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La muerte de Adolf Hitler: ¿por qué hubo tanto misterio sobre el destino final de su cuerpo?

El fallecimiento del Führer parecía anunciar el final de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, los mitos sobre el cuerpo del dictador persistieron durante mucho tiempo y su muerte fue vista con incredulidad.

Las versiones de lo que había ocurrido con el cuerpo de Hitler y sus aliados, cambiaban y se volvían contradictorias. Foto: composición LR/ AFP
Las versiones de lo que había ocurrido con el cuerpo de Hitler y sus aliados, cambiaban y se volvían contradictorias. Foto: composición LR/ AFP

“Nuestro Führer, Adolf Hitler, ha caído esta tarde en su puesto de comando en la Cancillería del Reich, luchando hasta su último aliento en contra del bolchevismo y por Alemania”, dijo un locutor de radio antes de cederle la palabra al comandante de la Armada alemana, Karl Dönitz, quien anunció que el líder nazi había tenido “la muerte de un héroe”, y que lo había nombrado como su sucesor.

La noticia parecía anunciar el fin de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la muerte del hombre que representaba “la encarnación del mal absoluto”, según reseñó el Times de Londres, siempre fue vista con desconfianza.

“Los presos políticos alemanes con los que conversé, en general, no confían en la información, sospechan que hay un truco detrás del anuncio. Hitler había sido tan bandido que algunos creen que era incluso incapaz de morir honestamente”, dijo un corresponsal de guerra.

The New York Times aseguraba que “los nazis han usado tanto la mentira como parte de su política, y los informes sobre los supuestos dobles de Hitler están tan extendidos que esos anuncios van a dejar en muchas mentes la sospecha de que el maestro de la mentira intenta cometer un gran fraude final ante el mundo en un esfuerzo por salvarse”.

Foto: AFP

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Las muertes del Führer

Con la ocupación de la Unión Soviética en Berlín, las versiones de lo que había ocurrido con el cuerpo del Führer, y sus aliados, cambiaban y se volvían contradictorias.

Mientras la agencia de noticias japonesa Domei informaba que Hitler había muerto en su residencia durante un ataque de artillería, la agencia UP, citando a un exfuncionario del Ministerio de Exteriores nazi, afirmaba que el líder nazi había fallecido días antes de una hemorragia cerebral, y que había sido llevado a la capital alemana para morir como un héroe.

“Pueden estar seguros de que el cuerpo de Hitler no será descubierto”, aseguró.

Sin embargo, solo era el inicio, pues las versiones siguieron apareciendo: el 3 de mayo de 1945, el Ejercito Rojo informó que Hans Fritzsche había dicho que Joseph Goebbels y Hitler se habían suicidado en el bunker del Führer en la cancillería en Berlín.

Ese mismo día, una radio francesa afirmó haber recibido reportes de que Hitler había sido asesinado el 21 de abril, tras una disputa con sus generales sobre la viabilidad de seguir con la guerra.

La prensa de la Unión Soviética dijo el 4 de mayo que el Ejército no había podido ingresar a la sede de la Cancillería, donde se encontraban las oficinas de Hitler, debido a que eran inaccesibles: todo estaba en llamas y las estructuras estaban al borde de colapsar.

No obstante, dos días después, afirmaron que habían logrado ingresar, y hallaron gran cantidad de cadáveres, pero ninguno correspondía al de Hitler ni de Goebbels.

“Entre los rusos persiste la creencia de que la información sobre sus muertes es otro truco nazi y que Hitler y sus allegados están vivos y ocultos”, señaló la agencia AP desde Moscú.

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¿Adolf Hitler en Argentina?

Pronto empezaron los reportes de distintas personas que afirmaban haber visto a Hitler en distintas partes del mundo, incluso cuando una versión estaba en las antípodas de la otra.

Se reportó que Hitler vivía como ermitaño en una cueva cerca del lago Garda, en el norte de Italia; en los Alpes Suizos; también fue visto en un Casino en Francia; incluso en Irlanda, de acuerdo a los historiadores Ada Petrova y Peter Watson en el libro “La muerte de Hitler”.

Las autoridades de EE. UU. interceptaron en julio de 1945 una carta en la que se aseguraba que Adolf Hitler vivía en una hacienda en Argentina. El caso fue desestimado por el entonces jefe del FBI, Edgar J. Hoover.

Pero, en realidad, ¿qué pasó con Hitler?

Luego del éxito de la ofensiva del Ejército Rojo sobre Berlín en 1945, las fuerzas soviéticas tomaron control del refugio de Hitler en la Cancillería. El Smersh (la contrainteligencia soviética) selló el Jardín de la Cancillería y la operación de búsqueda fue ejecutada bajo el más absoluto secreto. Incluso al mariscal Georgy Zhúkov, comandante de las fuerzas soviéticas se le negó el acceso.

El 5 de mayo, el Smersh halló el cadáver de Hitler y de su pareja, Eva Braun, enterrados en una fosa abierta por una bomba en el jardín de la Cancillería, de acuerdo a la BBC. Los cuerpos habían sido rociados con gasolina y estaban parcialmente quemados. Hitler era apenas identificable, por lo que en la morgue le removieron la mandíbula para verificarla.

Esto pudo lograrse cuando los soviéticos ubicaron a Käthe Heusermann, asistente del dentista que atendía a Hitler. Ella facilitó el historial médico y los datos requeridos con los que confirmaron que se trataba de él.

Un estudio de odontología forense ratificó en 1973 que el cadáver recuperado era el de Hitler, el cual estuvo a cargo de los doctores Reidar F. Sognnaes, de la Escuela de Odontología de UCLA (California), y Ferdinand Ström, de la Universidad de Oslo.

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La estrategia de Stalin

Luke Daly-Groves, historiador en la Universidad de Leeds, considera que era una jugada política del líder de la Unión Soviética.

“Él (Stalin) sabía que los soviéticos habían hallado los restos del Führer cuando decía que Hitler podía haber escapado a España o a Argentina. Pero diciendo esto ayudaba a debilitar a sus oponentes políticos y fortalecía su posición en las disputas territoriales”, dijo Daly-Groves en la revista NewStatesman.

Además, tomando en cuenta que mantuvieron por años a algunos de los sobrevivientes del búnker, como la ayudante personal de Hitler, Heinz Linge; a Otto Günsch, y a su piloto, Hans Baur.

La estrategia de Stalin, evidentemente, era asociar a Occidente con el nazismo y hacer ver que los británicos o los estadounidenses debían estar ocultándolo”, señaló Beevor en su libro “Berlín, la caída 1945″.

Y fue en 1968 cuando un periodista y agente de inteligencia soviético Lev Bezymenski, que participó en la estocada final en Berlín, dio a conocer los detalles del fallecimiento de Hitler y su autopsia.