Luis Álvarez Guevara
Hace unos días, se publicó en el El Peruano la Ley Nacional de Agricultura Familiar. La norma busca reducir la pobreza en zonas rurales, pero, en la provincia cusqueña de Quispicanchi, se adelantaron dos años. Las mujeres, organizadas y asesoradas por el centro Flora Tristán, emprendieron un programa de agroecología, que garantiza el alimento para sus familias y pretende expandirse en la región.
Juana Laura Gallegos forma parte de las 16 beneficiadas del proyecto Productoras Rurales Empoderadas de Cusco en el centro poblado de Huasao. Desde temprano, junto a sus hijas y su pequeña nieta Lía, inicia sus labores agrícolas en su pequeño biohuerto, instalado en su casa, para cultivar sus hortalizas. “Ahora mi familia come sano y llevo mis productos al mercado para la venta, así ayudo en la economía de la casa”, cuenta.
Las 16 se encargan de preparar sus fertilizantes e insecticidas libres de químicos para una cosecha 100% orgánica. Cada cierto tiempo, se reúnen y elaboran biol, un abono orgánico que no solo fertiliza, sino que también es un fungicida. En esta acción, se muestra el trabajo comunal. Tras un periodo de fermentación, el biol es repartido entre cada una de las productoras.
Edith Condorhuanca es una joven madre de familia que se dedica a la agricultura. El trabajo en construcción de su esposo no alcanza para cubrir la olla familiar. Ella trabaja bajo el fitotoldo que instaló en sus terrenos regados por goteo. Está atenta al crecimiento de sus tomates, pues un solo descuido podría echar a perder la cosecha. Por el momento, muestra orgullosa las grandes alcachofas que produce en su biohuerto.
Sin embargo, ellas tienen problemas para expender sus productos. No encuentran un mercado estable para venderlos, apenas aprovechan las ferias de su localidad. “A veces somos discriminadas en los mercados y tenemos que vender nuestros vegetales a precio de mayorista para no perder”, señala.
Mucho de lo que saben lo aprendieron en los talleres de Flora Tristán. Además, lo replican con mujeres que no son del proyecto. Por ejemplo, Pascuala Ninantay se encarga de transmitir los conocimientos a sus vecinos e intenta introducirlos en las cosechas orgánicas para así no contaminar el ambiente. “Todo lo que me enseñaron se lo repito a mis ‘alumnitos’”, citó.
A fin de año, el convenio con Flora Tristán y Cooperación Vasca terminará. Se quiere que el proyecto se sostenga en el tiempo, se replique en otras comunidades y se garantice el cuidado de la Pachamama.
Más de 3 mllns. de mujeres hay en zona rural
El proyecto de Productoras Rurales beneficia a 80 comuneras de los distritos de Andahuaylillas, Cusipata, Huaro, Oropesa (Huasao), Quiquijana y Urcos, en la provincia de Quispicanchi. Estas lo replican con 600 mujeres emprendedoras. El número de mujeres en las zonas rurales del Perú asciende a 3 503 540, 47% de toda la población rural. Ellas se dedican, en su mayoría, a las actividades agropecuarias y, con su trabajo, sostienen a sus familias.