Nuevos enfrentamientos estallaron entre manifestantes y policías en la ciudad de Cantón, en el sur de China, a pesar del llamamiento de las autoridades a aplicar “medidas enérgicas” para reprimir la ola nacional de protestas contra las restricciones por el coronavirus y a favor de más libertades.
Las autoridades chinas afrontan el mayor movimiento de protesta desde las manifestaciones prodemocracia de 1989, que fueron reprimidas brutalmente. En este contexto de tensión, Pekín esperaba este miércoles la visita del presidente del Consejo Europeo Charles Michel, que tiene previsto reunirse hoy con el presidente chino Xi Jinping.
El máximo organismo de seguridad de China pidió el martes “medidas enérgicas” tras varios días de protestas en las principales ciudades del país contra casi tres años de estrictos confinamientos por la COVID-19, en un contexto de frustración pública con los líderes chinos.
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El detonante de las manifestaciones fue la muerte de diez personas en un edificio que se incendió en la provincia de Urumqi (Xinjiang), pero que al estar restringido el acceso, los bomberos no pudieron atender adecuadamente la emergencia.
Este fin de semana estallaron manifestaciones en la capital, Pekín, y otras ciudades como Shanghái y Wuhan, que pillaron desprevenido al poderoso sistema de seguridad chino.
En la noche del martes, varias personas en la ciudad meridional china de Cantón se enfrentaron con policías antidisturbios enfundados en trajes de protección EPI, según videos difundidos en las redes sociales, en un momento de protestas y descontento entre la población del país asiático contra la política de cero covid.
La estrategia, que se mantiene vigente desde 2020 a pesar de los síntomas de agotamiento, ha provocado también una desaceleración del crecimiento económico, interrumpido cadenas de suministro y agitado los mercados financieros.
Por su parte, el Gobierno defiende que ha salvado millones de vidas y que, de renunciar a ella, el país sufriría un colapso hospitalario y un aumento repentino de fallecimientos, especialmente entre la población mayor, uno de los grupos más vulnerables, pero también uno de los más reticentes a inocularse. El Ejecutivo aseguró ayer que “acelerará” la vacunación de los ancianos, pero no explicó cómo les convencerá.
El jefe de la diplomacia de EE. UU., Antony Blinken, dijo ayer que la represión de China a las protestas contra su política de “covid cero” es un “signo de debilidad” del régimen comunista.
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Blinken dijo en NBC News que las personas de todo el mundo tienen derecho a “hacer pública su frustración”.
“En cualquier país en que vemos que eso ocurre y que el Gobierno toma medidas represivas masivas para detenerlo, eso no significa un signo de fortaleza. Es un signo de debilidad”, dijo Blinken en Rumania, donde asiste a reuniones de la OTAN.
Blinken estimó que la política china de covid cero “no es algo que nosotros haríamos”, y añadió que Estados Unidos optó por enfocarse en las vacunas, las pruebas y el tratamiento de la enfermedad.
“La estrategia, vigente desde 2020, ha provocado también una desaceleración del crecimiento económico y agitado mercados financieros”.