contra la Unión Soviética, motivado por su profundo anticomunismo, comprensible tras la masacre de obispos católicos en la URSS estalinista, von Galen nunca abrazó el nazismo. Su carácter difícil, indomable y firme en sus convicciones lo distanció pronto del régimen.
Desde su infancia, Clemens August demostró una personalidad difícil, marcada por una testarudez casi innata. Educado en la exclusiva escuela Stella Matutina en Austria, sus profesores jesuitas lo tacharon de infalible, incapaz de admitir un error. A los veinte años, tras conocer al papa León XIII, decidió consagrar su vida al sacerdocio. Fue ordenado en 1904 y, casi tres décadas después, en 1933, mientras Hitler consolidaba su poder, fue nombrado obispo de Münster, a pesar de objeciones sobre su complicado carácter. Esa terquedad, sin embargo, se convertiría en su principal herramienta de resistencia.
TE RECOMENDAMOS
MÁS PERUANOS CONTRA FUJIMORI: LO QUE SE LE VIENE A KEIKO | LA VERDAD A FONDO CON PEDRO SALINAS
Von Galen denunció el programa nazi Aktion T4 y enfrentó al régimen con un valiente sermón
Fue durante 1941 que la figura de Von Galen alcanzó su mayor notoriedad. El programa Aktion T4, una política nazi de exterminio de enfermos mentales, discapacitados y otros considerados ‘improductivos’, se ejecutaba con una frialdad escalofriante. Más de 70,000 personas fueron asesinadas en hospitales y centros psiquiátricos entre 1939 y 1941. Cuando el capellán de un hospital le advirtió a Von Galen que los pacientes serían asesinados, el obispo reaccionó con un ardor implacable.
El 3 de agosto, subió al púlpito para denunciar ese crimen con argumentos morales, legales y religiosos. Habló del peligro de confiar en médicos que podían convertirse en verdugos y acusó al régimen de asesinato institucionalizado. Su sermón fue categórico: “Esto es asesinato, ilegal según la ley divina y alemana (…)”. El mensaje resonó tan fuerte que los nazis consideraron colgarlo, pero Joseph Goebbels lo disuadió, temiendo una revuelta entre los católicos. A pesar de eso, Von Galen fue silenciado mediante un confinamiento informal. Su mensaje, sin embargo, trascendió: fue impreso, leído en todas las parroquias bajo su jurisdicción, traducido por la ‘BBC’ y lanzado como panfletos sobre ciudades alemanas. Aquel sermón marcó un punto de inflexión: Hitler ordenó una supuesta suspensión del programa, aunque en realidad este continuó en los campos de concentración.
Von Galen no se detuvo en ese único sermón. En julio de 1941, había acusado públicamente a la Gestapo por desapariciones, clausuras arbitrarias y persecución religiosa. Argumentó que el verdadero atentado contra la unidad alemana provenía del miedo instaurado por el régimen, no de las críticas que él formulaba. Citó a Pío XII para sostener que la paz solo puede edificarse sobre la justicia. Incluso envió telegramas y cartas al jefe de la Cancillería del Reich, Hans Heinrich Lammers, pidiendo a Hitler que protegiera a los alemanes del terror policial. Su crítica implícita al Führer fue temeraria: cuestionó su sobrecarga de poder y denunció el descontrol de las fuerzas de seguridad. En un régimen donde disentir podía significar la muerte, su ejemplo fue una excepción colosal.
Von Galen denunció también los abusos aliados tras el nazismo y fue proclamado beato por su valentía
La caída del Tercer Reich no apaciguó el espíritu combativo de Von Galen. Aunque se había enfrentado con firmeza al nazismo, también alzó la voz contra los abusos cometidos por los aliados. Protestó contra las violaciones de mujeres alemanas por tropas rusas y polacas, los saqueos de viviendas y la destrucción innecesaria. Su popularidad era tal que fue uno de los tres obispos alemanes nombrados cardenales por Pío XII en 1945. En un emotivo gesto, el Papa recordó sus sermones y le agradeció su valentía. Von Galen, sin embargo, no olvidó a los que pagaron con su vida por distribuir sus palabras: muchos de sus sacerdotes fueron asesinados en campos de concentración.
El regreso de Von Galen a Alemania fue breve pero heroico. Recibido con honores, no tardó en enfermar gravemente. Una apendicitis mal diagnosticada lo llevó al hospital, donde murió el 22 de marzo de 1946. Fue enterrado en la cripta de su familia, bajo la catedral bombardeada de Münster, la misma ciudad que defendió sin armas, pero con una voz que hizo temblar al régimen nazi. Su sucesor inició el proceso de beatificación en 1956, que culminó en 2005, cuando Benedicto XVI lo proclamó beato.

























