Mujeres con barba luchan contra estereotipos: “Nuestros cuerpos son patologizados todo el tiempo”
Dos mujeres narran su historia personal de resistencia y lucha contra aquellos prejuicios machistas que por mucho tiempo no les permitieron construir una relación sana con su cuerpo.
Se llaman a sí mismas como mujeres barbudas. Dejaron de esconder sus vellos faciales y hoy cuentan con absoluta libertad sus experiencias para que cada día más mujeres sientan respaldo dentro de una sociedad llena de estereotipos machistas.
A continuación, algunos relatos por parte de ellas a la BBC, acerca de sus experiencias, vivencias y cómo ha sido su relación con los tratamientos y diagnósticos que los doctores dan a sus vellos.
Luta Cruz de Chile
Luta cuenta que es muy peluda. Le salen “pelitos” hasta en los dedos de las manos y se hizo consciente de esto por primera vez cuando le aparecieron las patillas. Sucedió cuando tenía 11 años. Su mamá se preocupó y la llevó a la casa de una amiga para que la depilara con cera. “Creo que quería protegerme porque yo ya era, digamos, rara. Era una niña afro en Chile y ahora, además, tenía pelos en la cara”, relató.
Por eso, por meses se sometió a un tratamiento donde le metían una aguja diminuta en cada poro para quemar la raíz y luego sacar el pelo con pinzas. Sin embargo, fue una experiencia horrible pues la cara le quedó hinchada y le causó alergia.
La primera vez que vio a un médico tenía 13 años, este le dijo que tenía ovarios poliquísticos y le diagnosticó hirsutismo (crecimiento excesivo de vello oscuro o grueso). Le recetaron pastillas anticonceptivas de manera indefinida; sin embargo, años después volvió a hacerse exámenes y le dijeron que ese diagnóstico no era el correcto, pues lo que tenía era Hiperplasia Suprarrenal Congénita (HSC), un trastorno genético que perjudica a las glándulas suprarrenales.
Durante la pandemia, Luta logró convivir más con su barba y comenzó a verla de manera distinta. “Entendí que al dejarme los pelos tenía una mejor calidad de vida. Empecé a aceptarme como mujer con este cuerpo peludo”, mencionó.
Ahora, cuenta su historia llena de orgullo. “Las mujeres barbudas no solamente somos mujeres peludas, sino que somos muy valientes, porque hemos pasado toda la vida escuchando a otros opinar sobre nuestros cuerpos, a médicos decirnos que estamos enfermas solo porque nos salimos de un estándar”, finalizó.
Ana Dino de México
Ana comenta que a los 13 años aún no había notado su barba, hasta que un chico le dijo que le gustaba, pero que tenía mucho vello. No le hizo caso al tema hasta que en la secundaria empezaron a notarse más los pelos.
Se los quitaba con pinzas y después se pasaba un rastrillo (cuchilla de afeitar). Sin embargo, le quedaban unos puntos negros que luego se sacaba pellizcándolos. “Después me tenía que poner hielo porque quedaba muy inflamada y encima me ponía maquillaje”, dijo.
Lo más difícil vino después cuando empezó a tener vómitos y tuvo que ir al hospital. “Cuando me vieron, asumieron que mi barba era la enfermedad y que los síntomas que presentaba tenían que ver con eso”. Tuvo que pasar por mucho exámenes y la diagnosticaron erróneamente con Hiperplasia Suprarrenal Congénita.
Sin embargo, su salud no mejoró. Luego de que la ayudaran a recaudar dinero, tuvo una cita con un gastroenterólogo en un hospital privado, quien le dijo que tenía el Síndrome de Vómito Cíclico y le recetó unas pastilla. En poco tiempo, sintió que volvía a vivir.
“Si los médicos que me vieron por primera vez, no se habrían obsesionado con mi barba, seguramente me habrían diagnosticado a tiempo”, expresa Ana, quien con su historia quiere decirle a los jóvenes que “la que está mal es la sociedad. Y si a alguien no le gusta, pues es problema de esa persona”.