Es usual escuchar que en Japón los niños son más disciplinados y que su comportamiento es ejemplar. Es cierto que la obediencia a ciegas no es conveniente, pero en el país asiático existe un principio de crianza que garantiza resultados asombrosos.
Desde hace milenios, el Ikuji es un método de crianza usado en la nación nipona y tiene similitud a la disciplina positiva, que busca reforzar aspectos buenos de la personalidad de los menores y elude los castigos, pero se diferencia en algunos aspectos.
La clave del éxito es el vínculo entre la madre y el hijo. En la sociedad japonesa, la mamá posee un papel clave en la crianza, al igual que los abuelos que se vinculan estrechamente e inculcan el amor y respeto por los adultos mayores y la familia.
Otro aspecto importante es que, en Japón, los padres y madres priorizan el tiempo de calidad con sus hijos. Pese al cansancio de la jornada laboral, al llegar a casa, las familias se vuelcan por completo sin distracciones.
En Japón, a los pequeños se les asigna tareas que deben cumplir en el día a día en un horario para que sean más autónomos y responsables, y para que sientan que lo que llevan a cabo es útil y necesario.
A los niños en Japón se les asigna pequeñas tareas. Foto: Netflix/Nippon TV
La clave de la crianza en Japón es el respeto: a los menores se les trata sin gritos ni amenazas. Desde edades muy tempranas, se les enseña la deferencia hacia los demás y a evitar el individualismo para priorizar el cooperativismo.