Personaje de La encantadora de Florencia es un narrador de cuentos. Libro es la fábula de un gran embaucador del siglo XVI que vence a reyes, sabios y ministros. Carlos Villanes Cairo. Madrid. A caballo entre la magia y la realidad, en medio de esa difícil línea de creencias y suspicacias que engordan a la religión y a la cultura, entre Oriente y Occidente, Salman Rushdie ha levantado su imperio con palabras. Nació en la India, pero vive con pasaporte inglés. Condenado por los inquisidores musulmanes a una fatwa, pesa sobre su vida una condena a muerte por los ángeles caídos de su libro Los versos satánicos. También la finísima malla de sensualidad, arabismo y desbocadas aventuras de Las mil y una noches está en su obra, especialmente en Hijos de la medianoche y en Shalimar el payaso, que ahora retoma con desternillante maestría en La encantadora de Florencia, recién publicada por Mondadori (325 pp.). La “encantadora” de marras es un fantasma. El verdadero protagonista es un avispado florentino de finales del siglo XVI que con los nombres de Nicoló Vespucci y Modor dell’ Amore, en la creencia de ser hijo de una reina de la India, sale de Florencia en busca de su reconocimiento. Para luchar contra la distancia, los peligros, la natural resistencia del rey y sus siniestros asesores solo tiene un arma: la palabra, el encantamiento de contar cuentos, de saber embaucar con picardía y originalidad a las espadas siempre dispuestas, como Scherezade, la de los inmortales cuentos árabes, cada noche para evitar que el sultán la degüelle al amanecer. Esta vez el escenario es Fatehpur Sikri, capital del imperio mongol, rodeado de un lago de oro al atardecer, donde vive el sanguinario rey Akbar, en un palacio tachonado de colmillos de elefante, con una amante creada por su imaginación, muchas esposas y tres hijos de quienes sabe que uno de ellos lo matará para heredar el trono. Modor dell’ Amore, con el pretexto de traer una carta de la reina de Inglaterra y contarle un gran secreto, conquista al rey, vence al sabio Birbal, al primer ministro y a Abul Fazl el hombre que sabía de todo. Se mete a lo más profundo de los sueños y la vida personal de Akbar, apelando a la legendaria Qara Köz de la que dice ser hijo y que finalmente descubre que es estéril. El lector asiste a un inesperado desenlace después de saborear decenas de fábulas y a personajes de Oriente y Occidente mediante los relatos históricos y fantásticos del protagonista, donde también se detallan las luchas de los imperios que han dado origen de la India. Salman Rushdie no vacila en poner al final una bibliografía de 82 autores y más de un centenar de libros de los que, supuestamente, ha tomado la multitud de datos que se engarzan en La encantadora de Florencia. Si no fuera por sus pasajes finamente eróticos, como las 7 clases de ungulación que Jodha, una de las esposas del rey, practica con las tres uñas de los dedos mayores al soberano, otras maniobras secretas para prolongar el goce del amor y el lenguaje, a veces explícito, de las coyundas maritales, éste podría ser perfectamente un libro para niños. Escrito con un lenguaje muy accesible y pese a la nutrida apelación de elementos históricos en ningún momento se desajusta la fluidez del relato.