Pese al tiempo transcurrido, aún hay muchas historias por develar en torno a la Segunda Guerra Mundial. El conflicto bélico todavía guarda muchas anécdotas que no solo muestran las mejores estrategias de las grandes potencias, sino también la terrible degradación a la que puede llegar el ser humano en sus ansías de poder.
Precisamente, uno de los eventos más oscuros e infames de la guerra más sangrienta en el mundo tiene que ver con el plan del nazismo para cultivar la llamada raza aria, principal motor que ocasionó la política de eugenesia nazi o mejora de los rasgos humanos mediante diversos métodos.
En ese contexto, surgió la historia de Ingrid von Oelhafen, una bebe que terminó en un hogar para niños tras la separación de sus padres, Herman y Gisela. La pequeña anhelaba regresar a casa con su madre, una mujer que no era muy cálida, pero a quién la niña deseaba ver con ansias.
Cuando cumplió los 11 años, su padre volvió a aparecer en su vida para llevarla a una cita médica. Aquel día marcaría su vida para siempre. En el consultorio, Ingrid notaría que en sus papeles de identificación figuraba el nombre de una persona que ella no conocía: Erica Matko.
Dos años después, logró cumplir el anhelo de vivir con su madre, aunque la experiencia no fue la esperada. Durante ese tiempo, Ingrid se enteró de la verdad sobre su identidad. Ella no era la hija biológica de sus padres, y en la familia, se desconocía su origen. Simultáneamente, en su adolescencia, Ingrid vio su rostro en un anuncio de la Cruz Roja que buscaba retornar a los niños desplazados o separados por la guerra con sus respectivas familias.
Ese fue el inicio de su búsqueda de identidad.
Herman y Gisela von Oelhafen y sus hijos Dietmar e Ingrid. Foto: Archivo personal de Ingrid von Oelhafen
Años después, y con ayuda de un historiador que le proporcionó la Cruz Roja, Ingrid se enteró de que provenía de Eslovenia. Asimismo, en unos documentos encontró información vital para su objetivo.
“Tenía un formulario de vacunación contra la varicela. El documento estaba firmado por un nazi, el Dr. Hesch, y tenía mi nombre, fecha y lugar de nacimiento, y decía que era ciudadana alemana. Pero también tenía la palabra Lebensborn”, contó Ingrid a la BBC.
Libro, los niños robados por Hitler, de Ingrid von Oelhafen. Foto: Amazon
El “Lebensborn” fue un programa impulsado por el paramilitar SS del partido Nazi para establecer hogares con madres “arias” a las que se les llevaba niños con características raciales específicas e incluso menores robados de países como Polonia, Noruega y Yugoslavia para “germanizarlos”.
“Seleccionaban bebés rubios de ojos azules”, señaló Ingrid.
Con el trabajo del historiador, la mujer descubrió que sus verdaderos padres eran Helena y Johan Matko. Logró ponerse en contacto con la familia en Eslovenia, y gracias a que uno de sus sobrinos accedió a realizarse una prueba de ADN, Ingrid logró conocer su verdadero origen. Era 93,3% tía de aquel joven.
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“Leí el documento y pensé: ‘Pertenezco’. Tengo familia”, remarcó.
Su progenitor había luchado contra la ocupación nazi en Yugoslavia. Fue atrapado y enviado a un campo de concentración, mientras que los soldados nazis le pidieron a su madre que llevara a sus tres hijos a una escuela local.
“Mi madre nos llevó a todos a la escuela y llegó un camión con soldados alemanes. Los niños fueron separados de sus familias”, relata Ingrid, quién era apenas una bebe rubia, de ojos azules y regordeta de nueve meses.
Una bebe Ingrid junto a su hermano mayor. Foto: Archivo personal de Ingrid von Oelhafen
Debido a sus características, los soldados nazis decidieron llevarla hasta Alemania, mientras que a su madre le entregaron otra niña.
“Los documentos muestran que Erika Matko fue tomada como parte del programa Lebensborn, pero también dicen que mi madre llegó con tres hijos y se fue con tres hijos”.
Sus padres biológicos no la volvieron a buscar, probablemente, a causa del régimen nazi y luego comunista que se impuso en Yugoslavia tras la guerra. Aun así, Ingrid se mostró feliz de conocer su origen, la verdad que el programa Lebensborn le arrebató.