Hace dos meses, el Ministerio de Salud (Minsa) publicó el documento técnico “Plan de preparación y respuesta ante posible segunda ola pandémica por COVID-19 en el Perú” donde proyectaban tres escenarios de impacto de esta enfermedad.
En un escenario leve se tendrían 811,363 nuevos contagios, en un escenario probable se llegaría a más de millón y medio de infectados, y en el peor escenario, casi dos millones y medio de peruanos contagiados.
Para fines de esta nota, La República comparó el diagnostico hecho para un escenario “probable” versus los indicadores que hoy públicamente se manejan. ¿Cuán preparados nos encuentra esta segunda ola de contagios?
Según las estimaciones del Minsa detalladas en la infografía, no se cuenta con los recursos médicos suficientes (balones de oxígeno, camas hospitalarias, UCI) para enfrentar esta nueva etapa de la enfermedad.
Uno de los objetivos de este plan de contención era detectar oportunamente los casos de COVID-19, a través de la intensificación de la vigilancia e investigación epidemiológica.
El mismo documento concluye que la detección tardía y la limitada vigilancia y gestión de la información sobre esta enfermedad fue una de las causantes de la mala respuesta a la pandemia. Por eso, se propone fortalecer este sistema con recursos humanos calificados y equipamiento adecuado. Para esta tarea, destinarían más de 292 millones de soles.
Para el epidemiólogo Edward Mezones, la vigilancia en Perú siempre fue insuficiente. “Para mejorarla ahora necesitamos tener laboratorios que lo permitan, a pesar que los recursos humanos sí están comprometidos, no siempre se dan las herramientas”.
Mezones añade que a este plan le falta incluir el rol de las universidades y regiones. Hay una actividad referida a “innovación y desarrollo de tecnologías vinculadas a COVID-19” en la que las universidades deberían jugar un rol principal, algo que no sucedió durante la primera etapa de la pandemia.
Del mismo modo, el epidemiólogo observa que las regiones deberían participar directamente en la estrategia de contención. Durante las últimas semanas hemos visto un desfase entre las cifras del Minsa y las Diresas y eso se debe a la poca comunicación entre las entidades. “¿Quién puede saber cómo adaptar mejor las cifras y medidas a las regiones que las propias autoridades regionales?”.
Otra causa de las deficiencias en la respuesta a la primera ola pandémica identificada por el Minsa es el “bajo nivel de conocimiento de la población y limitada percepción del riesgo de la transmisión del Sars-Cov-2”.
Para esto, se propone fortalecer la “comunicación de riesgo con enfoque intercultural”, a través de tareas como la difusión en medios de comunicación, el uso de medicamentos, la implementación de voceros oficiales, la vigilancia de rumores y noticias falsas, entre otras.
El experto en comunicación política, Ricardo Sifuentes, explica que esta estrategia comunicacional apunta a que la ciudadanía tenga un entendimiento real de la pandemia y los peligros del contagio.
“El apellido intercultural es porque cada campaña tiene que adaptarla a las muy distintas realidades del Perú”, añade.
Para Sifuentes, el miedo se ha rutinizado porque los peruanos están desgastados.
“La campaña de comunicación de riesgo que emprenda el Gobierno tiene que ver formas creativas y moduladas de mantener vigente una alerta sana para que modifiquemos nuestras conductas y no caigamos en el peligro. Eso aún no lo ha hecho Sagasti”, añade.
La OMS ha llamado a los países a aumentar su capacidad de vigilancia genómica. Esto, en el plan de contingencia propuesto por el Minsa, no aparece.
Para Pablo Tsukayama, líder del proyecto de vigilancia genómica de COVID-19 en la Universidad Cayetano Heredia, este vacío se puede deber a que “en noviembre aún nadie hablaba de este tema porque recién entra en discusión hace un mes, cuando aparece la variante británica”.
Sin embargo, cuando recientemente se le ha consultado a la ministra Pilar Mazzetti por este rubro, sus respuestas no han sido consistentes.
En la última consulta que realizó este diario a la ejecución presupuestal, figuraban 13 millones de soles destinados a la “vigilancia laboratorial y soporte diagnóstico” del coronavirus, donde estaría comprendido el secuenciamiento del virus.
Para Tsukayama “suena a poco dinero si es para fortalecer la red de laboratorios”. Él recuerda el despliegue británico que encontró una nueva variante: invirtieron 30 millones de libras esterlinas (más de 150 millones de soles).
También explica que el INS no se daría a basto porque tienen un solo secuenciador en Lima y para este sistema tienen que participar las regiones.
De no incluir esta urgencia dentro del plan de contención, Tsukayama alerta un grave problema: “Ha quedado claro que esta información es necesaria porque puede dirigir acciones de control. Si no hacemos este tipo de monitoreo, no tendremos manera de ver qué variantes están circulando, además que cada vez es más real el peligro de que una variable se genere aquí”.
Angela Uyen, Esp. en políticas sanitarias
“Dado el nivel de desinformación de la población, existe una urgencia en cuanto al estudio del comportamiento, percepciones sobre las medidas de control, incluyendo a las vacunas. ¿Cuáles son los planes al respecto”.
Documento realizado por el despacho viceministerial de Salud Pública, con el apoyo técnico de OPS.
Alternativas de solución.
Los recursos no cubren las proyecciones del Gobierno. La segunda ola llega y sigue sin haber recursos suficientes en el sistema de salud para enfrentarla.
Regiones con tasas de letalidad más altas.
Balones de oxígeno, proyección de pacientes que necesitarán oxígeno y camas hospitalarias para atender pacientes COVID.
Plan de contingencia del gobierno para frenar la segunda ola.
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