Estafa en China. Cuando el empresario Guo recibió una videollamada de un amigo, creyó estar hablando con él. Tanto su voz como las facciones de su rostro coincidieron con la humanidad del conocido. Como dueño de una corporación, poseía millones de yuanes en la caja fuerte. Su amistad le contó que una persona cercana necesitaba dinero para la garantía de una licitación, y solo así, dándole su confianza, transfirió 610.000 dólares.
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Al efectuar la entrega vía bancaria, Guo le escribió a su amigo. El desconocimiento oído lo alarmó y llamó tan pronto como pudo a la policía. Los efectivos ordenaron anular el giro para congelarlo. Se pudo recuperar el dinero.
"Durante la llamada por video, estaba convencido de haber reconocido la cara y la voz de la persona que me llamaba, por eso no desconfié", se sinceró el ejecutivo Guo.
La policía de Fuzhou, en la costa de China, identificó que el estafador usó la inteligencia artificial para modificar su rostro y voz para asemejarse al amigo del empresario.
Parece que el mayor miedo de Sam Altman (38), creador de ChatGPT, robot imitador del dialecto humano, aunque lejos en kilometraje, ya ocurre. El pasado 16 de mayo, admitió ante el Subcomité de Privacidad, Tecnología y la Ley del Senado de Estados Unidos que su temor es el "daño significativo a la sociedad" provocado por "esta industria". El reciente intento de robo en un país donde la interfaz es inaccesible evidencia la adaptación del robo a las nuevas tecnologías.
Con información de AFP.