Si bien no son muchas las denuncias, el secuestro típico ha vuelto a formar parte de los crímenes que agravan la crisis de inseguridad. Y es que solo en lo que va del año ya se han registrado cinco casos en Lima Metropolitana. Según la Policía, lo que va en aumento no son los secuestros exprés o al paso (que son rápidos y por cantidades pequeñas de dinero) que se han venido reportando en estos últimos años. Esta vez se trata de los secuestros clásicos, como en los noventa, que son extorsivos y que implican sumas elevadas que deben juntar y entregar en horas los familiares de las víctimas.
Esta modalidad fue lo que soportaron los ahora deudos de Christian Gerardo Quispe Culqui (37), el odontólogo plagiado el 18 de abril y hallado muerto el lunes último en el kilómetro 31 de la Panamericana Sur, en Lurín. Ellos mantuvieron comunicación con los secuestradores.
-Señora, yo soy quien tengo a su hijo. Lo único que les pido es que colaboren por las buenas para que él no sufra las consecuencias. Ya sabemos que su esposo es policía retirado. Eso no le servirá de nada. Si llegan a llamar a la PNP o algo por el estilo, su hijo se muere inmediatamente –les dijo uno de los delincuentes.
-Pero necesitamos tiempo, entiendan, por el amor de Dios –respondió uno de los familiares.
-Recuerda que el tiempo es oro y el tiempo lo decidimos nosotros. Así que comienza a recoger el dinero que yo me estaré comunicando –le dijo y cortó.
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Escapó. José Silva estuvo 58 días cautivo hasta que logró escapar de los delincuentes.3. rescate. Foto: difusión
Ayer se conoció que, a través de un video, el secuestrado pidió a su familia que paguen los 100.000 soles que pedían por su rescate. No se ha precisado aún si llegaron a pagar esa suma. Por la mañana, la PNP capturó a uno de los presuntos involucrados en el homicidio. Se trata del extranjero Joel Eduardo Manrique Castillo, quien habría manejado el auto blanco de placa BNC-260 que seguía a la víctima. Aún buscan a los asesinos.
Otro de los plagios fue el del empresario químico José Silva Camargo, quien luego de permanecer 58 días a merced de sus secuestrados, escapó de su cautiverio, el 5 de febrero. Los hampones pidieron un millón de dólares por el rescate. La familia respondió “con una fuerte suma”, pero los delincuentes no cumplieron con su liberación. El 23 de febrero, Alex Meza, un empresario de 22 años, también fue secuestrado cerca de su vivienda en Surco, tras festejar junto a su novia el cumpleaños de un amigo. Dos sujetos lo interceptaron en la cuadra 5 de la calle Alicia y luego lo subieron a la fuerza a un auto negro.
El 7 de marzo, al empresario Waldo Rezza Salvatierra, gerente general de la empresa Yossi Tours EIRL, la policía lo halló en una casa de San Juan de Lurigancho, atado de pies y manos. Tras su rescate, se confirmó que habían retirado de su cuenta bancaria 60.000 soles. El último secuestro clásico fue el de Óscar Paiva Guadalupe, el dueño del night club Molino Rojo, ubicado en Jicamarca, en San Juan de Lurigancho, quien fue liberado en Surco por sus secuestradores luego que su familia pagara 26.000 soles.
Rescate. Waldo Rezza fue liberado. Estaba oculto en una casa en San Juan de Lurigancho. Foto: difusión
“La toma de personas desarmadas e indefensas no solo paraliza a la víctima sino que también afecta la integridad psicológica y económica de la familia”, explicó el coronel (r) Jorge Mejía, exjefe de la División Antisecuestros. Señaló que entre el 2005 y 2006 hubo más de 70 secuestros clásicos, pero en el 2007 se bajó a cinco, igual que el año siguiente. “Ahora hay criminales venezolanos que están secuestrando y se llevan a sus víctimas a una casa dejando ‘huellas’. No hay selección de sus víctimas, antes hacían un estudio y les revisaban sus cuentas. Hacían reglaje y sabían sus movimientos diarios y decidían el lugar del secuestro, eso no es así”, dijo el exoficial.