Sputnik V: el camino de Rusia desde su caso cero hasta registrar su vacuna contra la COVID-19
Este martes, el mundo despertó con un controversial anuncio de Vladimir Putin: "Se ha registrado, por primera vez, una vacuna contra el nuevo coronavirus". ¿Cómo llegó el país euroasiático a este momento?
El 31 de enero 2020, dos casos confirmados del nuevo coronavirus en Rusia agitaron las aguas remansas del país más grande del planeta. Ambos eran ciudadanos chinos. El primero dijo presente en la ciudad de Tiumén, en Siberia occidental; mientras que el segundo melló el aplomo de la región Transbaicália, localizada al este del lago Baikal.
El cariz del panorama azoró a las autoridades soviéticas cuando dieron positivos ocho rusos, quienes fueron evacuados a Kazán, Tatarstán, lugar en el que fueron hospitalizados junto a otros tres casos confirmados. Según el Gobierno ruso, estos acontecimientos habrían ocurrido en el transporte internacional, por lo que no se habían incluido en las estadísticas oficiales del Servicio Federal de Supervisión para la Protección de los Derechos del Consumidor y el Bienestar Humano (Rospotrebnadzor, en ruso).
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Para el 8 de marzo, las 11 personas hospitalizadas fueron dadas de alta, pero las noticias sobre casos confirmados de rusos en el extranjero seguían tocando la puerta: el 28 de febrero un ciudadano en Azerbaiyán dio positivo luego de visitar Irán, un día después dos rusos contrajeron el virus en Emiratos Árabes Unidos. El 1 de marzo, una ciudadana rusa huyó del hospital en Sebastopol antes de testearse. El coronavirus en Moscú fue detectado el 2 de marzo: un joven, quien se enfermó el 21 de febrero en Italia, volvió a Rusia el 23 del mismo mes y una semana después dio positivo al test. Sin embargo, para el 6 de marzo ya estaba recuperado.
Putin Hospital № 40 en Kommunarka. (Foto: Difusión)
La ciudad de San Petersburgo oficializó el primer caso positivo en 5 de marzo. El infectado era un joven italiano que volvió al país el 29 de febrero. Al día siguiente, se reportaron seis casos más: cinco en Moscú y uno en Nizhn Novgorod, todos anudados con Italia. Para el 7 de marzo ya había cuatro casos más, mientras que un día más tarde, en Belgrod, Moscú y Kaliningrado, se confirmaban otros tres nuevos casos.
Medidas contra el coronavirus
Y los números han seguido ‘in crescendo’. Para el 17 de abril, había casos confirmados en los 85 sujetos federales de Rusia. El 18 de abril el número de contagiados ya superaba a los de China y el 30 del mismo mes ya sobrepasaba los 100.000. Para entonces, el Gobierno ruso había desplegado más de 55.000 camas para los infectados, en las que se incluyeron 12.000 de UCI y 396 observatorias. Se prepararon 7.500 cajas Melzer. Además, se asignaron recursos para la compra adicional de más de 500 dispositivos, entre ellos 17 ECMO. El equipo médico para atender la COVID-19 en el país euroasiático lo conformaban más de 6.000 doctores en enfermedades infecciosas, casi 2.000 neumólogos y más de 1.800 enfermeras. De acuerdo a información de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, por sus siglas en inglés), Rusia ocupa el tercer lugar en el número de camas per cápita.
Mapa de los sujetos federales en Rusia
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Las críticas contra Putin
Pero mientras se fortalecían las medidas sanitarias, se menguaba la confianza en Vladimir Putin, pues la Alianza de Médicos lo acusaba de peligrar el país por no clausurar Moscú. Se le inculpaba también anteponer la economía a la salud. Para evitar ello, las autoridades procesaron un permiso digital para que los ciudadanos se desplacen por la ciudad con un código QR. Y mientras que Putin profesaba que la pandemia estaba controlada en el país, el desempleo en Rusia pasaba de un 7% a un 10% en la población económicamente activa, superando los 4.8% en la tasa de paro.
La gesta por hallar la cura seguía galopante, pero en mayo, el país que supera los 145 millones de habitantes, hizo en un día un récord de contagios: 10.633 nuevos casos de infectados en 24 horas. No obstante, el 12 de ese mes Vladimir Putin anunciaba que se terminaba el período no laborable para todos los sectores de la economía. En ese contexto, 50 militares voluntarios eran inoculados con el virus para hallar la vacuna. Esto mientras que para quincena de junio Rusia ya pasaba los 500.000 infectados y los 6.500 muertos, llegando a ser el tercer país más golpeado del mundo. “Sí a la mejora, sí a la reforma”, enarbolaba por aquel entonces Sergei Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de Rusia respecto a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Vladimir Putin
El coronavirus en Rusia para mitad año
Para el 30 de junio, Rusia ya contaba con 647.849 casos de COVID-19 y 9.320 fallecidos, siendo Moscú la zona más afectada del país. 15 días más tarde, la Rospotrebnadzor anunció que las autoridades ya habían testeado más de 23.7 millones de casos.
Gráfico coronavirus Rusia
La vacuna contra la COVID-19
Y a medida que las cifras iban en aumento, llegaban noticias esperanzadoras. Mijail Murashko, ministro de Sanidad, anunciaba a principios de agosto que Rusia ya planeaba arrancar con la vacunación masiva. Afirmó que los primeros en probarla serían el personal sanitario y los docentes. “Se aplicará gratis y con cargo del presupuesto”, prometía Murashko. En el otro lado del país, exactamente en el Centro Nacional de Investigación Gamaleya, terminaban los ensayos clínicos y se tramitaba su registro estatal.
Los días han ido pasando y las cifras no han dejado de crecer. Hasta este martes 11 de agosto, el país ha confirmado 897.599 casos y 15.131 pérdidas de vida. En esa línea, Vladimir Putin, anunció que Rusia ya cuenta con una vacuna aprobada y registrada, luego de dos meses de ensayo, aunque se hayan saltado la tercera fase de las pruebas clínicas, la más importante de todas.
Entre los inoculados para esto, relató el mandatario, figura una de sus hijas. A la espera de la tercera fase de la vacuna, el Fondo Soberano Ruso (RFPI) adelanta que podría ser aprobada y producida por América Latina en noviembre de este año. Entre los países candidatos para la producción masiva de la fórmula de marras están Cuba y Brasil. Mientras ello, Moscú mantiene saludables conversaciones con socios extranjeros para producir aproximadamente 500 millones de dosis por año en cinco países del mundo. El nombre con la que ha sido bautizada es Sputnik V, haciendo alusión al satélite con el de la Unión Soviética en la Guerra Fría que le ganó la puesta de mano a Estados Unidos en la carrera espacial.