El pasado mes de agosto, se reportó el hallazgo del cuerpo del ‘Hombre del Agujero’, el último sobreviviente de una desaparecida tribu sin contactar en Tanaru, dentro de la Amazonía de Brasil. Los restos del indígena fueron encontrados sobre su hamaca, rodeado de plumas de guacamayo, por el funcionario Altair Algayer, encargado de supervisarlo durante los 26 años que el hombre decidió no mantener contacto con el resto del mundo.
“No se fiaba de nadie porque había tenido muchas experiencias traumáticas con personas no indígenas”, señaló en una ocasión Marcelo Dos Santos, un explorador retirado que vigiló al hombre en el pasado.
Durante medio siglo, Algayer y su equipo, miembros de la Fundación Nacional del Indio (Funai) monitorearon al indígena que vivía en completa soledad desde la aniquilación de su tribu, asentada en la región amazónica de Tanaru, y cuya desaparición se remonta a la década de 1970, debido a diversos ataques de ganaderos y acaparadores de tierra.
Precisamente, el ‘Hombre del Agujero’ habitaba un territorio de 80 kilómetros protegido por el Gobierno brasileño para evitar que extraños de las fincas ganaderas establecidas alrededor ingresen en la zona. Se cree que el indígena tenía 60 años y aguardaba su muerte, acontecida por causas naturales.
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El indígena, último representante de una tribu sin contacto, fue apodado así debido a los agujeros que se hallaron cerca a cada una de sus chozas, que, se presume, le ayudaban a cazar o servían como refugio. A lo largo de 26 años, y cada tres meses, el equipo de Altair Algayer lo seguía de cerca y colocaba una cámara para monitorear sus actividades.
Es por ese motivo, que los funcionarios saben que el ‘Hombre del Agujero’ murió en la choza número 53 de las que construyó por mucho tiempo, “todas con el mismo patrón arquitectónico, con una puerta de entrada y salida y siempre con un agujero en el interior de la casa”.
Se alimentaba de jabalíes, tortugas o pájaros y unas tantas veces recibió semillas y herramientas que le fue otorgando el Gobierno brasileño. Pese a recepcionar la ayuda, el indígena evitó siempre hablar con los funcionarios, probablemente para evitar que identifiquen su lengua.
Hombre del agujero fue monitoreado por un cuarto de siglo por funcionario de Funai. Foto: Captura video Funai
En 1995, un grupo de terratenientes pagaron a varios colonos de la región de Tanaru, Rondonia para que aniquilaran a la tribu sin contactar a la que pertenecía el ‘Hombre del Agujero’. Su plan, lamentablemente, tuvo éxito.
“Fue víctima de un atroz proceso de exterminio, a consecuencia de la llegada de grandes fincas patrocinadas por el Estado. Presenció la muerte de su pueblo, su tierra se convirtió en pastos y fue condenado a pasar el resto de su vida en una pequeña porción de la selva intervenida por la justicia”, afirmó la ONG, OPI en referencia al indígena.
Una de las cabañas construidas por el "hombre del agujero", su cuerpo fue hallado en la número 53. Foto: Survival internacional
Pese a quedarse completamente solo, el ‘Hombre del Agujero’ evitó contactarse con el resto del mundo, y el Gobierno brasileño también evitó forzar la comunicación con él.
Finalmente, el 24 de agosto, el indígena fue encontrado muerto, sin signos de violencia o disturbios. Se presume que falleció en julio y su cuerpo fue trasladado a la ciudad de Porto Velho para realizar la autopsia correspondiente.
En la triple frontera entre Brasil, Perú y Bolivia, se encuentra el mayor número de tribus sin contactar en el mundo. El país carioca tiene contabilizadas unas 115 tribus, mientras que en Perú se estiman la existencia de unos 20 grupos.
Pese al inminente peligro al que se enfrentan, las tribus sin contacto son las que mejor preservan la selva y la biodiversidad.