Pekin. EFE
China amaneció con resaca de la oleada de protestas que sacudió el fin de semana las principales ciudades del país en contra de la política de “cero COVID” y en las que resultaron detenidos un número indeterminado de personas y al menos dos corresponsales de medios occidentales.
La indignación por la muerte de 10 personas en un edificio confinado de la ciudad de Urumqi (noroeste) se transformó en vigilias y protestas inéditas en numerosas partes del país, como Pekín o la megalópolis de Shanghái.
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Algunas grabaciones mostraron cómo cientos de personas marchaban por las calles de diferentes ciudades mientras mostraban hojas de papel en blanco que representaban su oposición a la censura.
Autoridades sanitarias chinas informaron hoy de la detección de 29.840 casos asintomáticos. Foto: AFP
Los manifestantes cantaron “Los que se niegan a ser esclavos, alzaos” —una estrofa del himno nacional chino— o “La internacional”, gritando “queremos libertad”, “no queremos hacernos pruebas PCR” o “que les follen a los códigos QR”, en referencia a la obligación de escanear con una aplicación móvil los códigos QR sanitarios a la entrada de cualquier establecimiento o incluso en parques. “Fue razonable, inspiradora y se desarrolló con calma”, comenta a EFE una pequinesa que acudió anoche al río Liangma, donde tuvo lugar la protesta capitalina.
En algunas de las ciudades, grupos de personas llegaron a gritar “abajo el Partido Comunista, abajo Xi Jinping (el presidente chino)”, una muestra pública poco habitual de desaprobación sobre las políticas del líder del país.