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Sociedad

El hambre, la otra pandemia de Arequipa [FOTOS y VIDEO]

Alarma. El virus mata de dos maneras. En primer orden figuran los contagiados postrados en una cama UCI pero también mata de hambre a aquellos que acatan la cuarentena pero carecen de recursos para alimentarse.

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dolorosa realidad. Esta familia solo le queda algunos comestibles. Felizmente apareció la olla común para no morir de hambre.

Elmer Mamani Quispe

Arequipa

Llegar al sector 11, manzana 24 de la Asociación José Luis Bustamante y Rivero de Cerro Colorado, tarda 30 minutos desde el Cercado.

Hay que ingresar por la carretera Arequipa- La Joya. Un mar de polvo rodea al sector. Cerca a la única cancha sintética del lugar, un grupo de madres prepara el almuerzo del día. Francisco Villafuerte (38), taxista sin empleo por la emergencia, explica que hace cinco semanas, 30 familias sobreviven gracias a esta olla común.

Como la de Yolanda Ccori (22) con una hija y pareja sin trabajo. Lo donativos que recibían se están agotando y piden auxilio. Aquí sus historias.

1 | “Antes ganaba 15 soles diarios, ahora no tenemos nada”

Leonarda Suclla (44) y su hija Thalía (15) ya pasaban penurias antes de la emergencia. La pandemia solo significó un terrible golpe de gracia. “Eso me queda: papita, huevito, nada más”, enseña Leonarda en su cocina de sillar. En diciembre enfermó, tuvo que operarse y dejó de ofrecer verduras en el Terminal Pesquero donde ganaba S/ 15 diarios. La carencia empujó a Thalía a vender papas. Así compraban las medicinas hasta que se decretó la cuarentena. No tener permiso laboral impidió que la adolescente siga trabajando. “Lo más duro ha sido ver sufrir a mi mamá por su enfermedad”, cuenta. Sus palabras son un detonador para que ambas lloren. Recibieron un bono pero todo se gastó en las vitaminas que necesita Leonarda. “Sin ellas no puedo caminar”, explica. Thalía, en 4to. de secundaria, no puede estudiar. Sin dinero para comer, menos hay para recargar el celular y recibir tareas por WhatsApp.

Leonarda Suclla (44) y su hija Thalía (15) ya pasaban penurias antes de la emergencia.

2 | “Si no hacían olla común, nos moríamos de hambre”

Era ambulante que vendía ropa en el Terminal Pesquero. Ahora Alejandro Taipe Quispe (36) pasa sus días en casa sin trabajo. “Vendía medias, pantalones”, recuerda. Una vez intentó salir a ofrecer sus productos pero la policía municipal lo echó. Las ollas de su cocina están vacías. Se ve un poco azúcar en la despensa, pero nada más. “Estábamos sobreviviendo con té y pan. Luego nos quedamos sin nada. Felizmente los vecinos organizaron una olla común y así sobrevivimos día a día”. Con su esposa, Flavia Quispe Sayhua (25) tienen dos hijos. La mayor, Samira de 8 años, no puede acudir a sus terapias para solucionar sus problemas de aprendizaje. Esto apena mucho a Alejandro. El más pequeño, Luis, tampoco puede estudiar. Flavia enseña la pantalla hecha añicos (trizado) de su celular. Ella escuchó de las tablets que el Gobierno prometió. No recibieron ningún bono y se preguntan si llegará ese aparato para sus hijos.

Alejandro Taipe Quispe (36) pasa sus días en casa sin trabajo. No sabe como alimentar a su familia.

3 | “Tuve que mendigar comida para darles a mi hijos”

La familia de Diego Ccoa Rojas (28) se quedó 4 días sin comer. Con té y maíz tostado trató de engañar algunas veces los estómagos de sus dos hijos: Adriana y Johan. “Papá tengo hambre, me dicen, pero no tengo qué darles”. Diego confiesa que obligado por la necesidad, pidió comida a las tiendas de su sector. “Es lo más extremo que hice. Gracias a Dios, algunos me daban una cosita u otra”, narra queriendo llorar. Trabajaba en una mina, se accidentó y le dieron descanso médico. La empresa decidió despedirlo. Eventualmente tuvo que laborar en construcción o en la chacra, hasta que la pandemia paralizó todo. De la casa que habita con su esposa Valentina Mamani Apaza (23) y sus pequeños, solo es cuidante. En su cocina apenas hay unas bolsas de fideos. Se quedaron sin gas y no pueden prepararlos.

La familia de Diego Ccoa Rojas (28) se quedó 4 días sin comer.

4 | “Vendía refresco en el centro y ahora no se puede”

Rosa Flores pasa de desgracia en desgracia. Hace unos meses un huaico partió en dos su vivienda. Ahora la extrema pobreza por la pandemia amenaza a los suyos. Ella caminaba por las calles del Cercado de Arequipa, ofreciendo refrescos. Así ayudaba a su esposo con los gastos de casa. Eso ahora son solo recuerdos. Se le caen las lágrimas cada vez que sus dos hijos le piden algo y tiene que responder que no. “Cuando trabajada les daba, ahora no puedo”, dice y llora. Solventar la educación de sus menores se volvió todo un gasto. A la semana tiene que invertir 5 soles para que tengan internet y reciban tareas. La señal de internet no es buena y por eso su esposo, Isidro Machaca, construyó un pequeño ambiente de tripley encima de las calaminas, como si fuera una casita de árbol. Deyvis, el mayor, cada día sube por una escalera al espacio y se queda dos horas resolviendo tareas, pero con algo de mejor señal.

Hace unos meses un huaico partió en dos la vivienda Rosa Flores.

5 | “Hemos compartido una manzana entre ocho”

“¿Quién podría querer material de construcción en estos momentos?”, se pregunta Yhoysi Guadalupe Valero (26). Su pareja dejó de trabajar hace semanas en las canteras porque nadie compra. Ahora lo que la gente necesita es comida, se lamenta. Su familia se ha quedado sin lo básico. Es por eso que flamea un trapo blanco en la puerta de su casa, pidiendo ayuda. La mujer tiene tres hijos, la última con apenas algunos meses de nacida. Comparte la vivienda con sus suegros, ya adultos mayores. “Sería terrible que se contagien, que contraigan el coronavirus”, se preocupa. Dos de sus niñas deberían estudiar pero sin algo de dinero no tiene la posibilidad de hacer recargas al celular. Por ahora todos sobreviven gracias a la olla común del sector. Si su esposo o sus suegros consiguen algo de comer, tienen que dividirlo. “Hemos compartido una manzana entre ocho personas”, confiesa.

La familia de Yhoysi Guadalupe sobrevive con la olla común que preparan en su sector.

6 | “Muchas veces nos privamos de desayuno y cena”

Jhony Laura Parque (39) intentó vender verduras en el ingreso a la carretera Arequipa- La Joya. Pero los municipales lo botaron. “Podría salir a trabajar y ganarme algo de plata, pero me multan porque no tengo pase laboral ni RUC”, sostiene. Hace dos semanas fue la última vez que trató de ofrecer sus productos, pero se los quitaron. Milagrosamente cuenta que hace unos días les regalaron algo de papa y fideos. Un grupo religioso israelita, después de la oración de rigor a Dios, les dieron esos alimentos que les ayudará a sobrevivir un par de días. Jhony con su esposa Rosa Huamani Quispe (37) tiene una hija, Valeria.

La menor hace días se intoxicó y no pueden llevarla a la posta por falta de dinero. Pero lo que más les apena es privarla muchas veces de desayuno y cena. La olla común de la zona los ayuda, pero no es suficiente. “Pedimos el apoyo de la gente para que nos den alguito, arroz, azúcar”, suplica.

Jhony y su esposa Rosa tienen una hija que hace unos días se intoxicó, pero no pueden llevarla a la posta.

IMPORTANTE. Celulares para apoyar con víveres la olla común del sector 11 de la Asc. J.L. Bustamante y Rivero: 996229789-938786421-983685339.