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¿Por qué América Latina no tiene una moneda única como Europa?

Desde inicios del siglo XX, hubo proyectos que buscaron integrar social, económica y culturalmente a la región, pero muchas veces dichas iniciativas quedaron paralizadas. Ante ello, ¿podría funcionar la instauración de una moneda?, ¿sería una buena idea? Especialistas analizan el tema y el complicado panorama internacional.

La Unión Monetaria Centroamericana fue una de las primeras iniciativas para establecer una moneda común en Centroamérica. Foto: composición LR/ Jazmin Ceras/ AFP
La Unión Monetaria Centroamericana fue una de las primeras iniciativas para establecer una moneda común en Centroamérica. Foto: composición LR/ Jazmin Ceras/ AFP

La idea de una moneda única en América Latina no es nueva. En los últimos años, diversos líderes políticos han propuesto proyectos para establecer una divisa en toda la región, al igual que la que se usa en Europa.

Desde esta óptica, Latinoamérica podría ser vista como una de las regiones más homogéneas del mundo: la mayoría de los países comparten el español como idioma principal, tienen una historia común y el catolicismo es la religión principal.

No obstante, ¿es realmente posible establecer una moneda en esta parte del mundo, con un banco central y que pueda ofrecer estabilidad territorial? La República conversó con especialistas para analizar el tema y comprender un poco más del intrincado panorama latino.

¿Cuáles son los antecedentes?

El 25 de febrero de 1965, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua suscribieron un acuerdo para el establecimiento de la Unión Monetaria Centroamericana e integrar un sistema de bancos centrales. Sin embargo, el proyecto se vio paralizado por conflictos internos. Posteriormente, en la década de los 90, estos países relanzaron un órgano con la idea de la integración regional para establecer la moneda general. “El consejo promoverá la estrecha coordinación y armonización de las políticas monetarias con las políticas fiscales, de integración y de desarrollo económico de los países centroamericanos“, decía el artículo 39 del Acuerdo Monetario Centroamericano de 1999.

Pero, nuevamente, el proyecto quedó detenido y la institución se convirtió en el Consejo Monetario Centroamericano, que se encarga de propiciar el proceso de diálogo entre los países de la región.

Años después, con la llegada del socialismo del siglo 21, Hugo Chávez hablaba del “imperio del dólar” y anunció la idea de una “moneda internacional” que, según dijo, “le emocionaba”: el petro.

Otra de las iniciativas fue el famoso ‘peso andino’, en el que los ministros de Economía y Finanzas y los presidentes de los bancos centrales de Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela acordaron usar en 1991 una moneda común para pagos entre entidades empresariales y financieras.

Y, recientemente, en la campaña de primera vuelta en Brasil, Lula da Silva mencionó la idea de integrar a la región por medio de una moneda a la que llamó “sur”. Con estas declaraciones, ha resurgido la idea de la moneda única, apoyada por Nicolás Maduro, quien también sugirió impulsar el “sucre”, medio de pago de la Alianza Bolivariana para América (ALBA), liderada por gobiernos de izquierda, como medio de pago virtual.

¿Por qué Latinoamérica no tiene una moneda común?

El proyecto ha sido mencionado en múltiples ocasiones; no obstante, para el investigador, psicólogo y profesor de la PUCP, Jorge Yamamoto, “América Latina aparece como un conglomerado homogéneo (eso no quiere decir que dentro de la región hayamos obvias diferencias), pero el problema está que dentro de estos elementos comunes caben resaltar dos cosas: instituciones débiles y un sentido de unión, más familiar y amical, que nacional”.

Esto, sumado a que, de acuerdo al especialista, “en nuestra región (y lamentablemente el Perú lidera esta dolencia) no tenemos claro un proyecto nacional, lo que tenemos claro es un proyecto personal, familiar y amical“.

Por su parte, para Mario Solari, abogado, profesor y oficial del Programa de Gobernabilidad Democrática de las Naciones Unidas, América Latina es una región muy fraccionada, “muy diferenciada con otros países que tienen niveles de democracia”, con escasa estabilidad política y social, por lo que una “estabilidad económica” (que sería necesaria para la moneda única) es difícil de concebir.

En ese sentido, Solari también señala que no hay un proyecto social ni económico claro y que “apenas tenemos políticas públicas internas nacionales y, peor aún, políticas públicas internacionales o regionales”.

¿Es posible que haya una moneda para toda la región?

Carlos Adrianzén, economista y decano de la Facultad de Economía de UPC, menciona la gravedad de la corrupción y la opresión en la región, y que para países que “a duras penas pueden manejar sus monedas” es una “idea trasnochada” la de un proyecto que genere un banco central regional y una moneda internacional.

“Somos países oprimidos, nos creemos con institucionalidad, pero somos países más cercanos al totalitarismo que a la democracia“, dice Adrianzén refiriéndose al grado de libertad política y económica la región.

Para el economista, si es que en algo resalta en la región, es en una corrupción burocrática extendida, por lo que “crear un banco central, que va a emitir dinero que otros van a tener que atentar, es una receta de robo lamentablemente claro”.

Una opinión parecida tiene Jorge González Izquierdo, economista y exministro de Trabajo y Promoción Social del Perú, quien ve la idea como una “barbaridad sin nombre” y precisa que para que se pueda lograr se deben cumplir requisitos como la “movilidad de la mano de obra, la libertad de movilidad del factor capital, curso legal y tiene que ser aceptada por todas las naciones”.

González también menciona que hay una gran falta de liderazgo y que si Latinoamérica quiere convertirse a una moneda común, más que ver que el euro, debe fijarse en Estados Unidos, que “tiene 50 países adentro (50 estados)” y funciona como una área monetaria óptima.

Soy periodista. Bachiller por la universidad Jaime Bausate y Meza. Interesado en la fotografía, periodismo narrativo, literatura y temas internacionales. Estudié escritura creativa, marketing y temas migratorios. Ahora en Mundo.