Jorge Ocaña. EFE
En medio de un fuego cruzado en Ucrania, una bala alcanza a un soldado que cae al suelo pidiendo auxilio, una escena que sentimos en primera persona porque se ha grabado con una cámara colocada en su casco y nos ha llegado a través de las redes sociales.
Entre los muchos hitos que ha supuesto la invasión rusa de Ucrania, de la que esta semana se cumple el primer aniversario, se encuentra la propagación de imágenes del frente de batalla, en ocasiones de gran crudeza, captadas por móviles, cámaras subjetivas y drones que llegan a teléfonos y otras pantallas de una audiencia global.
Aunque imágenes similares de conflictos armados anteriores ya circulaban por internet, el mayor impacto de esta guerra ha multiplicado su difusión y uso propagandístico, que ha contribuido al aluvión desinformador generado por el enfrentamiento, como ha constatado EFE Verifica.
Del mismo modo que muchos consideran la guerra del Golfo como el primer conflicto bélico televisado en directo de la historia, la guerra de Ucrania se ha convertido en el primero emitido a través de las plataformas digitales, apuntan expertos consultados por EFE.
"Estamos, sin duda, ante la primera guerra que se transmite en directo de forma global a través de las redes sociales", señala Belén Carrasco Rodríguez, analista sénior del Centro para la Resiliencia de la Información (CIR, por sus siglas en inglés), organización dedicada a contrarrestar la desinformación y denunciar abusos contra los derechos humanos.
Combatientes de ambos bandos se han servido de las redes para publicar "extensamente imágenes de sus éxitos y victorias", mientras que los videos de drones han facilitado "una perspectiva panorámica muy útil para enriquecer las investigaciones con contexto sobre el área geográfica que se está analizando", explica Rodríguez.
Estas imágenes permiten por primera vez "ver en tiempo real y de forma muy realista" lo que ocurre en el frente, considera David Sanz, investigador especializado en la Inteligencia de Fuentes Abiertas (OSINT, por sus siglas en inglés) conocido con el seudónimo de Aimery Parekh.
Un año después. El edificio bombardeado fue una de las imágenes emblemáticas de la ferocidad del ataque ruso. Foto: EFE
"Antes solo veíamos lo que podían grabar los periodistas en el frente, pero de forma muy lejana", añade el cofundador de la comunidad española Brigada OSINT, especializada en esta técnica, que consiste en la recolección y análisis —desde el punto de vista de la inteligencia militar— de datos públicos, muchos de ellos accesibles a través de internet.
La grabación y difusión de estas imágenes ha supuesto un nuevo esquema informativo que prescinde de los medios de comunicación tradicionales.
"Los militares muchas veces no acuden a los periodistas. Cuando vemos imágenes reales de combate, muchas de ellas proceden de cuentas militares de Telegram y de TikTok", afirma Joanne Stocker, periodista y analista especializada en la guerra de Ucrania de Storyful, una agencia de inteligencia estratégica de redes sociales.
Sin embargo, aunque estos contenidos son una gran fuente de información, también pueden servir de arma propagandística para ambos bandos.
"Es una visión parcial de lo que ocurre”, coincide Stocker, pero precisa que propaganda no es sinónimo de falsedad.
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Es por ello que los videos que comparten las fuerzas ucranianas deben ser aprobados por comandantes o unidades de información para así corroborar que no haya nada que pueda perjudicar a las tropas.
Pero, aunque la propaganda no implica siempre engaño, este uso de las imágenes de guerra también se produce de forma fraudulenta.
Y "como internet no tiene fronteras, el contenido no verificado que se comparte sobre eventos que ocurren en Ucrania puede desinformar a audiencias en cualquier país", remarca Belén Carrasco.
Otra consecuencia de la grabación y difusión de estas imágenes es que constituyen un testimonio de delitos y pueden usarse en la investigación de crímenes de guerra.
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Algunas imágenes de drones han proporcionado información sobre presuntas ejecuciones, como explica Aimery Parekh sobre un caso concreto que combina un video grabado por un soldado ucraniano con tomas de aeronaves no tripuladas que apuntan al asesinato de militares rusos rendidos.
Por otra parte, a pesar de que los videos grabados por los propios soldados con sus móviles, las cámaras subjetivas y los drones exhiben la crudeza de la guerra, existe el riesgo de que la violencia se torne en un espectáculo.
Guerra fría. Un tanquista congelado yace al lado de su blindado destruido en los combates. Foto: EFE
"Se ha convertido como en un Gran Hermano de la guerra y es a lo que están jugando los dos bandos", advierte Aimery Parekh.
Stocker alerta a su vez de la pérdida de sensibilidad frente a este tipo de contenidos, como prueba el uso en redes sociales de "palabras que deshumanizan a alguien que ha sido asesinado".
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Mientras tanto, desde el frente de batalla, la inteligencia militar ucraniana celebró la falta de avances sustanciales de las fuerzas rusas en el este debido a una supuesta escasez de municiones, mientras que el jefe de los mercenarios rusos Wagner, Yevgueni Prigozhin, ha acusado al Ejército de no suministrarle proyectiles.
El jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kyrylo Budánov, aseguró que Rusia ya ha empezado su esperada “gran ofensiva” en la región oriental del Donbás, pero que esta apenas es perceptible debido a la escasez de municiones y misiles que estaría sufriendo Rusia.
Por su parte, Prigozhin —cuyo ejército privado de mercenarios ha protagonizado algunos de los avances rusos de las últimas semanas en el Donbás— ha vuelto a acusar al Ministerio de Defensa de su país de no proporcionarle las municiones que necesita y ha culpado a esta institución de la muerte en combate de sus militares.
Al tiempo que crece la brecha entre dos de sus pilares militares en la guerra de Ucrania, el presidente ruso, Vladímir Putin, se dio un baño de masas en un concierto organizado en el estadio moscovita de Luzhniki para celebrar el Día del Defensor de la Patria.
Un año después de la invasión, la presencia rusa se mantiene impregnada en la península de Crimea, situada en el mar Negro y bajo control ruso desde 2014, cuando Moscú anexionó esta república autónoma que la inmensa mayoría de la comunidad internacional sigue considerando legalmente parte de Ucrania.
El 24 de febrero del año pasado, Rusia comenzó a bombardear el Donbás (este). Tres días antes, el Kremlin había reconocido Donetsk y Lugansk como repúblicas independientes. La invasión se desarrolla en los días posteriores con ataques con misiles en Kiev, Járkov, la segunda mayor ciudad (norte) y Dnipró (centro).
Desde el comienzo de la contienda han fallecido más de 8.000 civiles en Ucrania según la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, que señala también unos 13.287 heridos entre la población.
Mientras tanto, la gira europea que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, terminó este miércoles confirma que su futuro como líder en la escena internacional está inevitablemente ligado a Kiev y al desenlace de la guerra que Rusia inició hace casi un año.
Por su parte, Vladimir Putin recibió a un alto funcionario chino que afianzó el apoyo de Pekín al Kremlin.
Infografía - La República