Científicos recrearon por primera vez y con nitidez un bosque cretácico donde vivían los dinosaurios hace 120 millones de años
Geofísicos han recreado un antiguo ecosistema de los dinosaurios, basándose en microfósiles de plantas y especies encontradas en Australia. Un clima cálido fue propicio para el desarrollo de unos bosques densos.
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Durante el Cretácico temprano, cuando el actual territorio de Victoria, en Australia, se encontraba dentro del círculo polar antártico, los dinosaurios habitaban bosques densos que permanecían en penumbra durante meses. A pesar de las duras condiciones, la vida florecía entre coníferas, helechos y las primeras flores prehistóricas. Ahora, por primera vez, científicos australianos han logrado reconstruir en detalle ese antiguo ecosistema, conocido como bosque de dinosaurios polares, gracias al análisis de microfósiles vegetales extraídos de los mismos estratos geológicos que conservan los fósiles de dinosaurios.
La investigación fue realizada por Vera Korasidis, profesora de Geociencias Ambientales de la Universidad de Melbourne. En el equipo utilizaron muestras de polen y esporas fósiles halladas en yacimientos clave de Victoria, como el sitio de excavación Eric the Red West, para reconstruir cómo evolucionaron los bosques australes entre hace 130 y 100 millones de años.

Hace 100 millones de años, el dosel forestal de Victoria estaba dominado por coníferas. Foto: Robert Nicholls/Alcheringa
¿Cómo era el hábitat de los dinosaurios hace 120 millones?
Hace 120 millones de años, la región australiana de Victoria se ubicaba hasta 80 grados al sur del ecuador. Se trataba de una zona polar sin casquetes de hielo, producto de una atmósfera saturada de dióxido de carbono debido a una intensa actividad volcánica global. Este clima del pasado favoreció temperaturas elevadas incluso en las regiones más australes del planeta, generando condiciones ideales para que se desarrollaran bosques de dinosaurios.

Mapa de la Tierra durante el Cretácico Inferior, hace 120 millones de años, con Australia en la región polar. Foto: Wikimedia
Los dinosaurios polares que habitaron estas latitudes incluían ornitópodos —herbívoros de mediano tamaño con picos y dientes especializados— y pequeños terópodos carnívoros. Estos animales prosperaron en un entorno boscoso con una cubierta de coníferas que dejaba pasar poca luz, lo que obligaba a las plantas del sotobosque a adaptarse a condiciones de penumbra prolongada durante los inviernos polares.
La reconstrucción de un ecosistema vegetal
La reconstrucción del ecosistema se logró gracias a la palinología, ciencia que estudia esporas y granos de polen fósiles. Estos microfósiles, disueltos cuidadosamente a partir de rocas sedimentarias que también contenían fósiles de dinosaurios, permitieron datar los restos con una precisión excepcional. Se identificaron más de 50 tipos de esporas y pólenes, lo que reveló la evolución progresiva de la flora en esos bosques australes.
Los resultados muestran que el dosel estaba dominado por coníferas, mientras que el subdosel albergaba helechos con semilla. En el estrato más bajo crecían flores prehistóricas, hepáticas, musgos y licopodios. La presencia de angiospermas en el registro fósil indica que, tras su aparición en el hemisferio norte hace unos 132 millones de años, estas lograron expandirse hacia el sur en pocas decenas de milenios, adaptándose rápidamente a nuevos nichos ecológicos.
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Una transición que altera el planeta
La llegada de las plantas con flores representó un cambio sin precedentes en la historia ecológica del planeta. Conocida como la “explosión de angiospermas”, esta transformación desplazó gradualmente a especies primitivas del sotobosque como los helechos y licopodios. La nueva flora se impuso gracias a su capacidad para colonizar zonas perturbadas, como los márgenes de ríos tras inundaciones, donde competían eficazmente por luz y nutrientes.
La investigación sugiere que esta rápida expansión fue facilitada por el calor persistente del Cretácico temprano, lo que aceleró la evolución de las plantas y reorganizó completamente los ecosistemas. Para el final del período analizado, hace unos 100 millones de años, el paisaje ya mostraba un bosque abierto dominado por coníferas y un sotobosque donde las angiospermas comenzaban a dominar.
Diversificarse en un mundo en calentamiento
El aumento global del dióxido de carbono no solo elevó las temperaturas, sino que también creó un ambiente favorable para que diversas especies vegetales se diversificaran. Sin embargo, no todas lograron adaptarse. Varias plantas del sotobosque, incluidas muchas especies de helechos, desaparecieron conforme las flores prehistóricas ocuparon su lugar.
Los investigadores enfatizan que el estudio del cambio climático en el pasado permite entender mejor los efectos que las actuales emisiones de carbono pueden tener sobre los ecosistemas modernos. La evolución de la vida en un planeta en calentamiento no es un fenómeno nuevo, y los registros fósiles ofrecen pistas cruciales para anticipar posibles escenarios futuros.
Los sitios fósiles de Victoria, como Dinosaur Dreaming y el Otway Ranges, son hoy destinos clave para entender la paleontología en Australia, donde se preservan algunos de los registros más antiguos y detallados de la coexistencia entre flora y fauna durante el Cretácico temprano.