Las restricciones a la movilidad ciudadana debido a la pandemia del coronavirus han obligado a todas las academias preuniversitarias a readaptar su forma de impartir educación. Pese a que algunas ya estaban utilizando plataformas digitales como recurso didáctico, otras tuvieron que comenzar a emplearlas para dar paso a la clases virtuales.
El estado de emergencia se estableció mediante el decreto de urgencia Nº 044-2020-PCM. A pesar de que un principio se fijó la medida por una duración 15 días, el Gobierno finalmente determinó el aislamiento social por más tiempo. Ante ello, las academias implementaron su metodología virtual.
Al inicio, algunas instituciones esperaron la reanudación de las actividades académicas. En un comunicado de la academia Trilce, se lee lo siguiente: “Se suspenden las clases a partir de mañana, 13 de marzo. No obstante, estas se reanudarán el lunes 30 de marzo”.
El documento también expone que se realizarían recuperaciones de clases y se entregaría el material para estas de forma virtual a través su plataforma de intranet. Además, se postergó el inicio de otros ciclos.
Sin embargo, Trilce tuvo que iniciar a dictar sus clases virtuales desde la última semana de mayo, de lunes a sábado y con un horario desde las 8:00 a. m. hasta las 3:00 p. m. Las clases se dan mediante la plataforma Zoom y utilizan Classroom como complemento, una aplicación de Google para compartir materiales y hacer evaluaciones.
Para Roberto Bustamante, con maestría en Antropología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos e investigador de las TIC en la educación, hay dos tipos de herramientas para desarrollar clases virtuales. Unas de teleconferencia y otras de educación online.
Entre las principales del primer grupo encontramos a Zoom, Meet o Microsoft Teams, las cuales permiten que una persona explique un tema para un auditorio virtual. Por otro lado, las Moodle, Blackboard y Google Classroom pertenecen al segundo conjunto, con el que se comparten recursos educativos.
Si bien los estudiantes de Trilce ya podían recibir materiales didácticos vía internet, este fue el inicio para la nueva metodología, algo que también fue inevitable en otras academias.
Academias Pamer ya contaba con un aula virtual desde hace algunos años, esta se reforzó tecnológicamente bajo tres ejes establecidos por la entidad: docentes, tutores y especialización.
La institución educativa cuenta con más de 2.000 estudiantes en la actualidad, pero no todos tienen los recursos electrónicos para tomar sus lecciones al mismo tiempo; por ello, optó por dividirlas en sincrónicas y asincrónicas.
Las de tipo sincrónico son de carácter presencial, se imparten de lunes a sábado desde las 8:30 a. m. hasta las 4:30 p. m. en los 20 salones adaptadas en la plataforma Zoom. Estas son grabadas para ser almacenadas en el soporte digital que serán vistas por aquellos estudiantes con dificultad para conectarse durante el horario regular.
Sin embargo, el portal Labdocente.pe advierte que las clases grabadas para los estudiantes deben tener una duración entre seis y ocho minutos, ya que esto ayudará a los alumnos a encontrar el fragmento que necesitan repasar. Si la clase dura cerca de una hora, debería dividirse el contenido, explica la plataforma.
Otra de las recomendaciones de esta web impulsada por Bustamante es evitar que los estudiantes tengan que mostrar su rostro a través de una cámara. Esto podría ayudar a los docentes a reducir casos de cyberbulling, ya que las imágenes de un adolescente se podrían usar de forma inadecuada.
Si un menor no quiere aparecer en la pantalla, debería respetarse su decisión y encontrar el motivo. Los padres deberán ser informados y consultados al respecto, asegura la web.
Por otro lado, Rolando Ticona, director académico de Pamer, asegura que el contexto provocado por la COVID-19 “ha permitido identificar los puntos de mejora con los docentes, ya que la educación virtual tiene que hacer uso de herramientas que permitan hacer una enseñanza más lúdica”.
Interfaz del aula virtual de Pamer. (Foto: Captura aula virtual Pamer)
Uno de estos instrumentos ha sido Kahoot, una aplicación que ha permitido incorporar a la educación el concepto de gamificación, lo cual se define como un juego de competencias de saberes, con el objetivo de conseguir mejores resultados y mejor absorción del conocimiento.
Ticona también destaca que los padres de familia han sido el aliado perfecto para que sus hijos puedan afrontar con éxito su preparación universitaria.
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Por su parte, las academias Aduni y César Vallejo, del Instituto de Ciencias y Humanidades, también han tenido que adaptarse a esta coyuntura. Al igual que sus competidores, utilizan la plataforma Zoom para el dictado de clases, aunque los profesores no han sido capacitados para esta labor, según la versión de una fuente consultada por La República.
Del mismo modo, se conoció que los estudiantes reciben diapositivas como refuerzo para su aprendizaje. En este caso, son los maestros los que preparan el material. Las clases virtuales llegan a tener hasta 80 alumnos con una duración de una hora con 20 minutos en algunos casos. Cabe recordar que los horarios dependen del curso y del tipo de preparación del alumno.
Por lo general, las academias preuniversitarias se enfocan en preparar a sus estudiantes con miras a obtener un cupo en los exámenes de admisión de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Para ello, las empresas ofrecen ciclos de duración variada: anuales, semestrales o repasos de pocos meses.
Uno de los recursos adicionales de Aduni, que cuenta con seis sedes en Lima, es el desarrollo de seminarios. Estos ya se llevaban a cabo antes de la pandemia, pero ahora se continúan realizando de forma virtual. Según la fuente consultada, la dinámica es muy similar a las clases normales.
Para Bustamante, antes de desarrollar las clases virtuales, los maestros deberían tener en cuenta algunos cuestiones: “Poner en papel lo que quieren lograr con sus estudiantes. ¿Qué competencias quiero desarrollar? ¿Qué habilidades quiero promover? Luego de eso, se pueden o deben pensar las interacciones, las dinámicas, las actividades a desarrollar”.
Uno de los servicios que también podría implementarse en las academias es la asesoría personalizada. Según el especialista, dependerá de cómo se organicen las instituciones para este fin.
Para el centro de estudios preuniversitario Grupo San Marcos, las clases virtuales significaron un proceso express debido a que la implementación de una plataforma virtual y difusión de contenido didáctico en ella estaba planificada para después del primer semestre del 2020.
Inicialmente las clases se impartían a través de la red social Facebook, sin embargo; con la ampliación de la cuarentena se adquirió una plataforma virtual que costó cerca de 4.000 soles y comenzó a funcionar en mayo. Un mes después empezaron a dictar las clases “presenciales” mediante la plataforma Zoom a la cual asisten un promedio de 65 alumnos por sesión.
Sin embargo, Bustamante, que ha trabajado en la desaparecida Dirección General de Tecnologías Educativas del Minedu, aclara que las clases también se pueden dar con una pizarra física. Todo dependerá de la forma de interacción que haya en el aula.
“La idea de lo virtual implica algo que es simulado. La enseñanza en línea no es simulada. Sigue siendo enseñanza, con una persona al otro lado que hace sus sesiones en línea, en vivo muchas veces. Puede usar pizarra o puede hablar y exponer. Y la educación virtual puede darse también en escenarios presenciales. En todo caso lo simulado o virtual es la idea de “aula”, de espacio de interacción. Y allí, por supuesto que la pizarra puede funcionar”.
La educación en GSM está orientada para dos grupos de estudiantes: los escolares, que representan el 60 % del universo, ellos reciben sus lecciones de forma grabada a causa de la distribución de sus horarios. El otro 40 % asiste a las 7 aulas online que la academia habilitó para los ciclos anual y semianual.
“El aula virtual ayudó a afianzar la comunicación con los padres”, señala Marco Campos, director académico central de GSM, que reconoce que la pandemia alejó a más de la mitad de sus alumnos matriculados; asimismo la plana docente se redujo a 25 personas.
Pese a que esta modalidad de enseñanza es aún novedosa para el ámbito preuniversitario, Bustamante resalta que podría ayudar a entender mejor cómo usar las herramientas digitales de forma didáctica. “Más que una nueva manera, es posible que sirva para despejar varios mitos sobre la educación a distancia usando internet”.
Según el investigador, en ambos casos se puede tener buenos resultados en el aprendizaje de los estudiantes. Para ello “un maestro puede plantearse un logro, que un estudiante aprenda algo, y lo puede alcanzar sea en una clase presencial o en una plataforma virtual. Lo que cambia es la interacción”, afirma.