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Conoce el pueblo italiano para el que Hitler es un santo [FOTOS]

Para la gente de Curon, una localidad del norte de Italia, la figura de Adolf Hitler es sinónimo de veneración, pues para ellos consideran que fueron “rescatados” por los nazis. Entérate más sobre esta historia aquí.

Una imagen de Curon junto a Adolf Hitler, quien es muy apreciado por la gente del lugar.
Una imagen de Curon junto a Adolf Hitler, quien es muy apreciado por la gente del lugar.

El escritor italiano Marco Balzano es una de esas personas que no se queda con la versión oficial, y busca saber la verdad de la historia, para luego contarla. Es por ello que publicó recientemente en España el libro “Me quedo aquí”, la desconocida historia de resistencia de un pueblo para el que Adolf Hitler es casi un santo.

En la actualidad Curon Venosta es una localidad del norte de Italia ubicada en la provincia de Bolzano, región de Trentino-Alto Adigio, que cuenta con 2397 habitantes. Pero el pueblo original desapareció bajo las aguas de un enorme embalse construido en 1950 sin el consentimiento de la gente y sobre el que hoy emerge el lago Resia.

De lo que fue el antiguo Curon solo se puede apreciar el campanario de la antigua iglesia. Pero, ¿qué fue lo que pasó? Es justamente lo que cuenta Marco Balzano en “Me quedo aquí”. Para la gente del pueblo original, el fascismo no comenzó con la Marcha Sobre Roma, sino en Curon durante 1921, cuando fueron el primer pueblo aplastado por Benito Mussolini.

En aquel año, según los tratados de paz de la Primera Guerra Mundial, Curon dejó de ser parte de Austria y se convirtió en territorio italiano. Cuando llegaron los fascistas, prohíben a sus habitantes hablar en su idioma nativo, el alemán, así como vestirse como les parece y trabajar.

Algunas imágenes históricas de Curon.

Algunas imágenes históricas de Curon.

Según la publicación de Marco Balzano, Benito Mussolini impuso en la región el uso del idioma italiano, excluyó a los aspirantes a profesores de habla alemana del mundo de la educación, con lo cual eliminó la identidad de miles de personas, generando como es lógico, el odio de la población.

“Una historia trágica y muy fuerte que habla de las fronteras. Vemos cómo una zona libre, rica, con una gran variedad de intercambios, se colapsa con la llegada de una guerra y una dictadura que lo trunca todo. Con Mussolini y Hitler, la frontera deja de ser percibida como algo positivo y se transforma en un muro, algo que está muy vigente en Europa y América hoy en día por desgracia”, explica Balzano a El País.

¿Por qué la gente ama a Hitler?

Cuando el escritor llegó al campanario, percibió que la historia real no había sido contada, y decidió hacerlo. “Esto no solo iba poner en duda el inicio del fascismo y su olvidada crueldad en esa época, sino también tratar de entender de qué manera el horror del nazismo no fue tal para algunos, tan poco cultivados que lo único que veían es que tenían trabajo y podían volver a hablar alemán”, indica.

“Esa gente odiaba profundamente a Mussolini porque habían estado empobreciéndose bajo su yugo desde 1921, y lo que vio, cuando los nazis tomaron Italia en septiembre de 1943, fue que las obras del embalse (iniciadas tres años antes) se detenían, que Hitler les daba trabajo (construyendo las vías que llevaban a los campos de concentración, algo que no sabían exactamente en qué consistía), y que podían volver a hablar su lengua”.

Entonces, para ellos, el nazismo era bueno, les estaba rescatando de una situación insostenible”, describe Balzano, que habló con cinco antiguos vecinos del pueblo para poder escribir su libro. Además muestra la fotografía de una anciana subida a una mesa en el interior de su casa, ya hundida en el agua, negándose a marcharse. Era 1950, y cuando los nazis abandonaron el pueblo, las obras del embalse se reactivaron y acabaron con todo.

Marco Balzano, autor del libro “Me quedo aquí”.

Marco Balzano, autor del libro “Me quedo aquí”.

“Las personas acabaron en casas prefabricadas, igual que los nazis y fascistas que se hicieron pasar por demócratas cuando la guerra acabó. ¿Valió la pena, al menos, que el pueblo se perdiera? ¿Suministró energía a la región? Durante diez años el embalse de Curon fue el más grande de Europa, y era eso justo lo que se proponían. Pero luego se dieron cuenta de que salía más barata comprar energía nuclear que extraerla del embalse, y lo abandonaron”.

Ahora el lago Resia es un sitio turístico “pero pocos de los que se acercan o se bañan en su playa saben qué pasado se oculta bajo sus aguas. Es una parte de la historia de Italia que nunca se ha contado, que no aparece en los libros de texto, ni en la literatura. No hay libros que narren lo que sucedió en esa zona fronteriza en su relación con el fascismo o con el nazismo”.

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