Tuvo que pasar cuatro años para que Lula da Silva obtuviera su revancha, luego de que en 2018 no pudo participar en las elecciones presidenciales porque pasó 580 días tras las rejas. En ese entonces, fue condenado a más de 10 años de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero por el juez Sergio Moro.
En noviembre de 2019, Lula fue liberado luego de que la Corte Suprema fallara en contra de la detención tras una condena en segunda instancia. Dos años después, en 2021, el Supremo Tribunal Federal (STF) revocó estas condenas porque al expresidente no se le habían respetado sus derechos durante el proceso.
Al líder del Partido de los Trabajadores (PT) se le culpó de haber recibido, mediante sobornos de una constructora, un apartamento triplex en Sao Paulo; también se le acusó de obtener una casa de campo en la localidad paulista de Atibaia, y otro proceso referente a una investigación al Instituto Lula.
Lula fue acusado de recibir sobornos al contratista OAS en forma de reserva y renovación de un departamento en el balneario de Sao Paulo. Aunque el tríplex de Guarujá nunca perteneció al exmandatario, el Ministerio Público alegó que el trato se disolvió tras hacerse público el asunto, y por eso nunca llegó a concretarse.
Sin embargo, el juez Sergio Moro lo sentenció a nueve años y seis meses de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero en julio de 2017. Luego, el Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región, en enero de 2018, aumentó la pena a 12 años y un mes de prisión.
Más de un año después, en abril de 2019, el Tribunal Superior de Justicia decidió mantener la sentencia, pero redujo la pena impuesta a ocho años, 10 meses y 20 días de prisión. Lula estuvo preso durante 580 días, pero fue liberado en noviembre de 2019.
El triplex fue vendido en subasta en 2018 por 2,2 millones de dólares. Foto: Divulgación
Lula salió en libertad porque el tribunal determinó que la sentencia solo puede comenzar a cumplirse después de que el proceso sea definitivo, es decir, cuando se hayan agotado todos los recursos.
Por ello, la defensa de Lula pudo apelar ante el Supremo Tribunal Federal. Uno de los recursos presentados decía que el Juzgado 13 Federal de Curitiba no tenía competencia para procesar y juzgar la acción del tríplex.
Edson Fachin, juez de la Corte Suprema de Brasil, estuvo de acuerdo con este alegato e identificó el mismo problema en los tres juicios que fueron anulados, incluido en el que Lula fue condenado por segunda vez.
Este fallo técnico anuló las dos condenaciones, haciendo que todo empezara de nuevo de cero y provocando inevitablemente la prescripción de ambos juicios.
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Lula fue acusado de recibir sobornos de las constructoras OAS y Odebrecht a través de remodelaciones, en 2010, para una casa en Atibaia, Sao Paulo. Aunque la propiedad es del empresario Fernando Bittar, el Ministerio Público afirma que el expresidente es el dueño real.
Lula fue condenado a dos años y 11 meses de prisión por corrupción activa, pasiva y lavado de dinero. En noviembre de 2019, la condena fue confirmada en segunda instancia y elevada a 17 años, un mes y 10 días, y una multa.
Además, otras 10 personas fueron condenadas, entre los que figuraban Léo Pinheiro, expresidente de OAS; y Marcelo Odebrecht, expresidente de Odebrecht.
La supuesta casa de Lula en Atibaia. Foto: Infobae
En ese entonces, Lula negó haber cometido algún delito, mientras que los dos empresarios se convirtieron en colaboradores de la operación anticorrupción Lava Jato y confesaron los crímenes.
Sus abogados señalaron que el expresidente nunca fue dueño de la casa. Además, criticó la decisión del juez porque, según la defensa, se basó en una supuesta “caja general” de sobornos de los contratistas en la que no hay evidencia material de que el dinero desviado de los contratos de Petrobras fue a parar en remodelaciones.
Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años recién cumplidos, resucitó cual ‘ave fénix’ en la política tras la anulación de su condena por la corte suprema y este domingo encara la segunda vuelta de su sexta elección presidencial, frente al ultraderechista Jair Bolsonaro.
Y las encuestas lo muestran como favorito, aunque por pocos puntos.
“Precisamos arreglar este país (...) para que el pueblo brasileño vuelva a sonreír”, dijo estos días el exsindicalista salido de la pobreza, que durante su campaña ha prometido recuperar el poder adquisitivo para que la gente “pueda volver a comer una picaña (tipo de corte de carne muy popular en Brasil, ndlr) y tomar una cervecita” los fines de semana.
Lula da Silva a segunda vuelta electoral
Dos veces presidente entre 2003 y 2010, Lula dejó el poder con una popularidad de casi 90% tras una gestión en la que 30 millones de los más de 200 millones de brasileños salieron de la pobreza.
Con información de AFP y BBC