Mujer descubre que tiene cáncer terminal por un extraño cambio en su nariz: le queda un año de vida
Los síntomas de Fiona comenzaron con olores inexistentes, sofocos y palpitaciones. El cáncer tiene una tasa de mortalidad superior al 95 % en cinco años, lo que resalta su gravedad.
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Fiona Charles, una mujer británica de 61 años, jamás imaginó que el súbito olor a comida quemada que sentía sin razón aparente sería el primer indicio de un cáncer terminal. En medio de episodios desconcertantes durante el verano de 2024, la exprofesora notó que algo no iba bien: además de los olores inexistentes, sufría sofocos repentinos y fuertes palpitaciones, lo que la llevó a pensar que estaba sufriendo mini accidentes cerebrovasculares.
Al acudir al médico de cabecera, recibió una respuesta que la dejó inquieta. Los síntomas eran catalogados como “no preocupantes” y sin signos de gravedad. Sin embargo, insatisfecha con la evaluación, la familia de Charles decidió costear una resonancia magnética privada en octubre. Fue entonces cuando recibió el diagnóstico: glioblastoma, uno de los cánceres cerebrales más agresivos conocidos, con una tasa de mortalidad superior al 95 % en cinco años.
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El glioblastoma: un cáncer terminal con baja esperanza de vida
La situación de Fiona Charles es dramática pero no aislada. Cada año, cerca de 2.500 personas en Reino Unido y más de 12.000 en Estados Unidos reciben un diagnóstico de glioblastoma. Según The Brain Tumour Charity, solo el 25 % de los pacientes sobrevive más de un año tras la detección.
Este tipo de tumor cerebral es particularmente agresivo debido a su crecimiento acelerado y la dificultad de extirparlo por completo. A pesar de someterse a un plan de tratamiento que incluyó radioterapia y seis ciclos de quimioterapia, el pronóstico de Charles oscila entre 12 y 18 meses. “Pensé que sería un pequeño aviso, algo que me permitiría prevenir algo más grave. Nunca imaginé que se trataba de un cáncer terminal”, confesó.
Entre los síntomas más comunes de este cáncer se encuentran:
- Dolor de cabeza persistente
- Náuseas y somnolencia
- Convulsiones
- Cambios de personalidad
- Problemas de visión
No obstante, también puede presentarse con señales menos comunes dependiendo del área cerebral afectada, como alteraciones en el olfato y el gusto, como fue el caso de Charles.
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Una familia golpeada por el diagnóstico
La noticia cayó como un balde de agua fría para los hijos de Fiona. “Nos citó en la sala de estar y nos lo dijo cara a cara. Fue devastador. Empezamos a pensar en todo lo que podría perderse: bodas, nietos, esos momentos cotidianos que uno da por sentado”, relató Jonny, su hijo mayor.
Pese a los efectos secundarios severos del tratamiento, cansancio extremo, pérdida de peso y falta de apetito, Fiona intenta mantener su calidad de vida y ha retomado lentamente actividades que disfruta, como la cocina y la repostería. “No quiero que esto me quite todo. Quiero seguir sintiéndome viva, aunque sea poco a poco”, expresó.
Conmovido por la lucha de su madre, Jonny decidió correr la media maratón de Edimburgo para recaudar fondos destinados a la investigación de tumores cerebrales. “Esto no es por el tiempo de llegada. Lo hago por la causa, para que más gente conozca esta enfermedad y se investigue más”, dijo con determinación.
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Una lucha contra el olvido en la investigación del cáncer
Uno de los puntos más críticos que destacó la familia es la escasa atención que reciben los tumores cerebrales dentro del presupuesto nacional para la investigación del cáncer. Solo el 1 % de los fondos destinados a este campo se invierte en estudios relacionados con el glioblastoma, a pesar de su alto nivel de letalidad.
“La desproporción entre el impacto que genera en las familias y los recursos asignados es inaceptable”, denunció Jonny. Casos como el de Fiona Charles no son aislados: el cantante Tom Parker, del grupo The Wanted, también falleció por un glioblastoma a los 33 años. Fue diagnosticado en 2020 y falleció en marzo de 2022, tras haber logrado estabilizar el tumor por unos meses.
Hoy, los Charles buscan visibilizar una enfermedad que muchas veces es ignorada por los sistemas de salud y que, sin una detección temprana, deja muy poco margen de maniobra.






















