W.I.T.C.H., el movimiento feminista de Estados Unidos que reivindicó la figura de las brujas
El grupo de activistas feministas surgió en Halloween de 1968. Utilizaron las artes como arma para redimir a las mujeres que fueron asesinadas por sus saberes, a las que se les denominó como “brujas”.
Brujería, hechizos, conjuros, aquelarres. Esas fueron las armas que utilizó el movimiento W.I.T.C.H. (bruja en inglés), que nació durante la segunda ola del feminismo en Estados Unidos, en una celebración de Halloween de 1968. Este fue el nombre que tomaron diferentes grupos feministas socialistas, el cual significa Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell (Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno, en español).
Las brujas de W.I.T.C.H. eran activistas que realizaban acciones directas: boicots, manifiestos, ocupación de redacciones de periódicos, protestas delante de Wall Street, escritura de textos y ruedas de prensa, según el libro W.I.T.C.H. Comunicados y hechizos. Estas militantes recurrían en sus aquelarres públicos al uso de la clásica iconografía con la que se representa a las brujas: sombreros picudos y escobas de paja.
El primer grupo de mujeres fundadoras de este movimiento se describían como feministas socialistas —denominadas también políticas—, quienes proponían combatir el sistema patriarcal en alianza con las causas de izquierdas para así lograr un cambio social, pero a la vez criticando a este sector por resistirse a incluir la lucha de las mujeres.
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Para Robin Morgan, Anita Hoffman, Nancy Kurshan o Sharon Krebs, activistas de W.I.T.C.H., la brujería es una estrategia de subversión. “La historia oculta de la liberación de las mujeres comenzó con brujas y gitanas porque son las más antiguas guerrilleras y luchadoras de la resistencia, las primeras proaborto practicantes y distribuidoras de hierbas anticonceptivas”, escribieron en un comunicado recogido por el libro mencionado.
Así, indicaron que reivindicaban a las mujeres sabias, a las cuales históricamente se les denominó “brujas”, que fueron asesinadas masivamente durante años por el poder eclesiástico.
“Las brujas siempre han sido mujeres que se han atrevido a ser geniales, valientes, regresivas, inteligentes, inconformistas, exploradoras, curiosas, independientes, liberadas sexualmente y revolucionarias. Esto posiblemente explica por qué nueve millones de ellas fueron quemadas. (...) No reconocían la superioridad de ningún hombre, siendo los vestigios vivientes de la más vieja de las culturas, aquella en la que hombres y mujeres tenían igualdad de derechos en una sociedad verdaderamente cooperadora, antes de que la represión mortífera a nivel sexual, económico y espiritual de la sociedad fálica imperialista tomase el mando y comenzase a destruir la naturaleza y la sociedad humana”, precisó su manifiesto.