Carmen Saavedra, Blanca Leiva y Jeydi Canta han cambiado sus mandiles y jeringas por unos uniformes de seguridad y unas máquinas que pesan entre 13 y 15 kilos. Desde Amazonas, estas tres enfermeras son ahora fumigadoras contra el dengue, una peligrosa enfermedad que viene dejando 49.022 infectados y 62 fallecidos a nivel nacional. “Hemos pasado de luchar contra la COVID-19, a matar al zancudo Aedes aegypti que viene picando a nuestros hermanos”, dicen con sus cascos puestos.
Esta es una de las estrategias que viene emprendiendo el Ministerio de Salud (Minsa) para combatir el dengue que viene azotando, sobre todo, a Piura, Ica, Loreto, Lambayeque, Cajamarca y Amazonas.
Precisamente, en esta última región, Carmen Saavedra (34) sube cerros y recorre decenas de viviendas. Ella es la más antigua de las 15 enfermeras que son también fumigadoras.
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Desde hace siete años, se reúne a las 7 de la mañana junto a sus compañeras para realizar su habitual recorrido por las principales zonas. Según comenta, no solo fumigan sino que también realizan inspecciones, tratamientos focales y apoyan a las personas que hayan sido detectadas con este virus.
Fumigar
Amazonas tiene, actualmente, 1.229 casos, siendo una de las regiones que tiene alerta epidemiológica por aumento de infecciones. Eso lo saben las hijas de Carmen, quienes entienden lo ocupado de su labor. Se han convertido en sus máximas admiradoras. “Cuando llegamos a nuestras casas encontramos a nuestras niñas durmiendo, pero cuando ven lo que hacemos se emocionan”.
Al igual que ella, Blanca Leiva (36) combate a este enemigo invisible que causa fiebre alta, dolor de cabeza, de huesos y de ojos. Ella no solo fumiga, sino también concientiza a las familias para que eviten el dengue, a fin de promover un cambio positivo en la comunidad que la acoge desde hace 10 años.
Señala que el problema de la región –además de las lluvias– es que no hay agua potable en las viviendas. Los pobladores deben almacenar este vital elemento en recipientes, que a su vez se convierten en grandes focos infecciosos de dengue.
“Escogí trabajar en el área de control vectorial porque me gusta ser fumigadora, pero quisiera pedir a la gente que deje ingresar al personal de salud para educarlos sobre el lavado y correcto tapado de los recipientes donde almacenan agua”, recomienda la enfermera.
Otra persona que cumple con esta ardua tarea es Jeydi Canta (30), quien debe repartir su tiempo entre ser madre de un niño de 4 años y las casi 12 horas de trabajo. “Tenemos horario de ingreso, pero muchas veces no de salida”, dice. Ella y sus compañeras transitan por los distritos de Bagua, Imaza, Copallin, San Francisco y La Peca.
Su 1.52 centímetros de estatura no le es impedimento para cargar las pesadas máquinas de fumigación, incluso no lo fue cuando recién aprendía esta ocupación. “Era algo complicado, mi brazo temblaba”, dice.
Cuando ella ingresó al equipo no había mujeres. Junto a Carmen y Blanca no solo debieron luchar contra el dengue, sino también contra los estereotipos que se crearon en torno al trabajo. “Nos decían que no querían mujeres en el área”, dice Blanca. Sin embargo, ningún comentario las detuvo. Hoy, el grupo es conformado en su mayoría por mujeres. Aseguran haber demostrado que pueden ejecutar cualquier tipo de actividad. “Agarramos las máquinas y nos vamos a fumigar”.
49 mil casos de dengue
Carmen, Blanca y Jeydi son tres de las 15 mujeres que a diario luchan contra el dengue, enfermedad que agobia al Perú desde hace años. Impulsan la prevención e intentan evitar decenas de muertes en Bagua y en todas sus localidades.
En menos de seis meses se han reportado 13.211 casos de dengue y 24 fallecidos por ese mal en Piura. Las muertes con relación al número de casos sobrepasan a lo reportado en el 2017.
Las acciones del Minsa y la Diresa Piura son aún débiles. Se ha desplegado a 280 integrantes de las brigadas antidengue para evitar infecciones.
En tanto, en Lima se han registrado 1.000 casos y cero fallecidos.
El Minsa ha recomendado a la población no dejar agua empozada en sus recipientes y calles y tapar bien los tanques, a fin de evitar los criaderos del zancudo.