Los lugares abandonados, envueltos en un halo de misterio y nostalgia, pueden albergar tesoros históricos inimaginables. Tal es el caso de esta hidroeléctrica que fue abandonada en las montañas de México, la cual esconde un par de estatuas gigantes, de las que los habitantes de la zona suelen narrar varias leyendas que constituyen solo una parte de lo asombroso de este lugar.
Más que simples espacios vacíos, los sitios que han sido abandonados son cápsulas del tiempo que esperan ser descubiertas. Cada objeto, cada fragmento, cuenta una historia y ofrece pistas sobre el pasado, además de enriquecer nuestra comprensión del mundo. La exploración de estas zonas no solo es una aventura emocionante, sino también una oportunidad para honrar la memoria y preservar el patrimonio cultural para las generaciones venideras.
Planta hidroeléctrica abandonada. Foto: Jalisco Desconocido
La Planta Potabilizadora Colimilla se ubica en la Barranca de Colimilla, dentro de un pueblo que lleva como nombre Jardines del Prado, en el municipio de Tonalá, aproximadamente a una hora de la zona metropolitana de Guadalajara.
Justo detrás de la presa se pueden observar las ruinas de lo que fue la principal central hidroeléctrica que suministraba electricidad a Guadalajara. Se construyó entre 1945 y 1950, en su momento suministró 51 megavatios de energía. Sin embargo, hoy está completamente abandonada y ha sido reemplazada por otra planta más abajo del río Santiago, uno de los más contaminados de México.
Esta hidroeléctrica abandonada tiene dos estatuas gigantes dentro de su propiedad. En Guadalajara, son conocidas como los Atlantes de Colimilla y es una sorpresa hallarlos en el fondo de un profundo cañón, a 300 metros por debajo de las calles de una gran metrópolis.
En su momento, fue la principal central hidroeléctrica que abastecía de electricidad a Guadalajara. Foto: Alfonso Hernández
Los Atlantes de Colimilla, con una altura de 4,5 metros, son ‘guardianes’ de la historia y el patrimonio de la región. Estos gigantes fueron tallados en una dura piedra volcánica y ‘vigilan’ lo que en algún momento fue la importante presa hidroeléctrica. Estas estatuas son dos jóvenes desnudos, que llevan un peinado de los años 50 y hacen recordar a algunas estatuas de Italia.
Hace algunos años, ambas estatuas estaban cubiertas de mugre y grafitis acumulados a lo largo de las décadas; sin embargo, en la actualidad, ya se encuentran sin aquella suciedad, puesto que “la gente del barrio, que vive arriba del río, decidió por iniciativa propia que ya era hora de limpiar esas estatuas, de las que se sienten muy orgullosos”, según Erick González Rizo, presidente de Xalixco Estudios Históricos.
Los Atlantes de Colimilla, actualmente, se encuentran limpios, gracias al esfuerzo de los habitantes de la zona. Foto: Mexico News Daily
De acuerdo con José Guadalupe Gutiérrez, miembro de la Sociedad Histórica de Tonalá, las dos grandes estatuas fueron esculpidas entre 1945 y 1950 por Ramiro Gaviño y se consideran buenos ejemplos del art déco. Ramiro Sergio Gaviño Rivera, un arquitecto y escultor originario de la Ciudad de México, fue el creador de ‘El Monumento al Caminero’. Este conjunto, compuesto por tres imponentes estatuas, se encuentra en la colonia La Joya de la capital y fue inaugurado en 1956 en honor al Constructor de Caminos.
Atlantes de Colimilla cuando la hidroeléctrica estaba vigente. Foto: archivo de Planta Potabilizadora Colimilla
Para quienes buscan misterio, una visita nocturna a los Atlantes de Colimilla ofrece una experiencia sobrecogedora. Las leyendas y mitos locales relatan la aparición de luces enigmáticas y sonidos inexplicables en la oscuridad, lo que añade un aura de misterio a la impresionante vista de estos gigantes bajo el cielo estrellado. Es necesario recalcar que no existe ninguna prueba de estas leyendas.