Brasil, el país más grande de América Latina, está a tres días de culminar una segunda vuelta muy polarizada y repleta de desinformación. La población tendrá que decidir este 30 de noviembre si reelige al presidente ultraderechista Jair Bolsonaro o su némesis, el exmandatario izquierdista Luiz Inácio Lula Da Silva, quien llegaría por tercera vez al poder.
Algunas encuestadoras como Ipespe, Ipec y AtlasIntel colocan a Lula como líder en las intenciones de voto, con una ventaja de entre 3 a 8 puntos sobre Bolsonaro. Mientras que la firma Paraná y Datafolha presentan a ambos contendientes en un empate técnico.
La República conversó con el periodista y analista político, Carlos Alberto Di Franco, sobre las claves que debemos saber para entender lo que ocurre en la mayor democracia de América Latina, donde se llevará a cabo las elecciones más reñidas de su historia este domingo 30 de octubre.
Desde que en noviembre de 2019, Lula salió de la cárcel, donde permaneció un año y 7 meses tras ser condenado por corrupción en varios casos que después fueron anulados, se postuló como candidato para las presidenciales 2022.
En Brasil ya se avecinaba la campaña electoral más polarizada de los últimos tiempos. Para el experto, esto se debe a que “en el país se manifestó una reacción sobre el movimiento conservador y liberal, con lo cual se enfrentan los de izquierda y los conservadores. La politización y radicalización vienen precisamente de una reacción a los 16 años del PT (Partido de los Trabajadores) en el poder”, sostuvo Di Franco.
Tanto Lula como el presidente Jair Bolsonaro son líderes fuertes que desatan pasiones entre sus seguidores, al punto que han generado fenómenos como el lulismo y el bolsonarismo. Ambos candidatos encaran en Brasil, dos visiones de futuro, en lo político, social y económico.
Lula afirma que el mandatario ultraderechista es “un fascista que se relaciona con milicianos y el crimen organizado” y que es “un mentiroso compulsivo” que provocó “un genocidio” por su cuestionada gestión de la pandemia.
Mientras que Bolsonaro asegura que el expresidente izquierdista es un “ladrón” y un “diablo” que quiere “imponer el comunismo” en Brasil.
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Como se recuerda, en la primera vuelta del 2 de octubre, Lula se impuso con el 48,43% de los votos, un porcentaje que se encontraba dentro del margen de error previsto en las principales encuestadoras como Datafolha o Ipec, incluso algunos ya lo daban de ganador.
Sin embargo, en el caso del ultraderechista Bolsonaro, los resultados fueron erróneos. Le auguraban un 35% o 36% de los votos, pero obtuvo un 43,2%. Esto se debe quizás al voto oculto, una corriente que el presidente inició contra las encuestadoras durante su campaña. “Lo que vale es el ‘Datapueblo’, que gane el mejor”, dijo en la primera vuelta.
“Yo creo que los institutos en Brasil han dado una muestra de poca calidad porque el resultado fue muy distinto. Lo que yo observo ahora es que todas las encuestadoras empiezan a hacer una diferencia mucho menor de los dos, a lo mejor para garantizar su imagen”, acotó el experto.
El domingo 30 de octubre, los brasileños escogerán a los gobernadores de 12 estados que no lograron decidir en primera vuelta, entre ellos Sao Paulo, el motor económico y mayor colegio electoral en el país.
De cara a la segunda vuelta en Brasil, los dos candidatos han sumado apoyos muy importantes, pero la balanza se inclina, por un lado. En el caso de Lula, se tiene el apoyo de la centroderechista Simone Tebet y el centroizquierda Ciro Gomes y de una decena de gobernadores de estados menores.
Sin embargo, Bolsonaro ha logrado el apoyo de casi todo el Congreso, ya que su Partido Liberal obtuvo una victoria arrasadora en la primera vuelta. Además, el presidente tiene la ayuda del senador y exministro Sergio Moro, la cara visible de la megaoperación anticorrupción Lava Jato.
En conclusión, “Bolsonaro la tendría más fácil gobernar, porque tuvo una victoria inmensa en el congreso; su partido, que tenía 10 votados, ahora tiene 99. Han sido elegidos varios senadores de la República, que son sus partidarios. Por su parte, si es elegido Lula, va a tener contra él todo un Congreso nacional, y tendrá mucha dificultad para gobernar”, señaló Di Franco.
Un temor que se acrecienta en Brasil es si Bolsonaro aceptaría una eventual derrota, puesto que lleva años sembrando dudas, sin pruebas, sobre la fiabilidad del sistema de voto electrónico que Brasil usa desde 1996, con gran reconocimiento internacional.
Para el politólogo, “de no aceptar Bolsonaro su derrota, esta sería fuera de la ley. La constitución indica que, elegido el presidente de La República, se debe tomar posesión. Yo creo que es muy difícil mantener ese discurso. El domingo tendremos el resultado y será completamente respetado”, resaltó.
Sin embargo, otros expertos más pesimistas consideran que, al mismo estilo de Donald Trump en EE. UU., Bolsonaro no acepte su derrota y llame a sus seguidores a protestar contra el Tribunal Superior Electoral (TSE) y que eso derive en disturbios callejeros.
América Latina tiene los ojos puestos en Brasil. Este domingo 30 de octubre, se definirá cuál de los dos modelos convence a los brasileños. Sin embargo, una victoria de Lula sellaría el giro izquierdista que emprendió hace años la región.
Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder en México (2018), de Alberto Fernández en Argentina (2019), Luis Arce en Bolivia (2020), Xiomara Castro en Honduras (2021), Pedro Castillo en Perú (2021) y, en este 2022, de Gabriel Boric y Gustavo Petro en Chile y Colombia.
En cuestión de economía, Di Franco, sostiene que nada tiene que ver las posturas ideológicas para negociar con los vecinos de América Latina.
“Yo creo que los gobernantes son muy pragmáticos, Brasil tiene una economía muy potente en Latinoamérica, tanto como Lula y Bolsonaro, tienen que tener un realismo muy grande para negociar con sus vecinos, independiente de sus posturas ideológicas, porque la economía no puede estar atada a posiciones ideológicas. Cada uno tiene que mirar el bien de su país”, finalizó.